
Colosenses (3:18-21)
“Mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas. Hijos, sean obedientes a vuestros padres en todo, porque esto es agradable al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.”
Las epístolas, como esta de Colosenses, el apóstol Pablo se preocupa de exhibir la gloria de la gracia divina y de engrandecer al Señor Jesús, pero al mismo tiempo podemos notar un énfasis en detallar en los deberes de la vida cristiana. Nunca, como cristianas, debemos separar los privilegios que tenemos como hijas de Dios, de los deberes del evangelio.
Dios mismo nos ha dejado el mandato de cómo debe lucir una familia que dice proclamar a Cristo, en su diario vivir. Estos consejos que Pablo trajo a los hermanos de Colosa venían de parte del Señor para que ellos empiecen a buscar una cultura de crianza y vida en familia espiritual, una cultura de Cristo y del poder del evangelio de modo que puedan glorificar y honrar Su nombre, enseñanzas que también nos aplica y ayuda a todas nosotras hoy día.
Entrando más en detalle sobre estos pasajes de las Escrituras, Pablo describe cuatro mandatos específicos, veamos:
- A las esposas: “Mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.” v.18 Lo que este verso dice está relacionado con el orden que debe existir en el hogar. El propósito aquí es identificar la posición de la esposa con respecto al liderazgo de su marido dentro del hogar (ver Efesios 5:21-24).
- A los esposos: “Maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas.” Los maridos deben amar a sus esposas con afecto fiel y tierno. El marido que ama a su mujer es aquel que asume la dirección de su familia como proveedor y protector (ver Efesios 5:25-28).
- A los hijos: “Hijos, sean obedientes a vuestros padres en todo, porque esto es agradable al Señor.” Los hijos además de obedecer a sus padres mientras estén bajo su cuidado, también han de honrarles durante toda su vida (ver Efesios 6:2-3).
- A los padres: “Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.” La característica notable de este versículo, incluido en Efesios y Colosenses, es que, bajo la ley de Moisés, el mandamiento se refería solamente a los niños. Aquí Pablo muestra que el evangelio quebranta las tradiciones e insta a los padres a alentar a los hijos en amor (ver Efesios 6:4).
Para el estudio.
Lo primero es orar pidiendo al Señor que sea él y su Espíritu Santo contigo en este tiempo precioso de estudio de las sagradas Escrituras para que Su verdad te sea revelada.
- Luego, imprime o escribe los versos de Colosenses capítulo 3 desde los versos 18 hasta el 21. Léelo varias veces y en varias versiones para que trates de resumir en una frase de qué trata este pasaje.
- Lee el contraste y los detalles que se encuentran en Efesios 5:21-31/6:1-4 en comparación con los pasajes de Colosenses que estamos estudiando y has una lista de las frases o ideas que se repiten o se asemejan.
Para reflexión y aplicación personal:
- ¿Qué me enseña este pasaje acerca de la obra de Dios?
- ¿Qué me enseña acerca del carácter y la necesidad del hombre? ¿De mí como mujer?
- ¿Qué acción, verdad o atributo de Dios transforma mi relación con Él?
- ¿Cómo podría cambiar mi relación con otros (esposo, familia, trabajo, amigos, inconversos)? ¿Te relacionas con los demás como Dios aconseja?
- ¿Qué cambios prácticos debo buscar como resultado para honrar al Señor?
En cada caso hay responsabilidad mutua para someterse y amar; para obedecer y estimular. El matrimonio cristiano implica rendición mutua de nuestros deseos personales al bien la persona que amamos y someternos nosotros mismos a Cristo como Señor. Los hijos también deben ser tratados con cuidado. Ellos necesitan disciplina firme administrada en amor. El modelo de Cristo para la familia es refrescante y tan esperanzador, en una sociedad que se desvive por hacer todo lo contrario a estos estatutos. Oro al Señor por convicción, para creer en su palabra y por fe, para ejecutar y aplicar estas verdades creyendo que agradan al Señor. ¡Dios te bendiga!