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El Atelier

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Creciendo en el conocimiento de Dios

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Etiqueta: Misericordia

Mini series, Vida Cristiana

Una hermosa vestimenta

15/12/202215/12/2022por Ardys FernandezDeja un comentario en Una hermosa vestimenta
Una hermosa vestimenta

Col. 3:12-14En este capítulo de la carta a los Colosenses Pablo nos habla sobre lo que El Señor hizo por nosotros: nos trasladó a vida juntamente con El y nos advierte que ningún ritual externo o mandamiento de hombre puede ayudarnos contra los apetitos de la carne; pero dice lo que sí es de valor [...]

Disciplina Espiritual

La falta de perdón

14/10/202114/10/2021por Laura Meyer de Rojas1 comentario en La falta de perdón
La falta de perdón

Hace unos años leí esta frase: “La gente herida hiere a otras. Cuando entiendes esto entonces es más fácil poner la otra mejilla”. Tiene mucha razón, mas, aunque sabemos que tenemos que perdonar, es solo hasta que llega el momento de hacerlo que nos damos cuenta de que no es tan sencillo. Si alguien robó [...]

Navidad

Tú dejaste Tu trono y corona por mí

28/12/201824/01/2019por Keyla Marie Ramírez de MusaDeja un comentario en Tú dejaste Tu trono y corona por mí
Tú dejaste Tu trono y corona por mí

Para mí, una de las cosas más hermosas de esta época del año es la abundancia de cánticos que han sido escritos recordando aquel evento trascendental que dividió la historia de la humanidad, el nacimiento del Hijo de Dios, el Verbo hecho carne, la promesa anhelada, ¡Emanuel! Dios con nosotros (Mateo 1:23). Es muy difícil, [...]

En Su palabra, Mini series

Ama a tus enemigos

23/05/201803/06/2018por Marlene SuárezDeja un comentario en Ama a tus enemigos
Ama a tus enemigos

Muchas veces he escuchado mensajes cristianos donde se le dice al oyente que no se preocupe de quien le está atacando, que Dios peleará por él o ella. Es muy común este tipo de prédicas en nuestros días. Un mensaje que siempre incita a ver al enemigo o a quien nos ha agraviado como alguien [...]

En Su palabra, Mini series

No des lugar a la venganza

21/05/201822/09/2019por Carolina Polanco2 comentarios en No des lugar a la venganza
No des lugar a la venganza

¡No es justo! Señor, ¿Es que no ves lo que me hizo? ¿Te vas a quedar de brazos cruzados?... ¡Yo soy tu hija! ¿Vas a dejar que se burlen de mí de esa forma? Es probable que alguna vez te hayas encontrado orando delante de Dios, clamando de esta manera, con el corazón herido, hecho [...]

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Si aún no has leído el artículo puedes leerlo completo a través del link que aparece en la biografía.
La vida de oración no tiene que ser perfecta. Tiene que ser constante, resistente y perseverante.
La carta a Colosas, llena de enseñanzas maravillosas y grandes retos a la vida cristiana, nos alude en su capítulo final. Un punto que para muchas es un talón de Aquiles, tanto para aquellas que practican una vida de oración, pero desean una comunión continua con el Señor, como para aquellas que no hemos establecido un tiempo fiel a un devocional diario. Ya sea por los afanes del cuidado de la vida familiar y los quehaceres del hogar, como por el trabajo y las demandas de nuestros tiempos o incluso una mezcla de ambas, sentimos que el llamado supremo a la oración supone una parte incumplida en nuestro diario vivir. Es que el mandato es claro y retador “Perseverad en la oración” (Col 4:2), y si bien el tiempo de oración diario es un anhelo de nuestro corazón, anhelo que refleja y caracteriza la obra de gracia de Cristo en nosotras, podemos encontrar que nos cuesta organizarnos, someternos y velar en ella.
Puedes leer el artículo completo en el blog. Léelo entrando al enlace que está en el perfil.
En los cónyuges hay responsabilidad mutua para someterse y amar; para obedecer y estimular. El matrimonio cristiano implica rendición mutua de nuestros deseos personales al bien la persona que amamos y someternos nosotros mismos a Cristo como Señor. El modelo de Cristo para la familia es refrescante y tan esperanzador, en una sociedad que se desvive por hacer todo lo contrario a estos estatutos. Oro al Señor por convicción, para creer en su palabra y por fe, para ejecutar y aplicar estas verdades creyendo que agradan al Señor.
Las epístolas, como esta de Colosenses, el apóstol Pablo se preocupa de exhibir la gloria de la gracia divina y de engrandecer al Señor Jesús, pero al mismo tiempo podemos notar un énfasis en detallar en los deberes de la vida cristiana. Nunca, como cristianas, debemos separar los privilegios que tenemos como hijas de Dios, de los deberes del evangelio.

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La vida de oración no tiene que ser perfecta. Tiene que ser constante, resistente y perseverante.
La carta a Colosas, llena de enseñanzas maravillosas y grandes retos a la vida cristiana, nos alude en su capítulo final. Un punto que para muchas es un talón de Aquiles, tanto para aquellas que practican una vida de oración, pero desean una comunión continua con el Señor, como para aquellas que no hemos establecido un tiempo fiel a un devocional diario. Ya sea por los afanes del cuidado de la vida familiar y los quehaceres del hogar, como por el trabajo y las demandas de nuestros tiempos o incluso una mezcla de ambas, sentimos que el llamado supremo a la oración supone una parte incumplida en nuestro diario vivir. Es que el mandato es claro y retador “Perseverad en la oración” (Col 4:2), y si bien el tiempo de oración diario es un anhelo de nuestro corazón, anhelo que refleja y caracteriza la obra de gracia de Cristo en nosotras, podemos encontrar que nos cuesta organizarnos, someternos y velar en ella.
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En los cónyuges hay responsabilidad mutua para someterse y amar; para obedecer y estimular. El matrimonio cristiano implica rendición mutua de nuestros deseos personales al bien la persona que amamos y someternos nosotros mismos a Cristo como Señor. El modelo de Cristo para la familia es refrescante y tan esperanzador, en una sociedad que se desvive por hacer todo lo contrario a estos estatutos. Oro al Señor por convicción, para creer en su palabra y por fe, para ejecutar y aplicar estas verdades creyendo que agradan al Señor.
Las epístolas, como esta de Colosenses, el apóstol Pablo se preocupa de exhibir la gloria de la gracia divina y de engrandecer al Señor Jesús, pero al mismo tiempo podemos notar un énfasis en detallar en los deberes de la vida cristiana. Nunca, como cristianas, debemos separar los privilegios que tenemos como hijas de Dios, de los deberes del evangelio.

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