
El tema de la culpa es muy común entre nosotras las mujeres de una manera que nos lleva a la desilusión o a la decadencia espiritual, nos lleva a sentirnos cargadas, deprimidas y abrumadas. Se que muchas de nosotras hemos pasado por el trago amargo de culparnos por los pecados del pasado o por luchas presente que muchas veces nos persiguen como una voz diciendo a nuestra conciencia: es muy grande tu pecado para ser perdonado. Estas voces nos acosan y nos quitan el gozo. También tenemos un enemigo que es un acusador y está recordándonos constantemente nuestras caídas (Apocalipsis 12:10). Otras veces hay sentimientos de que Dios no nos ha perdonado y es difícil aceptar Su amor sobre todo cuando se está lidiando con las consecuencias o la vergüenza de nuestros actos.
¿Qué es la culpa?
Realmente la culpa en sí misma no es mala. Si recuerdas, la Palabra nos enseña que Dios aborrece el pecado, que no es más que transgredir Su ley moral. Todo pecado merece el castigo y nuestra conciencia lo sabe bien. Dios nos dio el regalo de la conciencia como una alerta en nuestro interior que suena fuerte cuando le ofendemos y juzga lo que hacemos con el fin de que nos alejemos del pecado. Si somos cristianas estamos muy conscientes de que nuestro pecado es tan malo que no debería ser perdonado, que es muy grande y también que no podemos pagar la deuda que tenemos ante Dios por lo que hemos hecho, pues Él es justo y Santo por lo que merecemos el castigo y la condenación. Sabemos que compareceremos ante Su tribunal y que debemos pagar y eso produce en nosotros ese sentimiento o sensación de culpa.
Esto tuvo su comienzo en Genesis 3 el cual nos muestra que nuestros primeros padres experimentaron la culpa. Ellos, luego de haber pecado se escondieron de Dios porque estaban avergonzados de lo que hicieron, eso es culpa. Luego quisieron limpiarse o quitarse el peso de esa culpa con sus propios métodos al cubrirse de su desnudez. Sin embargo, Dios mismo les vistió dándonos a entender que nosotros no podemos perdonarnos a nosotros mismos y que para ser libre de la culpa y el pecado que nos separa, necesariamente debe venir de Él la ayuda, la solución y la redención pues nada de lo que podamos hacer es suficiente para cubrirnos, para limpiarnos o librarnos.
Adán y Eva no podían hacer nada, no podían pagar, al igual que nosotras, por lo que un sustituto era necesario, así que Dios sacrifica un animal inocente para tomar su piel y así cubrirles mostrándonos lo que en un futuro sucedería. Esto era un símbolo del sacrificio perfecto que Dios iba a ofrecer por todos nuestros pecados (Hebreos 10:10-14). Dios entregó a su Hijo, el cordero inocente quien sería nuestro sustituto permanente (Juan 1:29).
Ellos enfrentaron la culpa y al igual nosotras tenemos que enfrentarla, y debemos lidiar con ella para que nos lleve al arrepentimiento, pero no todas lo hacemos de la misma manera. Si crees estas cosas que detallo más adelante, estas enfrentándola de manera incorrecta:
- La culpa te lleva a creer que no hay esperanza.
- La culpa te lleva a creer que no hay solución.
- La culpa te lleva a lugares equivocados para buscar ayuda.
- La culpa te aleja de personas que pueden ayudarte.
- La culpa te lleva a hacer obras, penitencias o auto justificarte para quitar lo pecaminoso que has hecho y así borrarlo o quitarlo de tu vida para sentir que eres acepta ante Dios.
- La culpa te lleva al desánimo y a rendirte a ese pecado porque crees que al pecar eres una fracasada para siempre.
- La culpa te lleva a rehusar el perdón de Dios.
- La culpa te lleva a creer que Dios no te ama.
- La culpa te aleja de Dios.
Hermana, no hay tamaño de una transgresión que no sea perdonada (Isaías 1:18) y quien lo ha dicho es Dios (Hebreos 10:17). Si no crees esto o no aceptas Su perdón y gracia, jamás podrás sentirte libre y vivir en esa realidad como cristiana.
Veamos lo que nos enseña el Evangelio y así podrás quitar la incredulidad y lidiar con el pecado o la influencia de un mundo que permea nuestras mentes con mentiras. Escudriñar las Escrituras cambiara esas mentiras por la Verdad con la ayuda del Espíritu Santo. Recuerda que ellas son inspiradas así que es El mismo Dios hablándonos. Te recomiendo leer los pasajes que he citado:
1- Éramos culpable, pero Dios en Su gracia proveyó un sustituto que pagara la deuda que nosotros teníamos con El. El castigo por nuestros pecados fue pagado de forma permanente.
2- Una vez que confesaste tus pecados y viniste a Jesús en arrepentimiento y fe, fuiste perdonada.
3- Al estar unida a Cristo ya no hay condenación sobre ti ni por los pecados pasados, ni presentes ni futuros.
4. Dios no solo te perdonó, sino que también te justificó. Él te hizo justa a través de la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo.
5- Ahora estás en un proceso de santificación. Dios te está formando a la imagen de Su hijo.
Esto mas que guiarnos a una vida de licencia para seguir pecando deliberadamente y sumerginos luego en la culpa, nos debe guiar a una constante adoración y a una vida de obediencia en gratitud porque El Rey eterno llevó nuestras culpas al madero. Si quieres ser libre debes creer estas verdades para que estas cambien tu perspectiva de ver a Dios con relación al pecado y el perdón. Ve al Señor y sumérgete en la verdad de lo que Cristo hizo.
Estos pasos te pueden ayudar como me ayudaron a mi:
- Ora, confiesa tus pecados, apártate de ellos, sobre todo el de la incredulidad. Dios te ha dado todo para vivir la vida piadosa que Él espera (1 Juan 1:9; 2 Pedro 1:3).
- Despójate de todo peso y del pecado que te asedia, poniendo los ojos en Jesús (Hebreos 12:1).
- Vive en Su palabra para que ella continúe transformando tus pensamientos de tal manera que tu mente sea cada vez más como la de Cristo. Entonces lograras confiar más en Él (Romanos 12:2).
- Busca ayuda de hermanos maduros en la fe quienes te pueden acompañar y guiar (Santiago 5:16).
- Vive la vida abundante que Dios te ha regalado, con gozo y gratitud por lo que El ya hizo (Colosenses 1:12-14).
Dios te bendiga!
De vez en cuando he leído algunas publicaciones, creo que Dios le usa para bendición de muchas personas.
Justo ahora estoy pasando por una prueba muy grande y es como su usted conociera mi estado, no hay duda que Dios me ama mucho y aunque me está costando en su nombre me levantaré. No deje de escribir, Dios le bendiga grandemente.
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Hola Karina. Dios te fortalezca en medio de esta prueba. No olvides que El esta contigo todos los dias hasta el Fin. No estas sola. Apoyate y amparate en Su poder y fuerza para salir victoriosa pues en El ya lo eres. El ganó la victoria por ti hace dos mil años en la cruz. No dejes de orar y sumergirte en Su palabra y promesas eternas. Estare orando por ti 🙂
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Que el Señor siga proveyendo todo para está obra que me alienta tanto!
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Graciela,
Nos alegramos bastante de que Dios este ministrando tu vida a traves de Su palabra. Oramos para que tu fe siga fortaleciendose!
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