
“La preocupación es pecado”, es lo primero que me vino a la cabeza cuando leí Mateo 6:25-34. Y si la preocupación es pecado debo confesar que lucho todos los días con eso, ya que de una forma u otra diariamente hay cosas por las que me preocupo, aunque sea un poco.
A primera instancia, Jesús pudiera parecer insensible al decirle a sus discípulos “no se preocupen por su vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa?” (Mateo 6:25). En serio Jesús? Pretendes que vivamos la vida como si no tuviéramos compromisos, como si no fuese a llegarnos a fin de mes la factura de la luz, como si no tuviéramos una nevera que llenar? en serio? pretendes que no nos preocupemos?
La clave de lo que Jesús le está diciendo a sus discípulos y de lo que nos dice hoy a nosotras radica en el hecho de que El conoce el futuro, ya El sabe lo que va a acontecer, sabe que nada nos va a faltar, sabe que Dios no nos va a desamparar. Por eso en el verso 26 Jesús continua: “Mirad las aves del cielo que no siembran ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas?”. Más adelante menciona los lirios del campo, que Dios los viste. No hará más que eso Dios por ti y por mi?
Y si Dios es tan bueno y nos tiene tan presentes entonces cuál es el problema? Por qué es que vivimos tan preocupados y con tanta ansiedad? Por qué te afanas tanto por tus necesidades actuales? Por qué te causa tanta ansiedad el futuro? Quieres saber la respuesta? en serio quieres que te la diga? De acuerdo, si insistes te lo diré: tu falta de fe, mi falta de fe, nuestra falta de fe es el principal problema!
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios” (Heb 11:6). En ocasiones decimos creer en el Señor, decimos confiar en sus promesas, pero cuando se nos presentan dificultades, cuando llegan esos momentos realmente duros, queremos darle la instrucción a Dios de cómo El debió permitir que sucedieran las cosas, queremos explicarle cómo hubiera salido todo mejor. Solo nos falta decir “Señor, por favor saca una libreta y toma notas de cómo debiste hacerlo”. A veces no confiamos en la sabiduría de Dios, no estamos convencidos de que a los que aman a Dios todo le colabora para bien y en consecuencia nos llenamos de ansiedad.
“¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, ¿puede añadir una hora al curso de su vida? (Vs. 27). Escucha, no vas a cambiar nada con tu preocupación, el afán no resolverá tus problemas. Tu padre celestial sabe de qué tienes necesidad y aún sabiéndolo te pide una cosa, nos pide una cosa, que busquemos primero su reino y su justicia. O sea, Dios sabe que necesito el dinero para pagar esa factura que ya tiene cargo por mora, pero Él me dice que mejor me enfoque en buscar su reino, que me ocupe de sus cosas. Esto no significa que renunciaré a mi trabajo porque Dios enviará un ángel a pagar mi factura (aunque si El quiere lo puede hacer), pero significa que no debo permitir que esa dificultad aflija mi corazón y me quite el gozo.
Esto no es tan fácil hacerlo como decirlo, no es algo que puedas hacer con tu propia fuerza. La buena noticia es que El mismo Dios es quien nos ayuda a ponerlo a El en primer lugar, Él es quien pone en nosotras el querer como el hacer (Fil 2:13). No estamos solos! Si buscamos a Dios en oración y nos alimentamos diariamente con Su palabra El mismo nos capacitará para buscar primero su reino y para darle prioridad a las cosas de Él.
El reino de Dios no se limita a un ministerio de la iglesia, a un grupo de oración o un proyecto evangelístico, el reino de Dios se puede establecer en todo lo que hagas en tu vida diaria que glorifique Su nombre. El reino de Dios puede manifestarse en tu trabajo, si lo haces como para el Señor, siendo un ejemplo para los demás, o desde tu casa, honrando a tus padres, siendo una mujer virtuosa que respeta a su esposo y se ocupa gozosamente de su hogar, en fin, donde quiera que puedas reflejar a Cristo es un escenario para buscar el reino de Dios.
Luego de buscar su reino viene la parte que nos gusta: “ TODO lo demás vendrá por añadidura”(Vs 33) . Dicho de otra forma, si inviertes en las cosas de Dios la energía que inviertes afanándote por tus necesidades y por tus planes, el mismo Dios se encargará de suplir todo lo que necesitas y lo hará más abundantemente de lo que pides (Ef 3:20).
La oración juega un papel indispensable en todo esto, Filipenses 4:6 nos dice: Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Un corazón agradecido no tendrá mucho espacio para albergar la ansiedad. Y quizás tú pienses “soy cristiana y aún así me preocupo por muchas cosas”. Es normal que aún conociendo al Señor en ocasiones nos afanemos y sintamos ansiedad, sin embargo, eso no debe ser lo común en la vida de un cristiano. Tú y yo tenemos una esperanza en Cristo Jesús que ya venció en la cruz del calvario, no nos luce estar afanados todo el tiempo.
Si te estás afanando mucho últimamente, si estás sintiendo mucha ansiedad por situaciones actuales o del futuro, te exhorto a revisar tu vida de oración. Evalúa el tiempo que le estás dedicando a Dios en intimidad, revisa qué tanto te estás exponiendo a la palabra de Dios, eso puede marcar una gran diferencia.
En adición a eso te motivo a pensar en 2 o 3 cosas que últimamente te estén causando afán o ansiedad, has de ellas un motivo de oración, en súplica y acción de gracias. Dios hará el resto.
Dios te bendiga.