Amar a Dios

“Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.”

Deuteronomio 6:5

La Biblia nos enseña que debemos amar a Dios, y es que para nadie es un secreto que nuestro estilo de vida, nuestras prioridades o nuestras relaciones son influenciadas por la manera como nos relacionarnos con Dios. Amar a Dios nos mantiene en una sola posición, somos lo que somos donde quiera que estemos, sea lo que sea que hagamos, hablemos en cualquier lugar o nos relacionemos con diferentes personas. Ahora bien, ¿Cómo manifestamos este amor a Dios en nuestras vidas? ¿Cómo Dios espera que sea?

No debo dejar que ninguna cosa o persona tome Su lugar en mi corazón

Quiero tomar el ejemplo del pueblo de Israel para ilustrarte esta verdad. Dios le da este mandato a Su pueblo quien se estaba preparando para entrar a la tierra prometida. Ellos venían de un contexto de haber servido a dioses falsos en la tierra de Egipto. Esto estaba en su corazón, la lucha por permanecer fieles al Dios verdadero y apartarse hacia otros amores era real. Y este mandato era una advertencia porque Dios sabía que esto sería recurrente en ellos.  Luego de entrar en la tierra prometida, se volvieron idólatras. El pecado de la idolatría en la Biblia es comparado con la infidelidad dentro del matrimonio. Algunos de los profetas del Antiguo Testamento fueron enviados al Pueblo donde una y otra vez el Señor les recuerda cómo le habían abandonado y se iban tras otros amores. Y es que sus corazones regresaban una y otra vez a Egipto (Hechos 7:39), esa era su realidad interna y se manifestaba en esos actos de desobediencia que ofendían a Dios.

Hoy en día esto no es diferente. Para mí siempre ha sido impresionante cómo el apóstol Juan en 1 Juan 5:21 le dice a sus lectores cristianos: “Guardaos de los ídolos”. La advertencia es oportuna ya que la batalla en nuestro corazón es muy real porque nuestra naturaleza pecaminosa busca que vayamos a los lugares altos a dar a cualquier cosa o persona la devoción que solo debemos dar a Dios. Puedo mencionar algunos de aquellos ídolos que ponemos antes que a Dios: dinero, posesiones, placer, trabajo, profesión, familia, mi cuerpo, cuando hacemos de nuestras responsabilidades y compromisos nuestras prioridades, etc. y es que nos engañan porque ofrecen un supuesto propósito o significado, seguridad, felicidad y por eso ponemos nuestra esperanza en ellos (Salmo 115:4-8).  Pero ninguna de estas cosas hacen justicia a quien es Dios, Su poder, Su grandeza y Su amor, ya que al final seremos defraudados porque solo nuestro Creador puede  satisfacer lo que solo Él puede dar (Salmo 115:9-11).

Amar a Dios

Para evitar este pecado y las consecuencias que trae debemos tomar muy en serio este mandato de amar a Dios, de hecho, este es el más importante de todos (Mateo 22:37-40). Muchas veces entendemos que amarle es solo un esfuerzo que hago por obedecerle. La obediencia es muy importante, pero esto es una consecuencia de mi amor por Él. Jesús lo dijo: “Si me aman, obedezcan mis mandamientos” (Juan 14:15). Lo que debe motivarnos a obedecer es el amor a Dios. No podemos invertir el orden.

Cuando la Biblia nos dice que debo amarle con mi corazón, alma y fuerza, es algo más profundo, es una determinación a entregarlo todo por Él y para Él: mi voluntad, mis deseos, mis acciones, mis anhelos, mis afectos, mis pensamientos y mis capacidades. Todo debe estar íntegramente alineado, no es solo una parte, pues entonces la vida de amor y devoción como Él espera no sería posible.

¿Qué cosa o persona en esta tierra o fuera de ella es más grande, hermoso, poderoso, bueno, sabio, eterno, admirable, precioso, justo, majestuoso que nuestro Dios? Todo aquello por lo que podamos quedar asombradas fue creado por Él, y lo más grandioso es que Él nos ha amado, y lo demostró al darnos a Su Hijo para sufrir la muerte que merecíamos y nos ha colocado en una posición de privilegio delante de Él por la vida de obediencia de Cristo, por lo tanto, a quien debo admirar es a Él.

Amar a Dios es verlo a Él por sobre todas las cosas. Que todo lo que puede ser “ganancia” en este mundo, lo estime como perdida por amor a Cristo (Filipenses 3:7). Amar a Dios es atesorarlo más que a nada y ponerlo por encima de mis otros amores. Amarle es poder decir como los salmistas, que nada que no sea Él es más importante para mí (Salmo 16:2Salmo 73:25), no voy a invertir el orden de prioridades en cada aspecto de mi vida. Nada que no seas Tú, me va a controlar o dominar, nada que no seas Tú, va a consumir todo mi tiempo o todo mi esfuerzo, mis talentos o mis habilidades.

¿Cómo logro esta clase de amor por Dios?

Lo importante aquí es que si hoy podemos amar a Dios es porque Él nos amó primero (1ra Juan 4:19). Su amor fue derramado en nuestros corazones en el mismo momento que nacimos de nuevo (Romanos 5:5). Un corazón de piedra fue cambiado por un corazón de carne y ahora podemos amarlo a través de Cristo (Ezequiel 11:19-20­).

Ahora bien, recuerda que toda relación necesita cultivarse, por lo tanto no puedes disfrutar y deleitarte en Dios si no estás con Él, si no pasas tiempo con Él. Lo que debemos hacer primero en oración es compartir nuestra vida con nuestro Señor y segundo, alimentarnos de Su Palabra. El apóstol Pablo dice que nuestro amor va a abundar más y más en la medida que tengamos un mayor conocimiento de Él y esto solo podemos lograrlo al exponernos intencional y consistentemente a Su Palabra (Filipenses 1:9). Todo mi ser, de manera integral, debe estar alineado a una sola meta que es amar a Dios, pero para que esto se logre, mi mente debe ser llena de Su verdad de manera que produzca pensamientos correctos acerca de quién es Dios y así se modificara mi comportamiento que se verá reflejado en mi estilo de vida.

Pido a Dios en oración que:

  • Si no has confesado a Cristo como tu Salvador, lo puedas hacer ya que es la única manera en que puedes amar a Dios como Él pide. Él es el único que te puede mostrar al Padre tal cual es (Juan 14:9).
  • Tengamos la valentía de entregar esas áreas donde Él no es el Rey y que su Espíritu Santo nos dé lo que necesitamos para lograrlo.
  • No creamos lo que el falso evangelio de nuestros días predica, que solo buscamos o queremos de Dios por sus bendiciones materiales, sino que le busquemos porque queremos disfrutar todo lo que Él es, para dar gloria a Su nombre.
  • Recordemos esto, primero; amar otros dioses al final no nos da ninguna garantía ya que nada en esta tierra fuera de Dios es permanente (1ra de Juan 2:15-17) y segundo; que si le amamos somos conocidas por Él (1 Corintios 8:3). ¡Qué gran privilegio!

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.