
¡Feliz Navidad! Es probable que al escuchar la palabra Navidad la mayoría de nosotras piense en un árbol lleno de luces, en calles iluminadas con brillantes y alegres colores y es quizás, este derroche de luces de colores lo que hace de esta época la más alegre y esperada de todo el año.
Poner el arbolito en familia es muy emocionante, apagar todas las luces para encender el hermoso árbol y que este brille en todo su esplendor, es sencillamente una experiencia muy gratificante, especialmente para los niños. Lo triste es cuando se acababa la Navidad, no hay más luces y a continuación la parte más triste: desmontar el árbol; para esta tediosa tarea hay muy pocos voluntarios, recuerdo que una vez mi mamá nos “amenazó” con “no volveré a poner arbolito el próximo año si no me ayudan a desmontarlo”.
A mi mente también vienen otros recuerdos de cuando era niña y solíamos pasar la víspera de la Navidad (Nochebuena) en familia, en casa de mis abuelos maternos. Allí hacíamos una cena especial y era uno de esos días destinados para comer mucho. Pero una de las cosas que más he atesorado de esta época de mi vida es que durante esta celebración siempre orábamos, recordábamos el nacimiento de Cristo y cantábamos villancicos, entre los cuales recuerdo de manera especial las estrofas que decían “Noche de paz, noche de amor…en el pesebre del mundo, LA LUZ”,
Esta canción dice una gran verdad: Cristo vino a alumbrar un mundo en tinieblas. Aquel que es la luz verdadera, quien da luz a todos, venía al mundo. Juan 1:9 NTV. El nacimiento de Cristo, en aquella época, era un acontecimiento que algunos esperaban con ansías, como nos dice la Biblia sobre un hombre llamado Simeón: “Era justo y devoto, y esperaba con anhelo que llegara el Mesías y rescatara a Israel”. Lucas 2:25 NTV. Este al ver a Jesús lo tomó en brazos y dijo “Él es una luz para revelar a Dios a las naciones ¡y es la gloria de tu pueblo Israel! Lucas 2:32 NTV.
El nacimiento de Cristo está lleno de luz, unos pastorcillos fueron rodeados por el resplandor de la gloria del Señor (Lucas 1:9), una estrella guio a unos sabios de oriente hacia él; es por esto que no es extraño que la Navidad, cuyo verdadero significado es este milagroso nacimiento, esté cargada de luces, colores y alegría.
Aunque disponemos de un día específico en el año para “celebrar” la Navidad, la verdad es que para aquellas que hemos sido iluminadas por la luz de Cristo, todos los días son como si fuera Navidad. Cada día al despertar, podemos confiar que hemos sido llamadas de las tinieblas a su luz admirable (1ra de Pedro 2:9).
Sabemos que no tenemos que esperar la época navideña para vivir una vida de luz, porque Cristo mismo es nuestra luz, “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Juan 8:12. La luz de Cristo es mucho mejor que millones de luces navideñas, que no van a ser quitadas ni guardadas hasta el próximo año.
Para poder vivir cada día como si fuera Navidad, es necesario seguir a Cristo, de esta manera su luz estará en nosotras. De igual manera, debemos recordar que vino a nacer y morir por nuestros pecados, para darnos vida en abundancia y meditar en su Palabra, que es lámpara y lumbrera a nuestro camino.
Cristo debe ser colocado en el centro de nuestro corazón, para iluminar y llenar de esperanza nuestras vidas todos los días, así que hoy te animo a que cada día celebremos que Cristo nació de manera milagrosa para darnos luz de vida, para salvar nuestras almas y hacernos hijas de Dios. Por eso hoy, deja que la luz de Cristo brille en ti y así poder vivir todos los días como si fuera una eterna Navidad.