
La comida es necesaria para nuestro cuerpo, nos proporciona energía y ¡cómo no! También nos proporciona placer. Dios la creó con estos propósitos. Ella forma parte de los eventos de la vida tanto de gozo como de pesar. (Gen. 1:29)
Comer en sí mismo no es pecado, se convierte en pecado cuando se hace sin moderación, de manera desordenada o con las motivaciones incorrectas, como un reflejo de rebeldía o de un corazón mal agradecido.
Dios creó los alimentos solamente para nutrirnos, para poder fortalecer nuestro cuerpo y suplir los nutrientes que necesitamos para la vida cotidiana, sin embargo, nosotros hemos convertido la comida en tranquilizante, mejor amigo, compañero que calma el aburrimiento, consolador, distractor, relajante. Para muchas de nosotras la comida ha venido a cumplir una función que no ha sido la que Dios ha diseñado para ella. Entonces ahí surgen los trastornos alimenticios.
Los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA) son trastornos psicológicos graves que conllevan alteraciones de la conducta alimentaria. La persona afectada muestra una fuerte preocupación en relación con el peso, la imagen corporal y la alimentación, entre otros.
Los trastornos alimenticios pueden ser:
- Bulimia: periodos de comer compulsivos que se siguen con una gran culpabilidad y luego se provoca el vómito.
- Anorexia: hay un patrón de evitación y restricción de la comida. Rechazo a los alimentos.
- Ortorexia: obsesión por comer sano, esta obsesión interviene en las relaciones sociales de la persona. Evitan las grasas, toda la comida procesada, los alimentos que tengan pesticidas, sustancias artificiales, o las carnes porque no tienen la certeza de cómo se alimentó ese animal y por la contaminación al medio ambiente que pueden traer los mataderos. Este trastorno está entre los comportamientos obsesivos (no puedo dejar de pensar) y compulsivos (no puedo parar de hacerlo).
- Trastorno por atracón: cuando se da el consumo de alimentos en cantidades muy grandes, con una sensación de pérdida de control, aunque sean alimentos saludables. Con el objetivo de saciar una emoción.
La persona que incurre en algunos de estos trastornos tiene un fuerte deseo de estar delgado, busca la seguridad en el lugar equivocado, en su imagen. Yo pienso que a nivel general hay dos grandes necesidades que esconden los trastornos alimenticios.
- Una gran necesidad de seguridad, quiero sentirme seguro, amado o importante y busco eso en la expresión externa.
- Una gran necesidad de control, hay algo en mi vida que está fuera de control, pueden ser las emociones. Puedo buscar controlar las circunstancias, las situaciones de la vida cotidiana o bien puedo tener malestar interno y busco saciar esas emociones incómodas.
Todos estos trastornos tienen algo en común: se desconectan de la sensación natural de hambre, la ansiedad viene a ser el rey y ya no saben identificar las señales que el cuerpo ofrece, que Dios ha colocado naturalmente para reconocer el hambre nutricional, es decir cuando tu cuerpo está necesitando los nutrientes o cuando no puedes reconocer cuando el cuerpo ha dado señales de falta de energía. Teniendo esto en mente entonces concluimos que el problema no es la comida, el asunto es la capacidad que tiene el ser humano de trastornar todos los recursos que Dios nos ha dado.
Diferencia entre el hambre emocional y el hambre fisiológica.
Comemos sin sentir hambre, sin que nuestro cuerpo necesite combustible para lidiar con las tareas cotidianas, a esto se le llama “hambre emocional”: comer para satisfacer nuestras emociones. El hambre emocional pide comidas específicas, es abrupta y aparece de repente, necesita ser satisfecha de forma urgente, impide la concentración y queremos seguir comiendo, aunque nuestro estómago esté lleno.
El hambre fisiológica es un proceso interno que va creciendo gradual. No selecciona el tipo de alimentos, reconoce el punto de saciedad, y hay una sensación de bienestar al terminar. ¿Por qué sucede eso? La lengua tiene papilas gustativas que envían un mensaje directo al cerebro diciéndonos: estoy saciada, luego se activan en nuestro cerebro los circuitos del placer, elevándose la serotonina haciéndonos sentir más tranquilas y la dopamina que se asocia al placer. Quedamos atrapadas en este circuito de recompensa.
¿Cómo identificar si tienes hambre emocional?
- ¿Comes cuando estás enojada?
- ¿Comes para calmarte en momentos de tensión?
- ¿Comes para ahuyentar el aburrimiento?
- ¿Te mientes a ti misma o a otros sobre cuánto y cuándo has comido y cuándo?
- ¿Escondes comida para ti misma?
- ¿Te sientes incómoda con tu figura?
- ¿Estás pesando un 20% más de lo que te recomienda tu médico?
- ¿Alguna persona significativa te ha expresado preocupación por tu forma de comer?
- ¿Has fluctuado tu peso en más de diez libras durante los últimos seis meses?
- ¿Temes que tus normas alimentarias están fuera de control?
La ansiedad nos envía un mensaje, hay algunos cambios que hay que hacer en la vida. Esto va a implicar detenerse, mirar hacia adentro, tener momentos a solas para poder identificar qué es lo que Dios mismo está queriendo decir con la constante sensación de malestar, con el estrés desbordante, con el ataque de pánico. La psicóloga mexicana Fabiola Cuevas dice que: “La ansiedad es una mensajera de una necesidad que no está satisfecha”. La ansiedad puede reflejar la necesidad detenerse y evaluar hacia dónde vamos. Nos informa la necesidad de recuperar un equilibrio.
Consejos para superar el hambre emocional / Glotonería
- Crece en el conocimiento general de los alimentos y su función.
- Conoce tu historia familiar y predisposición genética a enfermedades.
- ¡Agradece a Dios por cada alimento que entra a tu boca! ¡Si! ¡Cada vez que vas a ingerir cualquier alimento, detente y ora dando gracias! Puede ser que luego te des cuenta de que no lo necesitas en ese momento.
- Cada vez que sientas la compulsión de comer, pregúntate:
- ¿Qué estoy sintiendo en este momento?
- ¿Qué estoy pensando?
- ¿Necesita mi cuerpo físico nutrirse en este momento?
- Planifica sabiamente entre tus comidas para hacer un buen uso de la nutrición y la economía.
- No restrinjas alimentos con un fin no piadoso, pídele al Señor que escudriñe tú corazón y busque si hay motivaciones pecaminosas en tu manera de comer.
- Disfruta con orden de todo lo que el Señor ha provisto para ti en el momento en que estás.
Te dejo estos pasajes para meditar y memorizar:
Romanos 12:1-2 Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo. No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.
Efesios 5:15-20 Así que tengan cuidado de cómo viven. No vivan como necios sino como sabios. Saquen el mayor provecho de cada oportunidad en estos días malos. No actúen sin pensar, más bien procuren entender lo que el Señor quiere que hagan. No se emborrachen con vino, porque eso les arruinará la vida. En cambio, sean llenos del Espíritu Santo cantando salmos e himnos y canciones espirituales entre ustedes, y haciendo música al Señor en el corazón. Y den gracias por todo a Dios el Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
*Adaptación del Instagram Live.
Por: Erma Rudert.
Un comentario sobre “Mi Relación con la comida (Parte 1)”