
De seguro que en esta época has visto varias películas que hacen referencia a la vida del Señor. Una de las partes más emotivas es, cuando en el momento más álgido de su pasión el Señor exclama a gran voz la expresión: “Tetelestai “, que en nuestro idioma significa “consumado es”.
Tanto Marcos (la más antigua de las narraciones del nuevo testamento) como Mateo coinciden en decir que el Señor exclamo a gran voz y entrego su espíritu, pero estos relatos omiten algo que para para nosotros es fundamental y es: ¿Qué fue lo que dijo el señor?, no es hasta que nos sumergimos en el relato del apóstol Juan, en el capítulo 19 versículo 30 que podemos ver la frase que nuestro Salvador dijo con su último aliento:
“Y cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.”
La frase que es traducida como consumado es, tenía, en los tiempos de Jesús, básicamente dos usos:
- Cuando una deuda ha sido saldada por completo.
- Cuando un pastor hallaba el animal perfecto para sacrificio.
Si tomamos el primero de los significados, podemos ver que Cristo en la cruz pago una deuda en su totalidad. Esta deuda se había iniciado en el principio donde Adán, el primer hombre, cayendo en tentación, desobedeció la voz de Dios y comió del fruto prohibido; el pecado entro en su corazón, sus ojos fueron abiertos y fue corrompido para siempre.
Al desobedecer la ley de Dios Adán adquirió una deuda moral impagable. Al presentarse esta situación la relación del hombre con Dios quedo interrumpida debido a que en su condición de pecado le era imposible buscarle y volverse a Él (Romanos 3:23).
Al ver la deuda moral del hombre y que su corazón sigue de continuo al mal, era imposible que la justicia de Dios pudiera ser satisfecha por hombres con corazones en tales condiciones. Así que Él tenía dos opciones, o condenaba a toda la humanidad y la enviaba al infierno o Él enviaba a Su Hijo para que cumpliera la ley. Los escenarios estaban planteados y la decisión en manos del Creador del universo.
Por lo que Dios, como una muestra de Su amor incondicional, sale al encuentro del hombre caído para restablecer una relación con él. Dios manifiesta Su gracia y misericordia al crear un plan para salvar a los hombres de su pecado. (Genesis 3:15)
Esto comienza a ser manifiesto cuando en Genesis 12 el Señor llama a un hombre (Abraham) para luego formar una nación (Israel). Después de Dios apartar a un hombre y conformar del él una nación, les entrego su ley. Si bien es cierto que Dios había mostrado la manera de hacer ofrendas para el perdón de los pecados, estas eran efímeras, ningún cordero o macho cabrío era lo suficientemente bueno como para pagar la deuda moral que se había contraído en el Edén y cubrir las faltas cometidas por el hombre. (Hebreos 10:4)
A través del panorama bíblico podemos ver cómo el drama de la redención se desarrolla, en este vemos a un Israel infiel y a un Dios fiel y misericordioso obrando a través de jueces y profetas para preservar el linaje o el pueblo de donde vendría Su Salvador (o simiente).
El Dios trino opera el mejor plan de todos: proveer de forma definitiva un medio de Salvación. Así que, comisiona al Hijo para que se encarne en la tierra, sirva como modelo de vida y culmine esa obra redentora del Padre.
- Cristo dejó claro en su paso por la tierra cuál era Su postura con relación a la ley de Dios cuando expresa:
No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla. Mat 5:17 -18
- Jesús puso de manifiesto su misión.
Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Mar 10:45
- Nuestro señor vivió una vida ejemplar tanto así que ni el sanedrín ni Pilato encontraron faltas en El, sino que recurrieron a testigos falsos para acusarle:
Y los principales sacerdotes y todo el concilio procuraban obtener falso testimonio contra Jesús, con el fin de darle muerte, y no lo hallaron a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos. Pero más tarde se presentaron dos. Mat 26:59-60
Entonces, maltratado y llevado a la cruz, allí a punto de entregar su alma, en el momento donde El, como el segundo Adán, representante perfecto de la humanidad (1 Cor. 15:45), bebe de la copa de la de la ira de Dios, se hace uno con el pecado, abrumado por la soledad y fuera de la gracia de Su Padre, exclama: ¡consumado es! Obra completada, deuda saldada.
En ese mismo instante cada jota y tilde de la ley habían sido magnificados. La realidad de la cual el templo y el sábado eran sombras; el sacerdocio y las ofrendas innumerables, eran figuras; todo se había realizado. ¡Τetelestai! ¡Consumado es!
La muerte misma se convierte, no en Su vergüenza, sino en Su verdadera gloria. Dios reconcilia al mundo consigo mismo por la muerte de su Hijo en la cruz (Romanos 5:10). El cordero pascual es sacrificado. El Cordero de Dios quita el pecado del mundo.
El triunfo final del reino de Dios se proclama aquí. Es en este momento donde vemos empleado el segundo significado común de la palabra griega, es la expresión de la alegría que trae consigo la victoria. Cristo murió, pero en este mismo hecho está la potencialidad de la redención del mundo. Incluso, en ese preciso momento, Cristo fue la señal de la conclusión triunfante de Su rescate por la humanidad que yacía en perdición por su pecado. «Está terminado». Es la voz de Emmanuel, el Capitán de nuestra salvación, quien en el campo de batalla deja a un lado las armas de Su guerra, y levanta el grito de victoria.