En mi caminar como seguidora de Cristo he entendido que el tiempo dejado en las manos de Dios siempre es perfecto. Aun en cualquier circunstancia de nuestra vida, si amamos al Señor y anhelamos sus propósitos divinos para nosotras, entendemos que en sus manos están depositados nuestros años (Salmo 31:15), y todo lo que nos suceda aquí en la tierra siempre nos ayudará para nuestro bien (Romanos 8:28).
En estos días en que el mundo vive situaciones de incertidumbre desde finales del 2019, cuando en Wuhan (China) iniciaron los primeros casos del virus, y que aún hoy sigue cobrando vidas, podemos sentirnos derrotadas y sin esperanzas porque ha sido un período difícil que no se acerca ni un poco a lo que deseamos vivir y mucho menos de ser perfecto. Pero quiero que recordemos esta verdad: todo lo que sucede dentro de la voluntad de Dios es incuestionable, por una razón: El es Dios sabio, su sabiduría es infinitamente superior a la nuestra. Lo que El determina siempre será mucho mejor (Romanos 11:33-35).
La palabra “tiempo” nos hace pensar en las horas del día, nuestra edad en años, entre otras cosas; la RAE define el concepto tiempo “como la duración de las cosas sujetas a mudanza”. Este concepto lo define como algo que está en movimiento y así es. Pero Dios es el dueño y está por encima del tiempo y lo dispone a Su soberana voluntad, como nos dice en Salmos 90.4: “Porque mil años ante tus ojos son como el día de ayer que ya pasó, y como una vigilia de la noche.”
Me gustaría contarte un pequeño testimonio. Mi esposo y yo desde antes de conocernos teníamos muy claro que cuando Dios nos enviara la persona indicada para casarnos, queríamos tener nuestros hijos relativamente pronto, porque ambos siempre soñamos con vivir la bendición de ser padres. El pasado año habíamos decidido que queríamos concebir un bebé, y después de un tiempo orando al Señor, entendimos que sí, que era el tiempo correcto (según nuestros propios criterios). Pero justo un mes después de quedar embarazados, se reporta en mi país (República Dominicana) el primer caso del virus COVID-19 y, dos semanas después se declara cuarentena nacional. En ese momento mi mente hizo “BOOM” estallando con un sinfín de ideas y pensamientos llenos de mucho temor.
Pero ¿llegó mi embarazo en el tiempo de Dios y su voluntad para nosotros? La respuesta es SI, porque he aprendido durante todo este proceso que no importa que planes pueda tener a corto o largo plazo, pues es Dios quien tiene en sus manos el timón de mi vida y la decisión final de lo que me acontecerá (Proverbios 16:1). ¡Qué bendición! es para nosotras como pecadoras que no tengamos el control de nada, porque… qué caos sería, ¿cierto?
Mi hermana querida, lo que para nosotras resulta fuera de nuestros planes, fuera de nuestros anhelos, lo que resulta imperfecto para nosotras, para Dios no lo es. Él siempre tiene el control absoluto de todo y todo lo que nos ocurre está en el momento justo de su voluntad. Y esto quiero que recordemos y guardemos: que este tiempo de pandemia que nos pudiera traer incertidumbres e inseguridades a nuestras vidas, que las dificultades por las que estemos atravesando, que las pérdidas de seres queridos o pérdidas materiales que hemos tenido, todo eso no es ajeno al Dios que tiene el universo en Sus manos y cuida de cada detalle, cada aspecto de la vida y de la historia (Isaías 41:4). Recuerda que todos sus planes emanan de un carácter único bondadoso.
Oro para que cada una podamos cultivar un corazón agradecido en todo tiempo, y proclamemos las bendiciones de nuestro Padre que son muchas, declaremos la palabra de Dios en todos los días con fe y así poder apreciar y valorar el perfecto tiempo de Dios en nuestras vidas.
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