Bienaventurados los pobres en espíritu

Hoy comenzamos formalmente nuestro viaje por “Las bienaventuranzas”, el primer discurso del Sermón del Monte pronunciado por Jesús. ¡Qué emoción!, por tal razón comenzaremos con la primera de ellas:

Dios bendice a (Bienaventurados) los que son pobres en espíritu y se dan cuenta de la necesidad que tienen de él, porque el reino del cielo les pertenece. (Mateo 5:3 NTV)

La primera pregunta que debemos hacernos es: ¿Qué o quién es un pobre en espíritu?

De primer plano esta versión nos dice que son quienes se dan cuenta de la necesidad que tienen de Dios. Esta es una excelente ayuda para entender el pasaje, pero, veamos un poco del contexto.

Recuerden que Jesús se dirigía a sus discípulos y a hombres y mujeres nacidos y criados en el judaísmo. Ellos esperaban un rey que los librara de la desgracia económica. En su objetivo de compartir el evangelio y presentarle el reino de Dios estas personas, Jesús planteaba que dichosos eran/son los que tienen un tipo de pobreza distinto a lo que este mundo considera como pobreza (carencia de lo material), sino que son realmente felices quienes están conscientes de su bancarrota espiritual.

Como escribió Steve Ham, en su artículo ¿Eres verdaderamente bienaventurado? “Cuando venimos a conocer a Jesucristo, venimos a conocer la verdadera satisfacción en la vida. En este mundo nada más puede satisfacer – ni riquezas, fama, poder, o incluso mi propia familia terrenal.”

¡Increíble, ¿cierto?! Tenemos un vacío total que solo puede llenarse con la persona de Dios.

En otro aspecto tampoco podemos ganar por nuestras fuerzas absolutamente nada del Señor, todo se encuentra en que Él es quien puede concedernos todas las cosas y es quien elige hacerlo si le place. Analicémos esto en los siguientes versos:

  • “Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios.” (Romanos 3:23 NTV)
  • “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.” (2 Corintios 8:9 RVR)
  •  Escúchenme, amados hermanos. ¿No eligió Dios a los pobres de este mundo para que sean ricos en fe? ¿No son ellos los que heredarán el reino que Dios prometió a quienes lo aman?” (Santiago 2:5 LBLA)
  •  “Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo.” (Efesios 2:8-9)
  • Luego de una agotadora muestra de la sabiduría de Dios frente a la de Job, haciéndole preguntas que no podía responder: Entonces Job respondió al Señor: «Sé que todo lo puedes, y que nadie puede detenerte. Tú preguntaste: “¿Quién es este que pone en duda mi sabiduríaa con tanta ignorancia?”. Soy yo y hablaba de cosas sobre las que no sabía nada, cosas demasiado maravillosas para mí. Tú dijiste: “¡Escucha y yo hablaré! Tengo algunas preguntas para ti y tendrás que contestarlas”. Hasta ahora solo había oído de ti, pero ahora te he visto con mis propios ojos. Me retracto de todo lo que dije, y me siento en polvo y ceniza en señal de arrepentimiento».” (Job 42:1-6 NTV)

Hoy que tenemos tantas formas de corroborar la veracidad de la Palabra de Dios y conocer su evangelio en diferentes formatos de la Biblia disponible, redes sociales que comparten mensajes edificantes, programas de radio, conocidos que comparten y viven su fe, libros cristianos, infinidades de videos desde sermones hasta cápsulas y estudios bíblicos en vivo.

¿Has visto la grandeza y majestad de Dios? Incluso su naturaleza nos habla de Él, y dice Eclesiastés 3:11 que ha puesto eternidad en nuestros corazones.

Para pertenecer al reino de Dios, antes debemos entender nuestra ruina espiritual. Debemos entender que nuestra satisfacciónn, gozo y riqueza sólo se encuentran en Cristo y Su cruz.

Que nuestra oración sea como David en el Salmo 51:

Ten misericordia de mí, oh Dios,

    debido a tu amor inagotable;

a causa de tu gran compasión,

    borra la mancha de mis pecados.

2 Lávame de la culpa hasta que quede limpio

    y purifícame de mis pecados.

Pues reconozco mis rebeliones;

    día y noche me persiguen.

Contra ti y solo contra ti he pecado;

    he hecho lo que es malo ante tus ojos.

Quedará demostrado que tienes razón en lo que dices

    y que tu juicio contra mí es justo.

Pues soy pecador de nacimiento,

    así es, desde el momento en que me concibió mi madre.

Pero tú deseas honradez desde el vientre

    y aun allí me enseñas sabiduría.

Purifícame de mis pecados, y quedaré limpio;

    lávame, y quedaré s blanco que la nieve.

8 Devuélveme la alegría;

    deja que me goce

    ahora que me has quebrantado.

No sigas mirando mis pecados;

    quita la mancha de mi culpa.

10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio

    y renueva un espíritu fiel dentro de mí.

11 No me expulses de tu presencia

    y no me quites tu Espíritu Santo.

12 Restaura en mí la alegría de tu salvación

    y haz que esté dispuesto a obedecerte.

13 Entonces enseñaré a los rebeldes tus caminos,

    y ellos se volverán a ti.

14 Perdóname por derramar sangre, oh Dios que salva;

    entonces con alegría cantaré de tu perdón.

15 Desata mis labios, oh Señor,

    para que mi boca pueda alabarte.

16 Tú no deseas sacrificios; de lo contrario, te ofrecería uno.

    Tampoco quieres una ofrenda quemada.

17 El sacrificio que sí deseas es un espíritu quebrantado;

    tú no rechazarás un corazón arrepentido y quebrantado, oh Dios.

 

Preguntas para reflexionar:

 ¿Eres Pobre en Espíritu?

¿Vives consciente de tu necesidad de Dios?

En tu libreta de apuntes completa las siguientes preguntas y reflexiona en tus respuestas. Ve ante Dios en oración y pídele que te ayude a ver tu realidad espiritual y lo necesitada que estás de Él.

1- ¿Tienes sed por Dios y Su presencia?

2- ¿Son la oración y el estudio de la Biblia una practica constante en tu vida?

3- ¿Estas siendo guiada por Su palabra?

4- ¿Mientras estas de este lado del cielo, anhelas estar con tu Señor?

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