Rut, ejemplo de una amistad leal

La razón por la que escogí escribir sobre este tema es porque la historia de Rut es tan extraordinaria para mí, pues vemos a Dios interviniendo de manera directa en la vida de este personaje y de quienes la rodean, lo vemos obrando en lo cotidiano de esas personas, no sólo para bendecirles por amor a ellos, sino para cumplir Sus propósitos eternos. No sé cuántas veces lo he leído, créanme que han sido muchas, y ahora al escribir tuve que hacerlo nuevamente y profundizar aún más, sin embargo, Dios me sigue mostrando algo nuevo a través de este libro. En esta ocasión me voy a enfocar en el ejemplo de Rut en cuanto a la amistad y por eso hablaré un poco de su contexto, para que entendamos o veamos los principios que podemos sacar de su vida en este tema.

Esta historia de la Biblia es narrada en una época donde Israel era gobernada por jueces (Rut 1:1). Una época difícil y oscura dentro de su historia. Cada uno hacía lo que le parecía, pecando una y otra vez contra Dios (Jueces 21:25). Un hombre llamado Elimelec, esposo de Noemí decide mudarse a Moab junto a sus hijos debido a una hambruna en Israel (Rut 1:1-2). La Biblia nos enseña que esta ciudad era pagana y adoraba dioses falsos (Jueces 10:6) y allí Elimelec fallece (Rut 1:3).  Sus hijos se casaron con mujeres moabitas y también fallecieron, quedando así tres mujeres viudas (Rut 1:4-5).

Imagina, la muerte de estos hombres era algo demasiado desalentador y desesperanzador para estas mujeres ya que vivían en una época patriarcal, por eso dice que Noemí quedó desamparada. Ella, específicamente lo perdió todo: su esposo, sus dos hijos y su hogar o su herencia. Luego de todo esto se entera de que Jehová había visitado su pueblo y decide regresar (Rut 1:6) y les hace saber a sus nueras Rut y Orfa que se pueden quedar en Moab porque no tiene nada que ofrecerles (Rut 1:11-13). En medio de todo esto Rut le dice:

No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos.  Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más. Ruth 1:16-18

Una de las enseñanzas que podemos aprender del libro de Rut es sobre su relación con Noemí y es tan puntual para fortalecer el tema de la amistad hoy en día. Vivimos en un mundo que esta super conectado, como nunca antes, muchos tenemos teléfonos inteligentes, muchos estamos en las redes sociales, contactamos a los demás a través del correo electrónico, pero al mismo tiempo e irónicamente estamos muy desconectados, porque, aunque tengamos mil “amigos” en Facebook o mil seguidores es Instagram, fomentar una verdadera amistad con otro ser humano no se trata de estos modelos distorsionados que están definidos en nuestra época. La tendencia es irnos a dos extremos, volvernos dependientes de nuestros amigos, como compartía Mafelin en un artículo anterior, colocándolos a ellos en un nivel de prioridad equivocado o creernos que debemos vivir solos sin tener a nadie en quien confiar, compartir, serle leal y fiel. Hoy tenemos miedo de profundizar en una verdadera relación porque tememos ser heridos y porque cada día más la confianza en otro ser humano se ha ido perdiendo porque el pecado también ha trastocado el tema de las relaciones. Nos aterra dar más de lo que otro nos pueda ofrecer porque luchamos con el egoísmo y el individualismo imperante.

Y aunque parezca sencillo el tema, Dios es el creador de las relaciones, Él es quien definió cómo debe ser la amistad y Él es quien la propicia. Nosotros fuimos creados para vivir juntos, para que nos necesitemos unos a otros (Genesis 2:18). Dios puso en nosotros el deseo de relacionarnos, de amar, de dar y servir a otra persona. Estas bondades vienen de Él, primero porque Él no está solo, sino que está en una comunión de amor en la Trinidad.  Segundo, Jesús mostró cuán importante es la amistad cuando al morir en la cruz, de ser enemigos, nos hizo Sus amigos. Él es nuestro modelo de cómo debemos entonces relacionarnos (Juan 15:17). Así que una amistad sana pone a Dios en primer lugar, Él está por encima de ella misma, pero al mismo tiempo podemos verlo a Él, gozarnos y agradecerle por haber creado este tipo de relación.

Rut es un lindo ejemplo de una amistad verdadera y a la manera de Dios, por eso está en la Biblia. Su fidelidad a Noemí es asombrosa. Su compromiso es digno de admirar. Orfa besó a Noemí y se despidió de ella, pero Rut, aun cuando Noemí le suplicó que no lo hiciera, se quedó con ella y aun diciéndole el futuro sin esperanza que tenían (pues Rut no se iba a casar nuevamente, no iba a tener hijos e iba a una tierra desconocida con costumbres diferentes a la de ella), estaba dispuesta a morir en ese lugar.

¿Qué podemos aprender de la historia de Rut?·         La amistad es guiar a otros a Cristo. Noemí en medio de su situación sombría y dolor pudo ver a una joven aferrada a la fe en Dios y dar su vida para ayudar a una viuda, y créanme hermanas, esto anima, levanta, da ejemplo. En la carta de Hebreos el autor nos dice que debemos exhortarnos unos a otros todos los días (Hebreos 3:13) y a animarnos unos a otros (Hebreos 10:25). La nube gris que había en la vida de Noemí fue disipada por la compañía de Rut. 

  • La amistad es para dar. No debemos ser amigos de otros por los beneficios que podamos obtener de ellos, sino por lo que podamos hacer por ellos. Rut no siguió a Noemí por conveniencia, sino por su compromiso con ella que era fuerte y firme, no importando las circunstancias. Jesús lo dijo en Juan 15:12, nadie tiene mayor amor que este, que dé su vida por sus amigos.
  • La amistad aligera nuestra carga. ¿Recuerdan cuando Job estaba pasando una gran prueba y sus amigos se condolieron de él y le acompañaron una semana en silencio porque veían que su dolor era muy grande (Job 2:11-13)? Cuando estamos en momentos de dolor, de prueba y dificultades, todo ese peso se puede balancear por la compañía de un buen amigo.
  • La amistad es proactividad. Debo servir cuando me necesiten (aunque hablar de servicio en nuestra época suena a mala palabra), identificando el problema o la necesidad en ese hermano o amigo y no esperar que nos soliciten actuar, no viéndolo como una carga, sino como una oportunidad de servir en amor para la exaltación del Reino (Gálatas 6:10). Nuestro modelo, Jesucristo, vino para servir, nosotras debemos hacer lo mismo (Marcos 10:45).

Sé que hay más principios en la historia de Rut, si identificas otros puedes compartirlos con nosotras en un comentario. Debemos aplicarlos, porque si bien es cierto que muchas relaciones se rompen, que hay falta de lealtad, sinceridad y compromiso, no debemos olvidar que tenemos a Jesús para ayudarnos. Es verdad, algunos amigos nos han decepcionado y herido, hemos sido quizás traicionadas y la confianza ha sido rota, pero también debemos reconocer que hemos fallado en no aplicar estas verdades, pero ahora tenemos una oportunidad más de ser como Rut para que el mundo vea a Cristo por la manera como somos con nuestros amigos: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35).

Un comentario sobre “Rut, ejemplo de una amistad leal

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.