
Segunda parte
¡Hola otra vez! Gracias por estar con nosotras, creciendo juntas en el conocimiento de Dios. En la primera parte vimos dos de las siete cosas que deberías saber ante de casarte: 1) Deja atrás el pensamiento individualista, y 2) No seas la esposa ideal, se ayuda idónea. Si no lo has leído, te invito a leerlo antes de continuar. En el artículo de hoy hablaremos de otros tres elementos a profundizar sobre el matrimonio y nuestro rol de esposa.
- Las finanzas sí son importantes.
A Dios sí le importan las finanzas y, la manera en que nos manejamos con el dinero deja evidenciado nuestro carácter y la condición de nuestro corazón. Es cierto que nuestra relación con el dinero es buena o mala de acuerdo con cómo lo aprendimos desde casa, por lo que debemos hacer borrón y cuenta nueva a la hora de casarnos; desaprender para aprender. Dejar aquellos patrones de conducta que no reflejan un matrimonio en unidad.
Esto implica aplicar principios bíblicos sobre el correcto manejo del dinero en el hogar, el cual es primordial para sentar bases sólidas de confianza. Lo que significa que: tu salario ya no es tuyo, es del hogar. Tus ahorros pasan a ser nuestros ahorros. Tus bienes, pasan a ser nuestros bienes. En un matrimonio Cristo-céntrico no deberían existir finanzas divididas, “…Por consiguiente, ya no son dos, sino UNA SOLA CARNE. Por tanto, lo que Dios ha UNIDO, ningún hombre lo separe». Mateo 19:6 (énfasis añadido) Y eso también incluye UNO en el dinero.
Da un vistazo a la descripción de una mujer virtuosa en Proverbios 31:10-31 y fíjate que la mayoría de todas sus cualidades son de mayordomía y manejo de los bienes y las finanzas.
- La comunicación asertiva es muy necesaria.
“Que vuestra conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada persona.” Colosenses 4:6
“Y la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo, es encendida por el infierno e inflama el curso de nuestra vida.” Santiago 3:6
¡Ay, la comunicación! Es bien sabido que nosotras las mujeres tenemos tendencia a hablar más que los hombres. Es parte de nuestra naturaleza, así Dios nos creó. Pero a veces se nos olvida que los hombres no son como nosotras. Los detalles que para nosotras son importantes, quizá para ellos no lo sean, y eso no está mal. Lo que debemos es entender nuestras diferencias, sobre todo aquellas de comunicación verbal y no verbal. También, debemos reconocer que nuestras palabras tienen mucha influencia, lo que le decimos a nuestros esposos puede serle de bendición o de maldición, puede edificarle o destruirle. Así mismo pasa cuando no nos comunicamos o no lo hacemos correctamente. Nuestros esposos no pueden leer nuestras mentes, eso es un atributo exclusivo de Dios. Por lo tanto, debemos decir lo que sentimos en un momento dado; si algo nos hirió o no nos gustó, debemos dejárselo saber con gracia y prudencia.
Es importantísimo hablar con nuestro esposo, tener diálogos significativos, comunicarnos con respeto, y medir el tono de nuestra voz es fundamental para vivir como una mujer sabia y prudente. No hay que gritar para comunicarnos, no tenemos que usar palabras despectivas, no tenemos que criticar a nuestros esposos con nuestras amigas, no es necesario resaltar sus defectos. Recuerda que nosotras tampoco somos perfectas y necesitamos de la gracia y perdón de Dios todos los días, igual que él.
- Servir a tu esposo es prioridad.
“Asimismo, vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, de modo que, si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres.” 1 Pedro 3:1
“Pero quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios.” 1 Corintios 11:3
“Mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.” Colosenses 3:18
Cuando estaba en plena adolescencia, me parecía raro solo pensar en la idea de servir a un hombre. Esto me causaba un malestar inexplicable porque aprendí a solo pensar en mí. Esto probablemente a causa de cómo fui criada en casa viendo el trato de mi mamá hacia mi papá y también por las ideas del feminismo en las que había creído hasta ese momento. Pero, el Señor puede derrumbar ideales y restaurar corazones perturbados por estas mentiras, igual como lo hizo conmigo y, cuando me casé descubrir el gran gozo de servir a mi esposo. No sabía cocinar, pero aprendí. No era buena haciendo los quehaceres del hogar, pero el Señor me capacitó. No tenía interés en poner a un lado mis necesidades, pero el Señor me mostró el placer de ver feliz a mi esposo mientras le servía al llegar a casa del trabajo, y eso también me permitió comprender que cumplo con mi propósito.
De igual manera, al contraer matrimonio, pasas a una nueva etapa de compromiso puro y eterno con tu esposo. Eso significara que tu esposo es tu prioridad más importante. Si tienes inquietudes con relación a los roles que tiene tu esposo y así conocer mejor cómo servirle, te invito a leer este artículo que escribí hace un tiempo “Apoyando los roles de mi esposo”.
En la tercera parte, veremos los últimos dos elementos que completan esta lista de 7 consejos a considerar antes de casarte o si ya estás casada. Nos leemos en el próximo artículo.