Venciendo la Ansiedad

A lo largo del desarrollo de esta pandemia del Covid-19 y bajo las medidas del distanciamiento social, se ha destacado uno de los problemas emocionales más frecuentes, la ansiedad. La ansiedad no siempre es patológica, de hecho, hay cierto nivel que resulta como estímulo para resolver situaciones de la vida cotidiana. Pero ¿en qué momento comienza a ser estorbo en nuestra vida cristiana?

Muchas de nosotras en algún momento nos hemos sentido inquietas por decisiones que debemos tomar, sobre una situación financiera en la familia, un cambio en tu trabajo, tal vez elaboraste algún plan o iniciaste un proyecto, pero no sabes cuáles próximos pasos dar, ¿cierto? Recreamos las ideas una y otra vez en nuestras mentes hasta encontrar respuestas y nos preocupamos desmedidamente hasta crear angustia por algo que todavía no ha pasado. Con nuestros labios decimos confiar en Dios, pero en nuestro día a día vivimos de tal manera que nos ahogamos en un mar de angustias, poniendo en duda el carácter de Dios. Nuestras acciones dicen, “Dios no es suficiente, no es todopoderoso para vencer cualquier situación difícil que estemos atravesando”.

¿Recuerdan a Marta? (Lucas 10:38-42) Cuando Jesús llega a la casa de María y Marta, reprocha su actitud diciéndole: «…afanada y turbada estás». Este tipo de ansiedad, que es la más común, es regañada en las Escrituras, porque desconfías de Dios y niegas directamente dos de Sus atributos: Su fidelidad y Su provisión, y así como existe un tipo de ansiedad que requiere tratamiento psicológico, la ansiedad existencial, como el estar afanoso, es un pecado que requiere arrepentimiento.

Otra historia que siempre me gusta leer es la de Jesús caminando sobre las aguas del lago de Genesaret (o Mar de Galilea como mejor le conocemos), en medio de una tormenta para llegar hasta la barca donde están sus discípulos (Mateo 14:22-32), no hay una sola vez en que me reencuentre con este pasaje que no quede impactada. Esta historia me recuerda que, las tormentas de la vida estarán ahí, el temor y la preocupación de Pedro y los apóstoles era real y aunque Jesús estaba en frente de ellos, algunos no pudieron reconocerlo, y en el caso de Pedro, apartó sus ojos de Jesús. ¿Qué hizo Jesús?  Le llamó la atención a Pedro sobre su fe.

El evangelista George Muller dijo una vez: “El comienzo de la ansiedad es el final de la fe. El comienzo de la fe verdadera es el final de la ansiedad”.  Es interesante el hecho de que, así como Jesús, Muller hace un contraste de la ansiedad con la fe. ¡Cuán cierto es esto! La preocupación inicia con una simple conversación que tienes contigo misma a diario acerca de cosas que muchas veces no puedes controlar, y nos sucede como a Pedro, perdemos de vista a Jesús. La oración es la conversación con Dios sobre cosas que confías que Él sí puede cambiar y puede controlar.

Ahora bien, ¿Cómo puedes aplicar estos pasajes a tu vida para vencer la ansiedad? Te comparto lo que he puesto en práctica:

Identifica cual es la raíz de lo que estás sintiendo:

Toma un momento para analizar cuál es la fuente de lo que estás sintiendo, si es alguna noticia, algo que estás leyendo, que estás escuchando. Tan pronto identifiques cual es la raíz por la cual has reconocido que te sientes ansiosa, ve a Dios a presentar dichas preocupaciones.

Mantén el enfoque:

Cuando se habla de ansiedad en el Nuevo Testamento, muchas veces se refiere a tener una mente dividida, y algo que aprendí del apóstol Pedro, es a no perder el enfoque. Nuestras circunstancias no son mayores que el Dios al cual creemos y servimos, mantén tu mirada centrada en Jesús, quien es el autor y consumador de nuestra fe. La ansiedad limita nuestra capacidad de ver las cosas con claridad, andamos tan preocupados por lo que va a pasar que ella cautiva nuestra mente y domina nuestra actitud. Mantener el enfoque en Jesús es darle el timón de nuestra vida y de lo que acontece a Quien todo lo controla.

Deposita tus cargas sobre Él:

¿Alguna vez te ha tocado caminar un largo camino con algo muy pesado en manos? A veces quisiéramos que llegara alguien y llevara el peso que cargamos, ¿verdad? Pues eso mismo pasa con Jesús, Su Palabra nos invita a llevar nuestras cargas a Él. Aceptemos esta invitación y aprendamos a llevar nuestras preocupaciones ante el Señor y a confiar en que Él tiene cuidado de nosotras. Cada vez que lleguen a tu mente pensamientos que te inquieten, habla con Dios y ve a Su Palabra. No sólo confiemos en Él para las cosas grandes, sino también para las cosas pequeñas que suceden en nuestras vidasPor nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios.” Fil. 4:6 (NBLA)

Vive un día a la vez:

“Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” (Mateo 6:34). Somos productivas cuando nos concentramos en realizar las tareas un día a la vez, incluyendo el tiempo de descanso y reflexión. Sí, estas dos últimas son una parte muy importante de nuestro caminar con Dios, traen paz a nuestra mente y son claves para poder traer gloria a Dios en todo lo que hacemos. Tambien compartir tiempo con nuestra familia, realizar actividades que nos gusten, ejercitarnos y dedicar tiempo para meditar en la Palabra de Dios.

Pon en orden tus prioridades:

Una vida desordenada es producto de una mente desordenada e intranquila. No hay nada que nos brinde mayor quietud que tener en orden las cosas que debemos hacer en nuestro día a día, definir cuáles son las prioridades en tu vida, cuáles debes trabajar primero y cuáles pueden esperar. Haz una lista de las prioridades que tienes en tu día a día y ponte en marcha, y recordando que el control de todo lo que acontece está bajo la soberanía de Dios.

Busca una mentora:

No podemos vivir la vida cristiana que Dios quiere para nosotras estando aisladas y solitarias, y creyéndonos autosuficientes. Cuando estamos ansiosas, preocupadas, algo que es de mucha bendición es tener una mentora piadosa que te apunte a Cristo, que te escuche, que te ayude, anime y te acompañe en tus luchas para vivir la vida que Dios quiere para ti y a la que puedas rendirle cuentas.

Es nuestra oración que el carácter de Cristo siga siendo forjado en tu vida, quitando toda ansiedad de tu mente y depositando cada día tus cargas a nuestro Señor todopoderoso y dando gracias por cada circunstancia que atravieses en la vida, porque esta es la voluntad del Señor, que todo nos lleve a parecernos más a Cristo.

Dios te bendiga.

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