
Cada una de nosotras tiene peticiones de oración delante de Dios que son legítimas, y qué bueno que podemos hacer uso del medio que Dios mismo nos proveyó para relacionarlos con Él y presentarle nuestras necesidades, podemos hacerlo con confianza de que somos escuchadas y de que tenemos un Padre que se agrada de relacionarse con nosotras de esa manera (1 Juan 5:14). Pero ¿qué pasa una vez Dios ha contestado nuestras peticiones o cuando por el contrario parece no contestar?
En el corazón del ser humano hay una tendencia a no ser agradecidos por las cosas que hemos recibido, a veces tenemos peticiones que son contestadas y una vez las tenemos las damos por sentado o incluso empezamos a quejarnos de que pudiéramos tener algo mejor, y también tendemos a seguir yendo tras otras cosas con la expectativa de que cuando las tengamos entonces estaremos bien, completos, nuestros problemas se acabarán, seremos más felices, etc.
Todo esto termina siendo un engaño terrible para nuestros corazones, que andan torpemente tratando de saciar la sed de nuestras almas de cisternas sin agua (Jeremías 2:13), al final, yendo de una cosa tras otra nunca estaremos saciados, nuestras expectativas nunca serán plenamente llenadas, porque de hecho, nada en este plano terrenal podrá llenarnos verdaderamente, ni siquiera aquellos deseos legítimos como el de tener un esposo, hijos, quizás alguna verdadera necesidad material suplida, nada de esto nos satisfará por completo.
Entonces ¿cuál es la solución?
Corre hacia la Fuente de Agua Viva (Juan 4:14, Juan 7:38)
Dios nos creó a Su imagen y semejanza y nuestros corazones sólo pueden ser saciados y completos en Él. Debemos pedir perdón al Señor por haber puesto nuestras expectativas de plenitud en cualquier cosa o persona que no sea Él y pedirle que nos permita conocerle cada vez más como la Fuente de bienestar que es.
Si no estás satisfecha en Dios, si no eres llena de Su Palabra y del gozo de la comunión con Él, si no aprendes a apreciar Su hermosura, grandeza y bondad de modo que sobrecojan tu corazón, vivirás permanentemente vacía e insatisfecha, con una vida sin sentido y con una perspectiva meramente terrenal. Cristo Jesús es la verdadera Fuente de Agua Viva que no se agota y ha prometido que quien venga a Él, no tendrá sed jamás.
Da gracias a Dios en todo (1 Tesalonicenses 5:18)
Mira a tu alrededor y piensa en todas aquellas cosas que un día fueron un sueño, una petición delante de Dios y que por Su misericordia Él te ha concedido, y en aquellas que quizás ni siquiera pediste, pero que Dios por Su gracia te ha dado. Piensa en que un día estabas perdida, muerta en tus delitos y pecados y el Señor tuvo misericordia de ti, te dio vida, te limpió y cambió tu corazón.
Todas estas cosas deberían llevarnos a ser agradecidas con nuestro Dios, a vivir una vida de devoción y entrega a Él, a no estar tan centradas en nosotras mismas y en el mundo perfecto en que nos gustaría vivir, sino a servir y amar a quienes nos rodean, dando por gracia, lo que por gracia hemos recibido.
Vive en Contentamiento (1 Timoteo 6:7-8)
Hay un verso en la Biblia que es uno de los más conocidos y está en Filipenses 4:13, que dice “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (estoy segura de que a la mayoría les sale automáticamente tan sólo al leer la cita), pero muchas veces las personas obvian el contexto en el que el apóstol Pablo dijo esto, veamos unos versículos más arriba:
Filipenses 4:10-13
10 En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad.
11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.
12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Pablo afirmaba que el Señor le había enseñado a tener contentamiento no importando cuál fuera su situación, tanto en escasez como en abundancia, Él podía sobreponerse a cualquier circunstancia porque Cristo era su fortaleza.
Así como Pablo ¿Es Cristo tu fortaleza? ¿Puedes afirmar que no importa qué tengas o entiendas que te falte, estas bien con tu Dios? ¿Es Cristo quien te hace vivir de manera plena, satisfecha y completa en Él?
Querida hermana, quiero invitante a reflexionar en estas cosas y a mirar en tu corazón de qué manera has estado teniendo expectativas erradas acerca de que estarás satisfecha una vez tengas tal o cual cosa, si no has sido agradecida con Dios por aquellas cosas que te ha dado y no has visto los recursos que tienes para bendecir a otros y si has pecado por tu falta de contentamiento, no dependiendo de la fuerza provista por Dios para atravesar por los diferentes eventos que haya traído a tu vida.
Que el Señor nos permita decir como el salmista en Salmos 73:25: “A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.”
Les dejo con esta hermosa canción de Jonathan y Sarah Jerez:
Un comentario sobre “Un corazón con contentamiento.”