Afrontando la pérdida de un ser querido

El año 2019 sin duda alguna, ha sido uno de los años más difíciles para mi familia, pero también fue un año donde experimentamos el consuelo y el amor de nuestro buen, buen Padre de manera palpable y visible. En ese año vimos partir de esta tierra a 7 familiares durante los primeros 8 meses, incluyendo a mi papá, mi suegro y una tía muy amada que se fue a la presencia del Señor de manera inesperada.

Aunque para nosotros, algunas de estas pérdidas fueron imprevisibles, tenemos la certeza de que ya estaban en los planes de Dios desde la eternidad pasada, pues la Biblia dice que Él tiene determinado la duración de nuestros días de este lado del sol, Él sabe qué tiempo viviremos (Job 14:5).

Independientemente de esta realidad, de que tenemos nuestros días contados en esta tierra y que todos en algún momento partiremos, perder a un ser querido duele, y la aflicción es real; sin embargo, como creyentes, que aguardamos la bendita esperanza, debemos elevar nuestra perspectiva por encima de nuestro dolor, pues los sufrimientos que experimentamos ahora no se comparan a la gloria que nos espera (Romanos 8:18).

¿Cómo debemos afrontar la perdida de un ser querido?

Comprender que la muerte es real

Aprender acerca de la brevedad y la fragilidad de la vida es crucial, ya sea que durmamos o seamos levantados al cielo, nuestro tiempo aquí es temporal, y la muerte es uno de los acontecimientos más seguros que tiene todo ser viviente. Sé que para muchos este es un tema muy difícil y prefieren evitarlo a toda costa, y lo entiendo, realmente es triste pensar en ello, de hecho, mientras escribo estas líneas, no puedo evitar que mis lagrimas corran por mis mejillas pensando en cuando tenga que decirle hasta luego a mi esposo o a mi mamá (en caso de que eso ocurra primero), pero la muerte es parte de vivir en un mundo caído, es la consecuencia del pecado (Génesis 3:19), es una realidad inevitable.

Lamentarnos, pero con esperanza

Aún en medio de nuestros momentos más oscuros, tristes y dolorosos, debemos agradar a nuestro Dios. Como creyentes podemos descansar en esa gloriosa esperanza que nos ha sido garantizada por medio de la resurrección de Cristo Jesús, nuestro Salvador. Creemos que Él murió y resucitó y también creemos que cuando Jesús vuelva traerá consigo a los creyentes que hayan muerto (1 Tesalonicenses 4:13-14). Esta es una realidad liberadora que cambia todo el panorama y aún en medio del valle de sombra, nos hace mirar por encima del sol. ¡Bendita esperanza!

Ver la muerte como un cambio de dirección

Desarrollar una correcta perspectiva bíblica sobre la muerte es tarea de todo creyente. Sí, es cierto, ese ser querido será extrañado profundamente, yo extraño a mi papá, extraño su hermosa sonrisa y a veces lloro al ver su fotografía colgada en la puerta de mi refrigerador, sin embargo, sé que está en mejor lugar donde no experimentará más accidentes cerebrovasculares, ni luchará con la pérdida de memoria o la falta de motricidad. Confío en que su partida fue la buena voluntad de Dios.

Oh, con cuán gran gozo debemos decirles a nuestros seres queridos: ¡Hasta pronto, corre, corre a los brazos de tu Señor, VE A CASA, tu (nuestro) verdadero hogar! Lugar de paz, donde no hay más llanto ni dolor, porque estas cosas allí no existen más (Apocalipsis 21:4). Y donde podrá adorar por siempre y para siempre al que está sentado en el trono, merecedor de toda alabanza, honra y gloria. Y nosotros, los que quedamos, seguir hacia delante con la mirada fija en Jesús, en el cielo, anhelando la eternidad, anhelando llegar a casa donde nos volveremos a reunir.

Es importante destacar que la esperanza que he mencionado es para aquellos que han acabado la carrera, que han guardado la fe, como dice el versículo antes mencionado en 1 Tesalonicenses 4:14 y 16, 17; 2 Timoteo 2:11 ¿y entonces que hacemos ante la pérdida de un ser querido no creyente? No quiero ofrecer falsas esperanzas, la Biblia es muy clara respecto al destino de aquellos que mueren sin Él, les espera la condenación eterna. Aún así mi hermana, debemos dar gracias a Dios en todo y por todo, por supuesto, el Señor no se complace en la muerte de los impíos, su deseo es que se aparten de su mal camino y vivan, pero ciertamente no todos van a proceder al arrepentimiento, aunque sí todos habrán tenido la oportunidad de escuchar el mensaje de salvación por cualquiera de las vías que utiliza el Señor para darse a conocer. En medio de ese momento debemos descansar y confiar en Él, orar para que nos llene de Su dulce paz y aferrarnos a esa Roca Inconmovible.

Amada hermana, sé que este 2020 ha sido un año difícil para muchos, quizás tú misma has sido afectada por esta pandemia y has tenido que despedirte de personas amadas, es mi oración que el Dios de toda paz y consolación, Quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones sea contigo y tu familia y que en lugar de rendirte ante la desesperación, en lugar de permanecer en el valle del dolor y el sufrimiento, puedas levantar tu vista al cielo y mirar con valor hacia la eternidad y descansar en Aquel que obra justicia y a Su tiempo, ¡NADA escapa a Su buena voluntad!

Pues, para mí, vivir significa vivir para Cristo y morir es aún mejor.

Filipenses 1:21 (Negritas añadidas)

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