Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia

El día que Jesus pronunció las palabras descritas en el Sermón del Monte, Él sabía muy bien quienes eran los que estaban ahí, porque Él es Dios omnisciente. Sabia cuáles eran las expectativas que los judíos tenían en ese momento. Todos esperan al Rey prometido por los profetas, el que los liberaría de la opresión extranjera, de la miseria o de la escasez y el dolor. Sin embargo, ¡que sorpresa! Cuando Jesús comienza a hablar especificó la naturaleza de Su reino.

En esta primera parte o sección que hemos venido estudiando llamada las Bienaventuranzas (Mateo 5:3-12), Cristo describe a los ciudadanos de ese reino, un reino totalmente espiritual donde el carácter de sus súbditos viene como consecuencia de haber aceptado al Señor y se manifiesta en un estilo de vida diferente al del mundo. Esto lo comprobamos cuando Él dice: “de ellos es el reino de los cielos” (v.3, 10). Los judíos esperaban ese Mesías quien cambiaria todas esas situaciones mencionadas para por fin ser libres y felices. Sin embargo, Jesús redefine y aclara el concepto de la verdadera felicidad. Lo que el mundo llama bueno (autosuficiencia, astucia, orgullo, aceptación, seguridad, fama, poder etc.) es totalmente contrario a los ojos de Dios.

En el Atelier siempre mencionamos la importancia que tiene el saber el contexto del texto que estamos estudiando. En la bienaventuranza de hoy, para poder entenderla debemos seguir el orden de idea que nuestro Señor viene guiándonos desde la primera. Cada bienaventuranza que hemos estudiado habla de la condición espiritual del creyente y están conectadas una de la otra. Si soy pobre en espíritu, o sea si reconozco mi miseria o ruina espiritual delante del Dios santo, lloraré por mi pecado, sentiré una tristeza por mi condición o maldad y solo así se ira todo orgullo. Como consecuencia, seré manso ante Dios, pero también en el trato hacia los demás.

Teniendo esto en mente, ¿a qué se refería nuestro Señor cuando dice bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia? Creo que hay que ver primero lo que es un hambriento y un sediento. Cuando pienso en esto, recuerdo a mi bebe de tan solo un año que a cualquier hora, incluso en la madrugada llora con desesperación por la leche. El hambre y la sed es esa sensación que sentimos y que nos indica que tenemos una necesidad. Si esa necesidad no es cubierta o suplida el hombre palidece, enfrenta la desesperación, de hecho a niveles extremos puede matar. Al mencionar esto, Jesús les hace entender a sus discípulos que hay un hambre y una sed, pero espiritual, que necesitan ser saciadas.

  • A todos los sedientos: Venid a las aguas y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. Isaías 55:2

Esta hambre y sed espiritual lleva al ser humano a reaccionar desesperadamente. Tratando de saciarse va a lugares y cosas que jamás van a satisfacerle. Corren tras la felicidad, la ambición, los placeres, la reputación, la fama, etc.

  • ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Isaias 55:3
  • Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. Jeremías 2:13

 En contraste con el mundo, Jesus dice que el cristiano ahora tiene hambre y sed pero de otra cosa, él tiene hambre y sed de justicia. Esta es un hambre constante, fíjate que no dice bienaventurados los que tuvieron hambre y sed, sino que en el ciudadano de Su reino hay un impulso fuerte, profundo, genuino de estar saciado y que en la medida que recibe quiere más. Mira como los salmistas decían:

  • Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. Salmo 42:1-2
  •  ¡Dios mío, tú eres mi Dios! Con ansias te busco, pues tengo sed de ti; mi ser entero te desea, cual tierra árida, sedienta, sin agua. Salmos 63:1 DHH 

Ahora bien, esta palabra justicia, ¿Qué significa? Buscando en una concordancia bíblica, encontré la traducción original del griego de esta palabra. La palabra original es dikaiosuné, que significa aprobación divina o a lo que el Señor juzga correcto después de Su examen, es decir, lo que está aprobado a Sus ojos. Piensa en lo que Dios aprueba sabiendo que Su carácter es Santo. Esa misma palabra se encuentra en Mateo 5:20:

  • Porque les digo a ustedes que, si no superan a los maestros de la ley y a los fariseos en hacer lo que es justo ante Dios, nunca entrarán en el reino de los cielos. (DHH)

¿Ves el orden aquí del que hablamos? Primero somos quebrantadas delante de Dios porque sabemos que jamás nuestras obras son suficientes delante de Él, lloramos por nuestra maldad y con la cual luchamos día a día, pero ahora miramos al cielo y vemos la justicia de Dios, su santidad y la queremos, la anhelamos en nuestras vidas. Queremos tener una naturaleza justa, queremos ser santificadas. Ahora amamos las cosas que Dios ama y aborrecemos lo que antes amábamos. No nos agrada cuando pecamos, no nos deleitamos en nuestro pecado. Hay un deseo de que sea erradicado para siempre y que al contrario seamos santas en toda nuestra manera de vivir, de actuar, reaccionar y pensar. No solo esto, el mundo que nos rodea lo queremos ver impregnado de la justicia de Dios. Por eso oramos, por eso predicamos con pasión y entrega para que otros experimenten el gozo de la salvación.

Piensa por un momento, ¿qué no haría un ser humano cuando tiene hambre o sed? Eso domina todo su ser. Así el cristiano, en su búsqueda, no está satisfecho hasta ser como Cristo y va desesperadamente a Él quien es el único que las puede saciar. Él dijo a aquellos que están en esta condición que serán saciados y solo Él lo puede hacer, Él es nuestra santificación (1Corintios 1:30).

  • Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. Juan 4:14·
  • Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. Juan 6:35·
  • Quedaré muy satisfecho, como el que disfruta de un banquete delicioso, y mis labios te alabarán con alegría.
    Salmos 63:5 DHH
     

La diferencia sigue siendo marcada, el mundo busca desesperadamente ser feliz a través de saciarse de cosas vanas, nosotros sabemos que seremos felices como resultado de anhelar y desear ser como nuestro Señor. Y ese anhelo producirá acción, arrepentimiento y conversión.

 Me gustaría que al concluir puedas responder con sinceridad estas preguntas delante de Dios y oremos para que Su palabra, que nos confronta, produzca cambios para la Gloria de Él.

  • ¿Anhelas ser como Cristo?
  • ¿Estas satisfecha pero de tu propia justicia?
  • ¿Qué cosas llenan tu vida?
  • ¿Tienes apetito por la palabra de Dios?
  • ¿Cuándo la lees o escuchas un mensaje te auto examinas de manera objetiva y honesta para ver cuáles son las áreas que deben ser transformadas en tu vida?
  • ¿Tienes un deseo ferviente de que Cristo sea formado en ti?
  • ¿Qué es la santidad para ti?

¡Dios nos guie y bendiga siempre!

2 comentarios sobre “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia

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