
¿Ya escribiste tus resoluciones para este nuevo año o identificaste algunas metas que quieres alcanzar? A principio del mes de Diciembre o Enero, tiendo a sentarme a planificar lo que me gustaría hacer durante el nuevo año, compro una nueva agenda y anoto cada una de mis metas o resoluciones, con el propósito de mantenerme organizada, aprovechar bien el tiempo y hacer los cambios que sean necesario en mi vida personal.
Trazarnos metas podría ser muy sencillo, cumplirlas es donde esta el verdadero reto, y esto me lleva a recordar que no existe absolutamente nada que yo pueda hacer separada de Dios (Jn. 15:5) sin Su guía y alejada de Su voluntad.
Todas nuestras resoluciones o metas deben estar centradas en Cristo y Su evangelio, deben estar teñidas por un profundo anhelo de seguir siendo transformadas a la imagen de la voluntad de nuestro Padre Celestial. En lugar de escribir una larga lista de cosas que no serán de provecho y de utilidad en la eternidad, debemos rogar a Dios para que El nos indique lo que quiere que hagamos y dentro de Su gracia y misericordia nos dé la sabiduría y fortaleza que necesitamos para lograrlo.
En esta ocasión el Señor me ha guiado a hacer una lista distinta a las que he hecho antes, y la quiero compartir contigo. Son solo tres, podrían parecerte muy sencillas, pero en la práctica diaria no lo son, sin Su ayuda no podremos lograrlo, necesitaremos del poder del Espíritu Santo para que nos aliente y nos consuele, y que en todo momento y circunstancia nos recuerde lo que hemos resuelto. Estoy segura de que esta es la voluntad de Dios para nuestras vidas, que seamos mas como El en nuestra manera de pensar, actuar y hablar.
1- Resuelvo pensar solo lo verdadero:
Nuestra capacidad de pensar es una de las facultades más asombrosas dadas por el creador. A través del pensamiento es que podemos labrar una idea o percepción de la realidad. Como nuestros pensamientos están cimentados en nuestras creencias, cuando nacemos de nuevo debe haber una transformación en nuestra mente (Ro. 12:2) pues la ideología que teníamos en el mundo difiere completamente a la del reino de Dios, pero esto solo podremos lograrlo mediante la obra del Espíritu Santo a medida que estudiamos Su palabra.
Conocerle a Él a través de Su palabra nos conducirá a pensar en lo verdadero acerca de quién es, Su omnipotencia, omnisciencia, omnipresencia, como obra, Su plan de salvación y redención. Tener una imagen de Dios que corresponda con la realidad permea nuestra creencia e interacción con todo lo que nos rodea.
De igual forma Su palabra nos conduce a pensar en lo verdadero acerca de los demás, a no tener prejuicios de nuestros hermanos sin conocerlos, a no juzgar, ni dar espacio a las criticas o chisme (Stg. 4:11; Jn. 7:24; Mt. 7:1-5) También nos guía a nosotras a tener una idea correcta de quienes somos (Ro. 12:3) A recordar que no somos el centro ni las protagonistas de la historia, y a no divagar con toda la amplitud que nuestros pensamientos nos ofrecen, imaginando una vida irreal de lo que pudo haber sido, o deseamos que sea, poniendo de manifiesto con las imágenes de nuestra mente que estamos inconforme con la realidad.
Nuestros pensamientos de alguna manera guían nuestras actitudes, pero si pensamos lo verdadero, actuaremos guiadas por la verdad.
2- Resuelvo actuar piadosamente:
¿Recuerdas la parábola que Jesús enseño acerca del buen Samaritano? (Lucas 10:25-37) Cada vez que la leo me impresiona, es una enseñanza confrontadora y retadora, hay mucho que aprender de ella, pero solo voy a destacar la actitud piadosa y misericordiosa del samaritano. Este hombre y el que cayó en manos de ladrones (que era un judío) eran enemigos, el samaritano era el personaje menos esperado dentro de la historia, pues parecía imposible que el fuera movido a misericordia ante un enemigo. Si conoces la historia, ya sabes todo lo que el hizo por este pobre hombre, de lo contrario, te motivo a leerla.
Mostrar piedad y misericordia por nuestros amigos y familiares a quienes amamos, es muy fácil y poco sacrificial (Mat. 5:46-48), sin embargo, uno de los mandamientos dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mat. 22:36-40) Considerando que nuestro prójimo es todo aquel que está cerca, eso incluye a nuestros enemigos, y a ellos también estamos llamados a amar y hacer bien. (Mat. 5:43-44)
El Señor nos llama a ser bondadosos y compasivos unos con otros. (Ef. 4:32) A tratar a los demás como queremos ser tratados. (Mat. 7:12) A practicar la hospitalidad. (Ro. 12:13) A vivir en armonía los unos con los otros. (1 Pe. 3:8) A dar buen testimonio entre los de afuera. (1 Tim. 3:7) A andar como es digno del Señor. (Col. 1:10) A hacer el bien. (Gal. 6:10; 2 Te. 3:13) A procurar siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos. (1 Te. 5:15)
3- Resuelvo hablar solo palabras de edificación:
Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Ef. 4:29
Esta es una de las áreas en la que reflejamos nuestro nuevo nacimiento, el lenguaje corrompido es incompatible con el carácter del cristiano (Col. 3:8). Los creyentes debemos compartir palabras llenas de gracia (Ec. 10:12; Col. 4:6), que sirvan para instruir, enseñar, animar, alentar, consolar; haciendo uso de ellas con sabiduría en el momento oportuno. “El hombre se alegra con la respuesta de su boca; Y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!”. (Pr. 15:23) “Manzana de oro con figuras de plata, es la palabra dicha como conviene”. (Pr. 25:11)
El corazón del creyente se refleja en sus palabras impregnadas de verdad. Del buen tesoro de su corazón saca lo bueno (Lc. 6:45) Sin dar oportunidad a palabras ociosas, porque de cada una de ellas habremos de dar cuenta. (Mat. 12:36)
Debemos aprender a hablar solo cuando sea necesario y a expresar palabras apropiadas y con prudencia. “En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente”. (Pr. 10:19)
Si consideras que estas resoluciones podrían ser de utilidad y edificación a tu vida, te motivo a imprimirlas o copiarlas y colgarlas en algún lugar visible, llévalas ante el Señor en oración durante este nuevo año que casi inicia y pídele que se filtren en las costuras y telas de toda tu vida. Que tu manera de pensar, actuar, y hablar haga al evangelio palpable y creíble. ¡Haz a Cristo evidente!
Excelente…
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