Cristo Nuestra Propiciación

En estos días donde el mundo recuerda la muerte de Cristo y lo celebra como una tradición, es bueno tener claro lo que implicó todo este acontecimiento y no pasar por alto su gran valor y significado para no verlo como algo simple. En el artículo anterior hablábamos de la condición del ser humano. La Biblia nos dice que Dios nos creó para Gloria de Él, para que le obedezcamos y tengamos una relación personal con El, pero el hombre decidió hacer las cosas a su manera y desde ese momento hemos decidido ser autónomos, no queremos el apoyo de Dios ni su consejo y los pilares de la moral han sido afectados negativamente (Romanos 1:21-32).

La Biblia es tan veraz que todo lo que ella dice se ha cumplido y se ve tan claro en los resultados que como humanidad hemos cosechado.  Hemos ofendido a Dios que no es más que pecar contra Él. Tanto el moralista o el “bueno” como el que no lo es, son pecadores delante de Dios de la misma manera, no hay diferencias, porque cada uno hace lo que hace para su propia gloria y no para Dios. (Romanos 3:23).

Es bueno recordar también que Dios ha revelado en Su Palabra que Él es Santo, de hecho, dice que Él es tres veces santo (Isaías 6:3; Apocalipsis 4:8). No nos resulta tan fácil entender esta verdad por nuestra condición caída y segundo, este concepto es difícil de definir. El pastor RC. Sproul, en su libro La Santidad de Dios, escribió que esta palabra es tan extraña a nosotros que la tarea para definirla parece casi imposible. En la Biblia se usa en más de una manera pero cuando se trata de Dios lo que significa es que Él está infinitamente por encima de todo lo demás. Él está transcendentalmente separado. Ser santo es ser otro muy diferente a nosotros. La santidad de Dios se refiere a todo lo que Él es. Todo en Él es santo: Su amor es santo, Su justicia es santa, Su misericordia es santa, etc.

Por esto como Él es perfectamente Santo y justo no puede tener comunión con aquellos que son pecadores, así que El castigará al culpable o al que desobedece su ley moral (Isaías 59:2). Su ira santa es una respuesta a esto, de hecho, Su ira está sobre esa persona que le ofende (Salmo 7:11; Juan 3:36) y al final no es el pecado en sí lo que será condenado sino el que practica el pecado (Romanos 1:18). Habrá un día de la ira de Dios que si el pecador no se arrepiente solo está acumulando más y más para ese día de juicio y condenación eterna (Romanos 2.5).

Somos incapaces de satisfacer la justicia de Dios porque nuestras obras están manchadas con el pecado. No hay nada que podamos hacer para apaciguar o aplacar su santa ira, pero, ahora viene la buena noticia:

«Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo». 1ra Juan 2:2

La palabra Propiciación en su original griego nos da la idea de satisfacer o conciliar a dos partes. Supongamos que una persona tiene un problema, deuda u ofensa con otra persona y se produce una demanda sobre la que ofende, a menos que se satisfaga dicha demanda el problema es imposible de resolver ni habrá una reconciliación.  Igual pasó con nosotras, el pecado ofendió a Dios, nos mantuvo alejadas de Él, no podíamos tener comunión con El, por lo tanto, era necesaria la propiciación para aplacar Sus demandas. Dios mismo proveyó la ofrenda que el hombre era totalmente incapaz de ofrecer, es decir, el Dios contra quien habíamos pecado provee el medio de satisfacer Su propia justicia (Romanos 3:25).

Y aquí la buena noticia: Cristo fue esa ofrenda y a través de Su muerte en la cruz logró satisfacer la ira de Dios sobre nosotras. ¿Recuerdas cuando Él oró al Padre horas antes de morir diciendo si es posible, pasa de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres (Mateo 26:39)? Por amor, Él tomó la copa de la ira de Dios para librarnos de la condenación (Salmo 75:8).

Así que al recordar la muerte de nuestro Bendito y Glorioso Señor, medita que:

Que esto nos lleve a vivir vidas santas y dignas de Él. Que el servicio y la devoción sean el fruto del amor que tenemos al Salvador de nuestra alma por lo que Él es y ha hecho.

Si no eres creyente, te dejo saber que solo los que vienen a Cristo confiando en Su obra en la Cruz son los únicos que pueden ser librados de la ira de Dios. ¡Ven a Él en arrepentimiento y fe!

Hermanas, les comparto esta alabanza y que al escucharla sus corazones se llenen de gratitud por lo que Cristo ya hizo. ¡Aleluya!

2 comentarios sobre “Cristo Nuestra Propiciación

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