
Algunas personas han fabricado su propio dios a quien dicen amar, uno que les concede sus deseos como el genio de la lámpara de Aladino, les saca de apuros y a quien en verdad no le importa mucho cómo vivan, porque ese “dios” los “ama” y no espera nada de ellos ni desea cambiarlos.
El Dios verdadero, el que se reveló a Sí mismo en las Escrituras, habló de cuál es el resultado de la vida de quien en verdad le ama y es precisamente porque Él nos ama tanto que estableció la manera en que debemos conducirnos para que nos vaya bien y seamos partícipes de Sus promesas.
En el tema de hoy quisiera que viéramos qué implica amar a Dios y cuáles son las consecuencias de hacerlo. Por favor toma un tiempo y lee el pasaje de Juan 14:15-24 el cual es clave para lo que vamos a tratar a continuación, pero antes quisiera explicar el siguiente punto sin el cual los demás no serían posibles:
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Para amar a Dios debes nacer de nuevo. Juan 3:1-15.
Cuando somos sobrecogidos por el amor de Dios, comprendiendo lo que Él hizo por nosotros enviando a su Hijo, perfecto y sin pecado a morir en la cruz para pagar nuestra culpa; cuando vemos en nuestro interior y entendemos que no podemos hacer nada para salvarnos a nosotros mismos y que necesitamos con desesperación al Salvador, entonces podemos venir a Dios en arrepentimiento y fe y Él nos acoge, nos limpia y nos da una vida nueva. El nuevo nacimiento o regeneración es el milagro que Dios obra en quienes creen en Él por la fe.
Nosotros podemos amarle porque Él nos amó primero (1 Juan 4:10) y dio a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16).
No puedes amar a Dios en verdad si en primer lugar no le has entregado tu vida para que te haga una persona nueva.
2. El resultado de amar a Dios es guardar Su Palabra. Juan 14: 15, 21, 23 y 24.
No obedecemos la Palabra de Dios para poder amarle sino que obedecer los mandamientos de Dios es el resultado de amarle.
Dice 1 Juan 5: 3 (NTV) que: “Amar a Dios significa obedecer sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga difícil de llevar.”
Cuando tienes una relación personal con Dios, amas Su Palabra y amas obedecerle. Con esto no estoy tratando de decir que no tendrás luchas con tu carne y que no desearás satisfacerla, sino que aun así, lo que en verdad produce deleite, placer y gozo en el corazón de alguien que ha sido regenerado es hacer la voluntad de su Padre celestial.
La Biblia es el manual que Dios inspiró para que podamos conocerle y obedecerle, es la Verdad de Dios en la cual podemos ser santificadas, como oró Jesús en Juan 17:17.
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Hay una promesa para quienes aman a Dios. Juan 14:16-18.
El capítulo 14 del libro de Juan se desarrolla en el contexto de que Jesús está a unas pocas horas de ser crucificado, a lo cual le seguiría su resurrección y posteriormente su ascensión al cielo, por eso pasa tiempo con sus discípulos hablándoles de Su promesa para quienes le aman, la cual se trata de que aunque Él ya no estaría presente corporalmente, habría de enviar otro Consolador que es el Espíritu Santo, por medio del cual tendríamos también Su presencia y la presencia del Padre morando con nosotros y en nosotros para siempre (Juan 14:16 y 23), todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20).
¡Oh, qué maravillosa promesa! Esto debe producir que nuestros corazones salten en gratitud y alabanza. Dios promete Su presencia permanente en quienes le aman y guardan Su Palabra, no nos ha dejado solas ni huérfanas, tenemos Su poder en nosotras para vivir conforme a Su voluntad, la fuerza para sobreponernos de los embates de la vida y el Sello de que somos suyas, que nos garantiza que un día veremos a nuestro Salvador cara a cara.
Dios nunca nos pedirá obedecer Sus mandamientos para nuestro mal, quienes nos beneficiamos de la obediencia somos nosotros, Él no dejará de ser Dios ni de estar sentado en Su trono de gloria si no le obedecemos, sin embargo, nuestro Padre es tan maravilloso, benevolente y amoroso que conjuntamente con obedecer Su Palabra trae bendición y el cumplimiento de sus promesas en nuestras vidas y aunque por momentos parezcamos ser perjudicados por hacer lo que es correcto, para quienes le amamos, todas las cosas cooperan para bien (Romanos 8:28).
Muy bonita enseñanza bendiciones
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Muy bonita enseñanza, me fue de gran ayuda
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