¿Le importa a Dios lo que comemos?

¿Te imaginas sentada en una mesa llena de tus comidas favoritas y rodeada de personas que amas, compartiendo un bocado entre risas y memorias de la infancia o encuentros pasados? ¡Que maravillosa imagen! ¿no?   Seguro que has tenido algún encuentro cómo este, y damos gracias a Dios por la provisión de los alimentos, que son buenos en gran manera. Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias. 1 Timoteo 4:4

Siguiendo con la misma imagen del inicio ¿Qué haces tú? ¿Comes sin parar de manera descontrolada sin sentirte saciada y luego experimentas culpa y remordimiento? ¿Comes hasta saciarte y te detienes? ¿Te sientes satisfecha pero no puedes parar de comer?

En el live que tendremos mañana, y que aprovecho para invitarte a que nos acompañes a través de Instragram en la cuenta @atelierfb, hablaremos sobre nuestra “Relación con la Comida” desde una perspectiva emocional, y es que la comida tiene una estrecha relación con el cómo nos sentimos: si estoy feliz, me como un gran pedazo de mi pastel favorito; si estoy triste y desanimada, necesito comer dulces o helado; si estoy muy preocupada, no me da deseos de comer.

Entonces, ¿Cómo es posible que algo bueno en gran manera represente tantos retos para muchas? La comida no es el enemigo, lo son nuestros pensamientos que no han sido llevados cautivos a la obediencia de Cristo (es solo un bocado; esto no es nada, es solo comida; como el cristiano solo come, entonces comeré; es que no puedo parar…), es la falta de dominio propio, la poca conciencia sobre hábitos saludables y de que nuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo; lo es nuestro corazón idolatra que pierde de vista el objeto de su afecto y deseo.

Por supuesto, no es algo simple, para muchas, la manera en la que se relacionan con la comida puede ser una gran lucha que desencadena enfermedades, trastornos alimenticios y pecado.

¿Cuándo el deseo por la comida se convierte en pecado?

Cuando se vuelve un ídolo, cuando la hacemos el objeto de nuestra adoración y obsesión e iniciamos a utlizarla como medio de escape a nuestros problemas o como autogratificación y satisfacción, incluso cuando concientemente y con frecuencia ignoramos los efectos dañinos que un alimento causa en nuestros cuerpos que es templo del Espiritu Santo.

El comer en exceso, de manera compulsiva y obsesiva es un reflejo de algo más profundo al interno de nuestro corazón, dependiendo del uso y valor que le estemos dando. Si nosotras somos incapaces de controlar nuestros apetitos físicos, es muy probable que también seamos incapaces de controlar deseos pecaminosos de la carne o el corazón.

Como cristianas estamos llamadas a reflejar el Fruto del Espiritu en nuestras vidas y parte de este como vemos en Galatas 5:23 está el dominio propio. De igual forma debemos recordar:

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. 1 Corintios 10:13

Entonces, ¿Cómo debemos ver la comida?

Como mencione al principio, la comida es buena en gran manera al igual que todo lo creado por Dios, Él mismo lleno la tierra de ricos alimentos, no solo para nuestro deleite, más bien para que le honremos por medio de ella.

  • Antes de ver la comida como un medio de escape a nuestros problemas, dolor o sufrimiento debemos ir confiadamente ante Aquel que lo gobierna todo quien en el día de la angustia nos esconde en su tabernáculo. Salmo 27:5.
  • En lugar de ver la comida como una fuente de satisfacción, debemos ir a la verdadera fuente que todo satisface. (Juan 4:14)
  • En vez de aferrarnos a la comida, corramos ante nuestro verdadero y único refugio, el eterno Dios, nuestro amparo y fortaleza. Proverbios 14:26, Proverbios 18:10.
  • Ante la necesidad de consuelo por nuestras ansiedades y preocupaciones, el Dios de toda paz cuidará nuestros corazones. No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús. Filipenses 4:6-7 NVT

Satisfechas en Cristo

Nuestro enemigo Santanás nos quiere presas y esclavas de nuestros deseos y apetitos descontrolados, es por esto que debemos mantener nuestra mente y corazón arraigado en la verdad de Cristo, nuestro pan de vida. Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. Juan 6:35

Él es el alimento que realmente necesitamos, Jesús es para nuestra alma lo que los alimentos son para nuestros cuerpos, y cuando vivimos satifechas en Él con nuestra mente cautivada por Su verdad no hay ninguna otra fuente donde podamos correr y encontrar refugio, no hay sustituto que nos haga estar satisfecha en verdad porque Él lo llena todo.

¡Ya Cristo nos hizo libres, experimentemos la gracia de esa libertad!

En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios. 1 Corintios 10:31

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