La glorificación, la consumación de nuestra santificación.

En el artículo pasado estuvimos viendo qué es la santificación, cómo recibimos la posición de santas cuando estamos en Cristo, pero también cómo estamos en un proceso de crecer diariamente en santidad, lo cual hace evidente que estamos en la fe.

Hoy hablaremos sobre la glorificación, también conocida como santificación final, que será consumada el día que nos encontremos con nuestro Salvador cara a cara.

Actualmente estamos sujetas a nuestros cuerpos carnales, los cuales en sí mismos no son malos, pues cuando Dios hizo al hombre y contempló su creación dijo que era buena en gran manera (Génesis 1:26-31), sin embargo el pecado corrompió todo y ahora luchamos con la naturaleza pecaminosa de nuestros cuerpos y no sólo esto, sino con los padecimientos propios de un cuerpo corruptible y débil, mortal y limitado.

¡Pero tenemos esperanza y razones para gozarnos y agradecer a nuestro Dios!

Cristo nos ha dado esperanza

Él no estimó el ser igual a Dios, se despojó de Sí mismo y se humilló hasta lo sumo haciéndose semejante a los hombres (Filipenses 2:6-8) y estando en la condición de hombre vivió una vida perfecta por nosotras y condenó al pecado en la carne (Romanos 8:3), de esta manera nos redimió y nos otorgó libertad de la esclavitud del pecado y este ya no tiene más poder sobre nosotras. Con su resurrección, además nos da la garantía de que algún día, aún si morimos, resucitaremos con Él. (1 Corintios 15:20).

Me encanta lo que dice Colosenses 2:13-15 al respecto: “Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y porque aún no les habían quitado la naturaleza pecaminosa. Entonces Dios les dio vida con Cristo al perdonar todos nuestros pecados. Él anuló el acta con los cargos que había contra nosotros y la eliminó clavándola en la cruz. De esa manera, desarmó a los gobernantes y a las autoridades espirituales. Los avergonzó públicamente con su victoria sobre ellos en la cruz.” (NTV).

 La glorificación empieza en nuestro interior

“Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. (2 Corintios 4:16-17, RVR).

Estar en este cuerpo corruptible hace inevitable que tangamos que pasar por diferentes tribulaciones, pero cuando las enfrentamos en dependencia de Dios y fortalecidas en Él, nos hacen crecer y en nuestro interior somos cada día más como Cristo.

Aunque todavía nuestros cuerpos físicos no hayan sido glorificados, nuestro espíritu ya fue resucitado con Cristo y evidenciamos Su obra en nosotras cuando nuestro corazón y nuestra mirada está puesta en las cosas celestiales y no en las terrenales (Colosenses 3:1-3) e invertimos nuestro mayor tiempo y esfuerzo en las cosas que tienen valor eterno.

Tendremos un nuevo cuerpo

Filipenses 3:20-21 (LBLA)

Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aún para sujetar todas las cosas a sí mismo.»

Por los relatos en los Evangelios sabemos que cuando Jesús resucitó, lo hizo en un cuerpo físico y de igual forma los creyentes resucitaremos de manera física, pero con un cuerpo glorificado, como el de Cristo.

1 Corintios 15:42-43 (LBLA): “Así es también la resurrección de los muertos. Se siembra un cuerpo corruptible, se resucita un cuerpo incorruptible;  se siembra en deshonra, se resucita en gloria; se siembra en debilidad, se resucita en poder.”

Por lo que enseña la Palabra de Dios podemos entender que nuestro nuevo cuerpo no se corromperá como nuestro cuerpo actual, no tendremos que lidiar con enfermedad, dolor, ni con la muerte, podremos hacer muchas cosas para las cuales estamos limitadas actualmente, será un cuerpo honroso, no tendremos de qué avergonzarnos, no tendremos que lidiar más con el pecado ni con tentaciones, así que ya no existirá esa lucha constante entre nuestra carne y el Espíritu.

Mi querida hermana ¿te imaginas esto? ¿Produce esto gozo, alabanza y gratitud en ti? ¿Anhelas ardientemente poder ver a tu Salvador cara cara y gozar de la plenitud de esta promesa?

Gracias Dios por tu maravilloso plan de salvación, gracias por amarnos de tal manera que enviaste a tu Hijo a morir por nuestros pecados. Gracias por no dejarnos solas y darnos el regalo de tu Espíritu quien nos guía a toda verdad. Gracias porque cual Padre tierno esculpes nuestras vidas y nos santificas, perfeccionando tu obra en nosotras para que seamos más como Cristo y gracias por el regalo de la vida eterna y la seguridad de que porque creímos en Cristo, aunque muriésemos, viviremos. A Ti toda la gloria, toda honra y toda alabanza. ¡Aleluya!

“Algún día leerán o escucharán que Billy Graham ha muerto. No crean ni una sola palabra de eso. Estaré más vivo que nunca. Solo habré cambiado mi dirección. Habré ido a la presencia de Dios.” – Billy Graham

Un comentario sobre “La glorificación, la consumación de nuestra santificación.

  1. Creo que esto está escrito para mujeres, no para mí, Jajaja, broma. 🙂 muy buen articulo, muy edificante y esperanzador, por favor sigue escribiendo, recibe un abrazo para ti y a tu esposo que es mi hermano Julián Musa de mi familia (esposa e hijos),¡Bendiciones!

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