
Después de 15 años congregándome y un gran activismo en mi iglesia, la verdad es que nunca hubiese pensado que era feminista, es decir, yo iba a la casa del Señor cada domingo y servía en todo lo que me era posible.
No fomentaba campañas de mujeres empoderadas, ni nada relacionado, pero digamos que este era mi perfil; una persona ruda, hostil, poco amable, insensible, sin interés en nadie, que evitaba llorar, negada a parecer vulnerable o frágil, más bien que me enfocaba en ser una persona de carácter, impenetrable, agresiva e insistente, digna de “admirar” y respetar. Sentía que todo lo podía hacer mejor y más rápido, trataba con desdén a los hombres, sutilmente burlándome de ellos, fungiendo como su autoridad, ignorándolos y ridiculizándolos. Básicamente la personificación de una chica salvaje que olvida que es una supuesta “Seguidora de Jesús”.
Lo peor del caso es que ni siquiera me daba cuenta de mi fallo, sentía que estaba haciéndolo muy bien ya que tenía una personalidad muy marcada, qué triste. Cuando caí en cuenta, ya había causado mucho daño. Gracias a Dios, su Espíritu Santo me dio convicción de pecado y la Palabra fue la lumbrera a mi camino para que mis ojos fueran abiertos, como sugiere el siguiente pasaje:
“Una cosa sé: que yo era ciego y ahora veo”. Juan 9:25b
El contexto de este pasaje es que Jesús vio a un ciego de nacimiento y los discípulos le preguntaron si él había pecado o sus padres para estar en esa condición, y el Maestro le dijo que “está ciego para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Jn 9:3) y luego de decir esto le sanó, y los fariseos atosigaban al que había sido ciego preguntando que como fue sanado y por quien, luego de decir en repetidas veces que fue Jesús, respondió el verso de arriba.
Menciono esto porque precisamente esa sanación del ciego representa nuestra ceguera espiritual de nacimiento con la que todos venimos a este mundo, a menos que Jesús nos vea y nos sane, de modo que sus obras se manifiestan en nosotros (nos lleve de muerte a vida), por medio de Su Espíritu Santo que nos da convicción de pecado y Su Palabra que nos da luz y nos permite conocer la verdad que nos hace libres.
Todo lo anterior lo menciono porque resulta que el movimiento o ideología feminista es incompatible con el Evangelio en todo.
Me gusta mucho esta cita del libro Mujer Verdadera 101 escrito por Nancy De Moss y Mary Kassian:
El feminismo está basado en la premisa equivocada, dice que la mujer tiene el derecho, el conocimiento y el poder de redefinir y rectificar la relación entre el hombre y la mujer. Está incentivada por la actitud equivocada. Fomenta la independencia, la arrogancia y una rivalidad de las mujeres con los hombres. Exalta los valores equivocados. Idealiza el poder, el prestigio, los logros personales y las ganancias financieras por sobre el servicio, el sacrificio y la humildad. Desvaloriza la masculinidad. Desvaloriza la moralidad. Desvaloriza el matrimonio. Desvaloriza la maternidad. En resumen, el feminismo promueve puntos de vista que se oponen a la Palabra de Dios y a la belleza del orden que El creó.
Si no sabes a lo que me refiero con Evangelio, se trata de saber que a pesar de que el pecado de Adán y Eva produjo una separación con Dios (muerte espiritual y física), que también heredamos nosotros y por ello somos dignos de muerte, Cristo vino a salvarnos de la misma ira de un Dios justo que exige perfecta obediencia. Entonces Su hijo Jesús (enviado por El mismo) nos da su vida santa y el paga nuestra pena muriendo en una cruz en nuestro lugar. (Gen. 3:6, Rom. 5:12, 6:23, 5:9, 2 Cor. 5:21)
La respuesta a toda esa gracia del Padre por Su pueblo, en su soberana voluntad se puede ver de forma práctica de esta manera: puesto que nunca podremos cumplir el estándar que Dios exige y demanda, nuestras obras evidencian esa salvación tan grande.
