Una Perspectiva Bíblica del Lesbianismo

Hoy, si alguien no acepta la homosexualidad como una expresión perfectamente normal de amor, el mundo dice que es un enfermo y falto de amor. Cuánto han cambiado las cosas en tan pocos años.

Existen mucho desconocimiento de parte del mundo cristiano hacia temas seculares de forma profunda y que afectan el mundo caído en que vivimos, o en su defecto no se sabe cómo responder bíblicamente ante ellos en amor y a la vez con firmeza y seguridad. De ese modo quisiera comenzar, dejando claro varios términos.

El lesbianismo es la atracción emocional y sexual que una mujer siente hacia otra mujer. En otras palabras la homosexualidad femenina. El término fue aceptado en la década de 1970 con la influencia de la segunda ola del feminismo. Movimiento sobre el cual se construye todo el lesbianismo en sí.

Desde el punto de vista social y psicológico que considera este comportamiento como anómalo, lo acuñan a que es una alternativa a la falta de entendimiento y sensibilidad en las relaciones con los hombres, y que otras lo viven como respuesta política a la misoginia y el machismo imperante. En todo esto se oculta la rebeldía al plan de Dios, y sus mandatos.

Este pecado no es mayor que otro y atacar este en particular (con el cual nosotros no luchamos) no es lo más sabio. Analizar y/o confrontar este tema necesita que recordemos que somos pecadores redimidos por gracia solamente y no personas superiores con autoridad y poder.

“¿O no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, pero fuisteis santificados, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.” (1 Corintios 6:9-11).

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En caso de que no sepas, muchos creyentes están siendo engañados, pues el comportamiento que la misma Biblia condena, como este, está siendo recibido con brazos abiertos en otras “iglesias”, mientras que seguir los mandamientos es tachado de mente cuadrada, rigidez, anticuado y falta de misericordia.

Esta distorsión tiene su raíz, la falta de compresión y aplicación de los roles de la mujer y hombre y por consiguiente el rechazo hacia el diseño ya descrito hace siglos en la Palabra:

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza. Y Dios creó al hombre a Su propia imagen, a imagen de Dios lo creó; Varón y hembra los creó.” (Génesis 1:26-27).

Si leemos el capítulo 1 y 2 de Génesis, podemos notar que cada género tiene funciones específicas en el matrimonio, incluso el hombre fue hecho del polvo y la mujer de la costilla. Hay un complemento entre ellos innegable. Incluso, Jesús condenó a los fariseos por no saber la verdad que exponía Génesis 2, y valida estos textos cuando se le preguntó sobre el divorcio: “¿No habéis leído que el que los creó desde el principio los hizo varón y hembra, y dijo: Por esta razón el hombre dejará a su padre ya su madre y se unirá a su esposa, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe.”  (Mateo 19:4)

Simplemente es indispensable conocer el fundamento bíblico de los roles masculinos y femeninos que Dios establece, saturar nuestra mente con la Palabra, e incluso escuchar testimonios acerca de ello.

Esto no significa dejar de mostrar amor a las personas que practican tales cosas, pues evidentemente violan la relación natural entre un hombre y una mujer que El estableció en la creación, más bien es importante entender la diferencia abismal entre mostrar amor y mostrar nuestra aprobación a esta práctica.

Quiero compartir esta cita de Gil Rugh , en su escrito “Homosexualidad: una perspectiva biblica”

¿Puede caer un verdadero creyente en este tipo de pecados? Sí, un verdadero creyente puede caer en cualquier tipo de pecado. David cayó en adulterio y asesinato. Sin embargo, estos dos incidentes se destacan en su vida. El no continua practicando el adulterio y el asesinato, y luego, tratando de defenderse por torcer las Escrituras para adaptarse a sus necesidades. Estas acciones estaban fuera de carácter para el Rey David. Reconoció su rebelión contra Dios y se arrepintió de su pecado. Así es como un verdadero creyente reacciona cuando se enfrenta a la verdad de la Escritura. David no se quejó. Él no dijo: “Esto no es justo. Me encanta Betsabé. Sin duda, Dios lo tomará en consideración. El asesinato de Urías fue un accidente. Sin duda, Dios entiende mi situación. Quiero decir, la ley fue escrita hace años. Ya es hora que Dios actualice Su Palabra.” David no hizo ninguna de estas cosas. En su lugar, después de haber sido confrontado con su pecado, él dijo, “He pecado contra el Señor” (2 Samuel 12:13) y se arrepintió de su actividad pecaminosa.

Esto plantea una cuestión grave relativa a la condición espiritual de aquellos que siguen un estilo de vida homosexual mientras que afirman ser creyentes en Cristo Jesús. Al llegar a la Palabra de Dios, se nos advierte de no ser engañados. Dios no tiene lugar en Su reino a las personas que rechazan la verdad de Su Palabra. ¿Quién soy yo para juzgar? Yo no soy nadie, pero el Dios Todopoderoso determina quién entra en Su reino. 

Amor verdadero es mostrar el evangelio a los perdidos con humildad, cualquiera que sea su pecado.

 

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