
Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Mateo 5:5
¿Eres de las que pensabas que “ser mansa” y humilde eran características que denotan debilidad y falta de carácter en una persona? Te puedo asegurar que mientras escribía estas líneas ya tenía mi mano levantada.
Antes de dar inicio a la continuación de esta maravillosa serie de las Bienaventuranzas, con la cual hemos estado y seguiremos siendo ministradas a la luz de la Palabra, es importante que nos preguntemos: ¿Qué significa ser manso?
Entre diferentes fuentes pude encontrar varios significados: una persona mansa es obediente, cumplidora, disciplinada, dócil, rendida, sumisa, gobernable, manejable, humilde, sosegada, reposada, tranquila, suave, apacible, afable, domada, domesticada, amansada, desbravada, etc.
¿Encontraste las palabras “débil o frágil” entre todas estas? ¡No! ¡Así es! y ¡Gloria a Dios por ello!
La mansedumbre inicia cuando depositamos nuestra confianza en Dios. Porque confiamos en Él, le entregamos nuestros caminos y echamos sobre Él nuestras ansiedades o frustraciones, nuestros planes, nuestras relaciones, nuestro trabajo y nuestra salud. Luego esperamos con paciencia en el Señor y confiamos en que Su tiempo y Su poder y Su gracia obrarán de la mejor manera para Su gloria y para nuestro bien.
En Su palabra el Señor nos dice que si somos verdaderamente mansas, somos personas bendecidas y nuestro premio es la herencia del reino de Dios al asumir dicha conducta en nuestras vidas.
Bienaventurados (bendecidos) los mansos, (en otras versiones “humildes”) porque ellos recibirán la tierra por heredad. Mateo 5:5
A medida que vayamos descubriendo qué dice la palabra de Dios respecto a este tema, te darás cuenta que ser una mujer mansa es precioso y de mucho valor delante de Dios.
Que su belleza sea más bien la incorruptible,
la que procede de lo íntimo del corazón
y consiste en un espíritu suave y apacible.
Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios.
1 Pedro 3:4
¡Ser mansas es un privilegio! Y lo mejor de todo, la mansedumbre nos da paz, abundante paz que solo Jesús puede dar.
Jesús nos dice que si tomamos su yugo sobre nosotras y aprendemos de Él, que es manso y humilde de corazón, hallaremos descanso para nuestras almas. (Mt. 11:29)
Aún en medio de tribulaciones que solo nos provocan estallar en desesperación y llenarnos de angustia y preocupación… dejemos que la palabra de Dios transforme nuestro corazón a un corazón como el de Cristo y experimentemos la paz que nos ha sido dada para Su gloria.
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. Hebreos 4:12
¿Y acaso no se trata todo esto de que seamos semejantes a Cristo en nuestro caminar, hablar, sentir y pensar?
El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo.
1 Juan 2:6
Permítanme hacerles esta ilustración:
Es muy probable que a muchas de nosotras desde pequeñas nos hayan inculcado que debíamos asumir ciertas actitudes contrarias al de una mujer con un espíritu afable, tierno y sumiso porque se entendía que lo importante era denotar la independencia, autosuficiencia; tener un carácter fuerte y desafiante para que nadie nos humillara y sobre todo a no dejarnos dominar por el sexo opuesto ya que «podíamos llevar ambos roles a la vez».
¿Sabes algo? Cristo murió en la cruz por ti y por mí. Él ya perdonó nuestros pecados, nos rescató y nos sanó para darnos una nueva vida en Él, ya no tenemos que creer las mentiras de Satanás, ya no tenemos que depender de nosotras mismas ni ir a favor de lo que el mundo entiende como “feminidad”.
El mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz,
a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia,
porque por sus heridas fuisteis sanados.
1 Pedro 2:24
“La mansedumbre ama aprender. Además considera que los golpes que pueda recibir de parte de un amigo son invaluables. Y cuando se ve obligada a hacer una crítica a una persona envuelta en el pecado o el error, habla desde la profunda convicción de su propia falibilidad, su propia susceptibilidad al pecado y su absoluta dependencia en la gracia de Dios.” John Piper.
Adoptemos la mansedumbre como uno de los atributos más importantes en nuestro andar cristiano comprendiendo que fue el pecado el que torció el deseo positivo de que tuviéramos una actitud dócil y humilde de forma natural, por el deseo de resistirnos y rebelarnos contra lo que glorifica y agrada a Dios”.
Dediquemonos juntas a practicar la mansedumbre cada día ayudándonos unas a otras a alcanzar aquello que nos fue dado por Cristo Jesús para Su eterna gloria y dejemos reflejar Su gracia y obrar en nuestras vidas aferrándonos a la gran bendición que obtenemos por parte de Dios al asumir dicha conducta en nuestras vidas.
Para reflexionar:
- ¿Te consideras una persona mansa?
- Lee nuevamente la lista de sinónimos de una persona mansa.
- ¿Qué tanto hay de ti en esa lista?
- ¿Qué te faltaría?
- ¿Desearías iniciar un proceso de cambio en tu corazón en cuanto a la mansedumbre? ¿Cómo lo harías?
- ¿Cuentas con alguna mentora o amiga cercana que pudiera ayudar a mejorar en cuanto a este tema?
- En tu libreta de apuntes, escribe al menos 5 versículos que hablen sobre la mansedumbre. (Léelos varias veces por el tiempo que entiendas para que así cuando sientas que estás reaccionando de manera negativa ante algo, puedas recordar lo que agrada a Dios autopredicandote).
Oremos:
“Señor, gracias por la bendición de Tu Palabra en nuestras vidas, por guiarnos a entender que muchas veces las cosas no son como las creemos. Te pido que a partir de hoy nos ayudes a asumir un corazón manso y humilde como el de Tu Hijo.
Nos comprometemos contigo a dejarte obrar en nuestras vidas y empieces a eliminar todo aquello que es de estorbo para así el día de mañana ser mujeres totalmente transformadas porque decidimos hacer Tú voluntad y no la nuestra”.
Amén
Escrito por: Joanna Ellia Jiménez
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