
¿Alguna vez has participado en alguno de los múltiples desafíos (challenges) que abundan en las redes sociales? ¿Te ha pasado que al principio la idea te parece hasta tonta, y después de ver varias personas a través de las redes completar el “desafío” has terminado viendo la actividad como algo divertido, o has llegado al punto de realizar la actividad y grabarla en video? Si tu respuesta es afirmativa, no has sido la única, a muchos más les ha pasado igual. Esta es una manera sutil y sistemática en la que los usuarios de plataformas de contenido digital han sido guiados a modificar su idea inicial por la exposición a contenido de las redes sociales.
Podrías considerar que es algo insignificante, de una ocasión, y no el resultado de ningún esquema. Esta afirmación solo podría ser cierta si se está consciente de ciertos aspectos:
Estamos constantemente expuestos
De la misma manera en que el sol castiga nuestra piel si está expuesta en la playa o la montaña; el consumir todo tipo de contenido en las redes sin ningún filtro puede considerarse una apuesta arriesgada, tanto, que podemos caer en una especie de relativismo. Este concepto es definido como una forma de pensamiento en la que todas las cosas que consideramos como pecaminosas dejan de serlo y pasan a verse como atractivas si generan en nosotros una sensación de gratificación, o en cambio, si la idea contraria a la que profesamos es compartida por personas con alto grado académico o de gran influencia.
Este cambio en nuestra brújula moral puede ser el inicio de un rápido descenso hacia lugares que están lejos de donde nunca habíamos pensado llegar. Lo triste de esta realidad es que muchas veces no nos damos cuenta, o nos creemos lo suficientemente maduras para que los contenidos puedan afectarnos. Este tipo de afirmaciones entra en conflicto con enseñanzas en la Palabra, como la siguiente:
“Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de ustedes que no piense de sí mismo más de lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno.” Romanos 12:3ª
Más informados, pero menos conectados
La tecnología ha sido el mayor catalizador en el cambio de la cosmovisión de las personas con relación a su acercamiento a la fe, al punto de que esta era ha sido catalogada como post cristiana, esto obedece a que la influencia de los valores cristianos ya no juega un rol importante en las decisiones de la mayoría.
Como efecto colateral del proceso de difusión masiva de la información a través de la tecnología, muchos podemos vernos atraídos, como los insectos a la luz, a pasar varias horas al día sumergidos en nuestras pantallas, dejando de lado cosas tan importantes como nuestra vida de comunión con Dios. En muchos de los casos hemos sustituido nuestro devocional o tiempo de comunión por un audio o video de nuestro predicador favorito, adaptado a nuestros gustos, donde escogemos que queremos escuchar, cuándo y cómo, y así pasamos a ser nosotros quienes seleccionamos lo que “Dios quiere decirnos hoy”.
El abuso de las prácticas anteriormente mencionadas puede degenerar en un cambio en la percepción que tenemos acerca de Dios, tanto puede llegar a afectar nuestras creencias que lleguemos a hacernos la idea de que lo único que Dios tiene para nosotros es amor, ausente de corrección y rechazando tajantemente la verdad que el Señor deja plasmada en los siguientes versiculos:
“Porque el Señor a quien ama reprende, como un padre al hijo en quien se deleita.” Proverbios 3:12
“Porque nuestro Dios es fuego consumidor.” Hebreos 12:29
Todo nos es lícito, pero no todo edifica
Como usuarios con conocimiento de cuál es el contenido que alimenta la carne y cuál contribuye al desarrollo del carácter de Cristo, es importante recordar la importancia de acercarnos a las redes sociales con la convicción de que pueden ser tanto un medio maravilloso para difundir el mensaje de amor de nuestro Salvador, como para guiar a otros a los abismos más oscuros de las pasiones que alberga el engañoso corazón humano.
“Todo es lícito, pero no todo es de provecho. Todo es lícito, pero no todo edifica.” 1Cor. 10:23
Nuestro uso del contenido de las redes debe ser bajo el pleno conocimiento de que nuestra naturaleza caída anhela invertir tiempo en cosas que le brinden placer y desechar casi de manera automática todo aquello que le ayude a acumular tesoros en lo eterno. Es esto por lo que debemos ser intencionales y tener cuidado con lo que consumimos, pues lo que alimenta nuestros ojos, se ve reflejado en lo que sale del corazón.
“El corazón inteligente busca conocimiento, mas la boca de los necios se alimenta de necedades.” Proverbios 14:13