
Continuando en la jornada de estudio del sermón del monte, en esta sección vamos a ver como Jesús nos ensena a cuidarnos de tener un corazón hipócrita.
Lo primero que nos llega a la mente con la palabra hipocresía es: falsedad, engaño, mentira… y si, de eso se trata. La palabra hipocresía tiene su origen en el griego que está compuesta por el prefijo (hypo) que significa debajo, krinein que quiere decir decidir, separar y por último el sufijo (ia) que le da el carácter de cualidad. Su significado es el fingimiento de opiniones o cualidades y según en la misma cultura griega se utilizaba para referirse a los actores y actrices.
Ahora bien, en nuestra vida como cristianas, la hipocresía no es más que expresar, hacer o decir lo que no somos y lo que no sentimos en lo más profundo de nuestro corazón. Por lo tanto, se convierte en engaño y esto es un pecado como cualquier otro que pueda desagradar a Dios y afectar nuestra relación con El.
‘’¡Tengan cuidado! No hagan sus buenas acciones en público para que los demás los admiren, porque perderán la recompensa de su Padre, que está en el cielo.’’ Mateo 6.1 (NTV)
Muchos dentro de la audiencia de Jesús tenían por costumbre llevar a cabo sus deberes religiosos como dar limosna, orar o ayunar con el propósito de atraer la atención de los demás, para que dijeran: ¡que devotos son! ¡cuanta piedad! Es por esto que Jesús hace el llamado de no hacer estas demostraciones con la intención de buscar admiración y alabanza.
Si verdaderamente buscamos agradarle a nuestro padre celestial y parecernos más a El debemos cumplir con Su mandato de que las intenciones de nuestro corazón al servirle sean genuinas, sinceras y transparentes, ya sea en palabra, como en hechos, cuando le servimos a Dios en la iglesia a través de los diferentes ministerios, en la casa cuando hacemos una tarea cotidiana, en la escuela cuando nos destacamos con una asignatura, en el trabajo cuando logramos alcanzar un buen desempeño o una labor social en nuestra comunidad.
No es que no sea provechoso ser reconocidas por la gente al hacer una buena obra pero ese no debe ser nuestro principal objetivo; como siervas de Jesucristo nuestra prioridad debe estar centrada en agradar y buscar solamente la aprobación de nuestro padre celestial, de esa manera sí que podemos ser gratamente recompensadas. Cuando nuestro corazón es movido a actuar por las intenciones incorrectas, corremos el riesgo de perder la recompensa de nuestro padre, que esta en el cielo, pues ya la habremos recibido aquí en la tierra, esa admiración y honor que en realidad deseábamos recibir por parte de los hombres.
Recordemos también las escrituras cuando Pablo escribe a los Colosenses diciendo: ‘’ Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor serví”. Colosenses 3:23-24. (RVR 1960)
Amadas hermanas, que nuestra relación con Dios nos sea vea afectada queriendo vivir un mundo de actuación, proyectando lo que no somos, pues un corazón hipócrita se engaña así mismo; si crees que engañas a Dios ¡Estas Equivocada! en Lucas 16:15 (NTV) Jesús expreso: “A ustedes les encanta aparecer como personas rectas en público, pero Dios conoce el corazón. Lo que este mundo honra es detestable a los ojos de Dios”. Así que si estás envuelta en la hipocresía terminas engañando no solo a las personas sino también a ti misma.
Como estudiante de medicina que paso el mayor tiempo de la semana en los hospitales recibiendo pacientes, dándoles el mejor trato que merecen, tengo un gran reto de doblegar mi carne y deseos de querer recibir aplausos de ellos, por eso es mi oración diaria tener el único deseo de exaltar y glorificar el nombre Dios en todo lo que haga.
Finalmente te invito a que reflexione en la actitud que mostró pablo con estas palabras ‘’Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo ‘’. Gálatas 1:10
Querida hermana, como verdadera creyente es imprescindible no permitir que este pecado de la hipocresía se aloje en nuestras vidas. Recurre al padre quien examina nuestro corazón, acércate a Él y pídele que te revele si en algún momento de tu vida has actuado con la intención de ser vista y aplaudida por los hombres. Nosotras estamos llamadas a actuar en humildad, reconociendo siempre que lo que hacemos aquí en la tierra es para la honra y gloria de nuestro Señor.
Escrito por: Keyla Garcia