No juzgar para no ser juzgado (1ra Parte)

Parecería bastante lógico ver como Jesús, habiendo descrito el carácter, la influencia, la justicia, y la piedad del cristiano (la serie completa del Sermón del Monte en los artículos anteriores), finalmente se enfoca en nuestras relaciones, porque la contracultura y la influencia que podemos ejercer como cristianas no es un asunto  individualista sino comunitario, y las relaciones dentro de esta comunidad y fuera de ella son de muchísima importancia. Por ende, todos nosotros tenemos una realidad relacional que no podemos evitar, que implica la interacción con más personas; familiares, amigos, colegas, compañeros de estudios y vecinos.

Pero a veces nos encontramos con muchos obstáculos cuando queremos interpretar las enseñanzas de Jesús a nuestra manera y no a la suya. Cuando nuestra naturaleza caída nos hace creernos dios al ser implacables con los demás, resultan los malos entendidos con los que están fuera del redil y más aun con nuestros hermanos en la fe. En este caso, nos enfocaremos en el último.

“No me juzguen”         “No tienes el derecho de juzgarme”     “Solo Dios puede juzgarme”

Estas expresiones suelen ser usadas por muchos para callar a quienes consideran sus críticos, en un afán por evitar ser evaluados de manera negativa, interpretando que lo que Jesús realmente quiso decir en Mateo 7:1 “No juzguéis para que no seáis juzgado” es; “Ninguno tiene derecho a decir que lo que hago o digo está mal”, lo que le permitiera justificar sus acciones. Al Jesús decir esto, ciertamente ha sido uno de los versos más mencionados, donde suele recostarse una persona para no ver su propia realidad pecaminosa. En efecto, este versículo también ha generado disgustos en diversos grupos de la esfera social y religiosa, lo que demuestra lo mal comprendido que ha sido. Veamos todo el pasaje de Mateo 7:1-6 por partes:

  1. Nuestra actitud hacia nuestros hermanos

“No juzguéis para que no seáis juzgados.”  Mateo 7:1

Al leer este pasaje podríamos preguntarnos ¿Cómo pues nos debemos conducir cuando vemos que una persona tiene un mal comportamiento delante de Dios? ¿Dejó Dios instrucciones de qué debemos hacer en tal caso? El Señor si nos dejó tal guianza, pero en primer lugar;

a) No debemos ser juez. «no juzguéis» no  puede entenderse como un mandato a suspender nuestras facultades críticas hacia otras personas, a volvernos ciegos a las faltas, entre la verdad y el error, lo bueno y lo malo. No sería honesto más bien  hipócrita conducirse de esta manera, y conocemos del amor del Señor por la integridad y de su odio por la hipocresía. Como hijas de Dios tenemos la capacidad  de emitir juicios de valor, usando el discernimiento (Colosenses 1:91 Tesalonicenses 5:21). Ahora bien, ¿a qué clase de juicio es el que no podemos emitir?

  • El juicio falso. La Biblia claramente prohíbe dar falso testimonio (Proverbios 19: 5). «Que a nadie difamen» (Tito 3:2).
  • El juicio severo e implacable. «Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido» (Mateo 7: 2).
  • El juicio superficial. Juzgar a alguien con base solo en las apariencias es pecado (Juan 7:24).
  • El juicio del que se cree más santo. Estamos llamados a la humildad y «Dios resiste a los soberbios» (Santiago 4: 6).
  • El juicio hipócrita. Cuando señalamos el pecado de otros mientras cometemos el mismo pecado, nos condenamos a nosotros mismos (Romanos 2: 1).

Jesús no prohibió el juicio hacia otros. Solo requiere que nuestro juicio sea completamente justo y lo elogia (Juan 7:24), y que solamente juzguemos a otros por las medidas que a nosotros nos gustaría que nos juzgaran. Pero Jesús.

Nosotros debemos considerar que también seremos juzgados

“Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midáis, se os medirá.” Mateo 7:2

Este es el principio sobre el cual Jesús hizo el mandamiento, “No juzguéis, para que no seáis juzgados.” Dios nos medirá de acuerdo con la medida que medimos a los demás. Esta es una motivación poderosa para que seamos generosos al mostrar amor, perdón y bondad hacia otros. Si queremos esas cosas de Dios, deberíamos de dar más de ellas a los demás. Deberíamos de juzgar el comportamiento de otros cuando tengamos en mente que nosotros mismos también hemos de ser  juzgados.

b) No debemos ser hipócritas.

“¿Y por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo?  ¿O cómo puedes decir a tu hermano: “Déjame sacarte la mota del ojo”, cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano.” Mateo 7:3-5

En artículos anteriores, vimos cómo Jesús nos advierte sobre la hipocresía cuando hacemos las cosas para ser vistos y adulados por los hombres. En este texto, por medio de una ilustración Jesús utiliza “la mota y la viga” para hacernos clara referencia a la tendencia que tenemos de mirar con mucho detalle los pecados de los demás, en cambio denota nuestra propia ceguera al no admitir nuestra condición pecaminosa o pretender que son insignificantes en comparación.

Es por eso que somos incompetentes para ser jueces, porque en verdad somos seres humanos falibles y caídos. La caída nos ha hecho a todos pecadores, por ende no estamos en condiciones de creernos jueces de nuestros hermanos pecadores. No estamos calificados para ello…

En la próxima parte terminaremos de estudiar todo el texto de Mateo 7:3-6. Gracias por acompañarnos…

Referencias:

*El Sermón del MonteContracultura cristiana por John STOTT. Buenos Aires 1998

2 comentarios sobre “No juzgar para no ser juzgado (1ra Parte)

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