Reconciliadas con Cristo

Colosenses 1:21-23

En las Escrituras encontramos una historia sobre una mujer pecadora, quien se acercó al Señor Jesús mientras Él estaba de visita en la casa de un fariseo. Ella llevaba consigo un frasco de alabastro con perfume. La Biblia relata que esta mujer se colocó detrás de Jesús llorando, y postrándose comenzó a regar con sus lágrimas sus pies, los secaba con sus cabellos, los besaba y los rociaba con el perfume costoso (Lc. 7:36-49).

Esta mujer era señalada por los fariseos y etiquetada como una pecadora; la realidad es, que no era menos cierto lo que decían de ella, la misma Palabra enseña que todo aquel que no ha conocido el amor de Cristo está muerto y lo podemos ver en Colosenses en su capítulo 2 verso 13:

Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados.

 El apóstol Pablo apela a dos términos que revelan la condición de todos los seres humanos: muertos y prisioneros. Desde que Adán y Eva pecaron, la humanidad heredó la muerte espiritual y una sentencia judicial que declara a los seres humanos culpables y, por tanto, prisioneros. (Extracto de comentario Muerte Espiritual, Biblia Temática de Estudio, pág. 1583).

La buena noticia es que nuestro amado Salvador Jesucristo, a través de su muerte y resurrección, rasgó el velo que nos separaba de Dios el creador y nos regaló la vida eterna. Nuestra antigua manera de vivir alejadas de Dios, envueltas en nuestros pecados, quedó anulada y reemplazada por la Gracia que recibimos a través de Cristo. Dios entregó a su hijo para reconciliarnos con Él, con el fin de glorificar Su nombre, ser Sus representantes aquí en la tierra y al final de nuestra carrera de fe, presentarnos antes Dios: santos, sin mancha e irreprensibles (Col.1:21-22).

Por eso la respuesta de Jesús a la mujer pecadora: tus pecados te son perdonados (Lucas 7:48). Ella fue alcanzada por la gracia y misericordia de Cristo, igual nosotras.

A pesar de la bendición que es vivir en, por y para Cristo aquí en la tierra, sabemos que representa un reto, representa morir a nosotras mismas, nuestros deseos, desechar de nuestras vidas malos hábitos y sentimientos tales como ira, enojo, malicia, insultos, lenguaje ofensivo de nuestra boca y mentiras (Col.3:8-9), y esto muchas veces no es posible, nos alejamos del amor de Cristo, nos alejamos de su corrección, preferimos huir de la vida eterna y probar las mentiras que el mundo ofrece.

Otra historia que la biblia nos relata es la del hijo pródigo, ese joven que le pidió a su padre su herencia anticipada para irse lejos y vivir su vida, una vez envuelto en el mundo y maltratado, decide regresar a casa de su padre, arrepentido y le pide perdón. Lo hermoso de esta historia es como su padre recibe a su hijo perdido. La biblia nos dice en Lucas capítulo 15 verso 24, la expresión del padre hacia sus siervos fue la siguiente: porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado. Y comenzaron a regocijarse. Esto querida hermana que me lees, es lo que Cristo hace con nosotras cuando decidimos volver al redil. Jesús nos abraza, nos ama, nos da su misericordia y gracia incondicional, no debemos pensar que somos demasiado pecadoras como para no acercarnos a Jesús, no hay pecado tan grande que no sea derrumbando ante la Gracia de Cristo.

Una vez hechas hijas de Dios, iniciamos el camino de la Fe, pero no vamos solas, Jesús está a nuestro lado siempre, el Espíritu Santo también conforta nuestro espíritu. El reto de nuestro caminar con Jesús, es la permanencia y así lo expresa Colosenses en el capítulo 1 verso 23, cito: Esto (el ser santos, sin mancha e irreprensibles delante de Dios) Él hará si en verdad permanecen en la fe bien cimentados y constantes, sin moverse de la esperanza del evangelio que han oído, que fue proclamado a toda la creación debajo del cielo…).

Amada hermana, animémonos unas a otras en amor a permanecer pegadas a la Vid verdadera, poder reflejar y hablar a otros de la Salvación, creciendo cada día en el conocimiento de Cristo a través de su amor y gracia.

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