
He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamaran su nombre Emanuel, “que traducido significa,” Dios con nosotros ”.
Mateo 1:23
En una aldea pequeña asentada sobre una colina al sur de Jerusalén, rodeada de campos donde pastores cuidan sus rebaños durante la vigilia de la noche. Una aldea insignificante para muchos, con pocos habitantes, allí un dueño de una casa se apiadó de una pareja que no tenía techo para un momento tan importante, el nacimiento de su hijo. La cuna de ese bebé fue un pesebre, lugar que las personas usaban como comedero para sus animales domésticos. Unos pastores que estaban en la misma región fueron avisados por un ángel del Señor sobre buenas nuevas de gran gozo y que encontrarían al Salvador envuelto en pañales.
Junto al ángel, una multitud del coro celestial entonando el primer himno de Navidad: ¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Una estrella en el cielo, que brillaba como nunca había brillado jamás, guió por más de cientos de kilómetros a unos magos de oriente para señalarles un lugar específico. Ellos estaban regocijados y al entrar en la casa adoraron al niño (Mateo 1:18-25) (Lucas 2:1-20).
Este nacimiento de un niño que nos fue dado (Isaias 9:6) fue profetizado 700 años antes de que sucediera y efectivamente como se dijo, nació de una virgen (Isaias 7:14). No se sabe exactamente el día o el mes de este evento pero con certeza todos en occidente lo celebramos. Lamentablemente muchos se quedan en el bebé, en el pesebre, en los magos y los pastores. De hecho, vemos las decoraciones navideñas con esos adornos y de un niño que al parecer nunca creció.
Sin embargo en el versículo escrito por el evangelista Mateo nos dice cuál es el corazón de la historia de Navidad: Emmanuel. Este nombre dado, lo que significa literalmente es Dios con nosotros. Este bebé es Dios mismo en forma humana, Dios encarnado. Lo importante aquí es el hecho de que Dios asumió nuestra naturaleza. De que ese bebé prometido que luego creció y se hizo hombre es el Creador todopoderoso de los cielos y la tierra.
Así que debió haber sido alguna razón muy grande o importante, el hecho de que Dios quien es infinitamente rico, glorioso, majestuoso y poderoso, se volviera pobre, renunciara a sus privilegios, se volviera uno de nosotros y viniera a un mundo contaminado por el pecado (Filipenses 2:6-8).
En el relato de Lucas se nos dice que ese bebé nacido en la ciudad de David, es el Salvador (Lucas 2:11), por eso se encarnó Dios, porque no había otra manera de salvar a los pecadores; había un precio que pagar por una deuda que adquirimos (Romanos 6:23), alguien tenía que morir y ese alguien no podía tener deuda sino que al contrario debía ser santo y sin mancha. Solo Jesús quien es Dios cumplía esos requisitos, al vivir una vida perfecta nos hizo justos y al morir como un culpable, nos hizo inocentes (Isaías 53: 5; Romanos 4:5; 2 Corintios 8:9; 1 Pedro 3:18).
Este es el verdadero sentido de la Navidad, el verdadero regalo: Dios en Su gran amor provee de Su justicia para todo aquel que viene en arrepentimiento y pone su confianza solo en Cristo; no es nuestro esfuerzo, no podemos hacer nada para ganarnos o merecernos, es solo poner la fe en El, y aunque el mundo ha tratado de desvirtuar este evento cambiándole su significado, fue algo transcendental.
Por eso lo celebramos hoy y al tener esta verdad en nuestros corazones, eso debe cambiar radicalmente como lo hacemos, y aunque en esa primera Navidad no hubo tanta comida, ni fiestas, ni ropa nueva, si sucedió algo que al día de hoy nos da tanto ejemplo y es que de manera extraordinaria se adoró al Rey de reyes y Señor de señores, que en este día, nosotros tengamos esa misma actitud:
Que como los magos tengamos la humildad de humillarnos y adorar al único que es digno de adoración y rendirle o darle el control total de nuestras vidas.
Que como el ángel que anunció sobre nuestro Señor, veamos que Él es el único y verdadero Dios que posee toda autoridad sobre nuestras vidas.
Que como los pastores demos a conocer a los demás lo que hemos visto, para que los que oigan también se maravillen y vengan a recibir esta salvación gloriosa.
Feliz Navidad!!!