Nuestra visión de la vida es renovada (ya no estamos cegadas, vemos la vida como Dios la ve), y por lo tanto cambia nuestra manera de ser como mujeres, de pensar y de sentir. Y todo lo hacemos para la gloria de Su nombre, tratando de ser una fiel copia de Su imagen aquí en la tierra a través de nuestro género. (Romanos 12:2) y al conocer y aceptar su voluntad revelada en la Palabra para nosotros, le damos mayor importancia a Su opinión que a la de los hombres.
Muchos versos existen para exponer lo que sería la feminidad bíblica y cientos de materiales muy buenos, incluso muchos de los artículos del blog como estos; Ideas para cultivar la feminidad bíblica, una mujer exitosa a la luz de la Palabra o diseñada con un propósito.
Pero, quisiera que evaluaras tu visión de la feminidad con este cuadro, ¿Con cuál columna te identificarías?
Te burlas de lo que se considera decente |
Te preocupas de ser prudente a pesar de la moda, desde la ropa, hasta el lenguaje. (1 Tim. 2:9-10, 1 Ped 3:3) |
Te sientes con derecho a gratificarte a ti misma | Tienes dominio propio y discernimiento que las bondades diarias de Dios para ti, son más de lo que mereces (Sal 145:17) |
No tienes mucha estima del matrimonio, es un simple papel, cada cual que haga lo que quiera |
Estás a favor del matrimonio por el hecho de que es parte del diseño de Dios (Ef 5:21-33) |
Desprecias los quehaceres del hogar, porque es denigrante, nunca te enseñaron a apreciarlo o cualquier otra razón | Tienes mayor cuidado del hogar, te involucras en casa y aprecias la ayuda de un tercero si existe (Tito 2:4-5) |
Eres desafiante y rebelde | Eres sabia en tus palabras y tu accionar (Ef 4:29) |
Eres obsesionada con comprar cosas de marca o que simplemente no puedes comprar | Eres buena administrando el dinero y no te dejas llevar, sabes diferenciar capricho, de necesidad (1 Tim 6:10) |
Quieres estar siempre fuera de la casa, donde está la diversión | Te preocupas de hacer un balance entre compromisos fuera y dentro del hogar (Prov. 31:15,21) |
Tienes varias parejas (algunas hasta emocionales) | Todas tus relaciones (incluyendo tu relación amorosa) glorifican y agradan a Dios, más que a ti misma (Mt 22:37) |
Eres osada sexualmente | Tienes claro que la sexualidad en su plenitud es para el matrimonio (Heb 13:4) |
Eres insinuante | Eres modesta (1 Pedro 3:3) |
Persigues lo que quieres aunque traspases el límite |
Consideras al prójimo en tus decisiones y metas (Mt 22:39) |
Te vistes provocativamente | Piensas en edificar con tu vestimenta (1 Tim. 2:9-10) |
Rebajas a los hombres | Afirmas a los hombres (Prov. 15:4) |
Culpas a los hombres por las faltas que cometen |
Motivas a los hombres a ser mejores (Ecl 10:12) |
Eres manipuladora | Eres amable y sabes ceder (Col 3:12, Ef 4:2) |
Eres la que toma la iniciativa en relación con un hombre |
Sabes esperar y también incentivas el liderazgo de los hombres (Jueces 4) |
Desprecias o relegas la maternidad, lo ves como una carga, una etapa que debe ubicarse luego de “vivir la vida” | Ves la importancia de criar sabiamente, de ser dadora de vida y colaborar con la extensión del reino (Sal 113:9, Col 1:10) |
Insistes en salirte con la tuya siempre | La humildad es parte de ti (Rom, 12:16, Fil 2:3) |
Si quieres abrazar la feminidad bíblica en esta sociedad feminista, debes abrazar el Evangelio en todas las áreas de tu vida. Como dice el Salmo 119:104 “De tus preceptos recibo entendimiento, por tanto aborrezco todo camino de mentira.”
Te invito a que cualquiera que haya sido el resultado de esta pequeña evaluación te tomes el tiempo de leer los pasajes que sustentan la columna derecha y orar al Señor para que ilumine cada vez más tu caminar a la luz de Su Palabra y restaure poco a poco tu feminidad justo como Él quiere que sea.