
Lamentablemente estamos en crisis. La sociedad actual está sufriendo los estragos de los conflictos, desacuerdos y desaciertos que se producen en el seno de la familia. Solo hay que ver a diario en los medios de comunicación las noticias y en nuestro alrededor lo catastrófico que se está volviendo vivir en nuestro mundo. Y créanme hermanas, comenzar el articulo con esta mala noticia no es tan fácil, pero es la realidad y no es un secreto para nosotras, que la inestabilidad familiar ha traído como consecuencia una sociedad que anda mal, que está enferma. Los responsables no quieren asumir su rol y se rebelan contra el manual dado por Aquel que creó la familia.
Esto debe causar en nosotras un dolor profundo y al mismo tiempo evadir la mentalidad fría y apática que ha permeado a muchos cristianos para no tomar medidas drásticas y cambiar este estilo de vida que nos ha afectado a todos. Nosotras somos diferentes como dice toda la carta de Efesios y debemos modelar la Sumisión. Debemos fomentar estos principios en nuestros hogares para dar ejemplo y así nuestra sociedad o entorno sea sanado.
Si recordamos, desde el versículo 21 del capítulo 5 de Efesios hasta el versículo 33 se enfatiza el concepto de sumisión en el contexto de la familia, en específico en el matrimonio. Dios espera matrimonios estables donde se refleje el amor de Cristo por Su Iglesia. (Efesios 5:31-32). Es interesante ver como en estos pasajes se menciona una serie de virtudes que traerán fortaleza a la relación matrimonial. Por eso debemos seguir enfatizando la importancia de estar llenos del Espíritu Santo para lograrlo, sin Él no podremos hacerlo.
El Señor da mucha claridad acerca de los roles que corresponden al esposo y la esposa (Efesios 5:33). En el artículo anterior vimos el rol de la esposa y como ella debe tomar como ejemplo la Iglesia de Cristo que está sometida a Él. Ahora estaremos viendo el rol de los esposos.
El Señor se dirige a los esposos.
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Efesios 5:25-30
No es un secreto para nadie que el pecado ha cambiado drásticamente lo que se supone debía ser un liderazgo amoroso del hombre a una apatía y dejadez o a una dominación dañina y hostil. Por eso al venir Cristo y modelar un liderazgo diferente ha hecho que este mal se revierta. Por eso los esposos deben estar comprometidos con cumplir este llamado y mandamiento.
La palabra que podemos identificar inmediatamente es amor, es un mandato, es incondicional y es una decisión. El esposo debe amar a su esposa (v.25). Pero lo más hermoso e impactante es que esta clase de amor no es una copia del concepto que el mundo tiene del mismo. Hoy en día se cree que el amor es una mera emoción. Al contrario, la Palabra presenta a quien los esposos deben imitar: ¡a Cristo!
Él es el modelo y aunque sabemos que ese amor no será con la misma perfección con la que Cristo ama a Su iglesia, gracias al Espíritu Santo viviendo en su interior, los esposos pueden amar con la misma medida del amor de Cristo.
¿Cómo es el amor que debe demostrar el esposo para que se parezca al de Cristo por Su Iglesia?
– Un amor que se sacrifica (v.25): Cristo dio su vida por la iglesia, así el esposo debe hacerlo. Sacrificio implica poner a un lado deseos, gustos, preferencias para agradar a la esposa. Esta dispuesto a sufrir y aún más, hasta morir por ella.
– Un amor que santifica (V.26-27): No que salva. La salvación no depende del esposo, pero él es un apoyo, guía y colabora para el proceso de santificación de la esposa. El la guía al estudio de la Palabra de Dios. El ora por ella y está ahí de manera intencional preparándose, proveyendo y acudiendo a ayudar siempre para mantenerla en pureza.
– Un amor que cuida (V.28-29): que busca el bienestar de la esposa como el suyo propio. Es atendida, sustentada, protegida. El esposo es un proveedor de su hogar, el muestra afecto y brinda seguridad. Si él hace todo lo contrario es hacérselo así mismo.
Todo esto que vimos aquí es hermoso porque lejos de enseñar machismo, de que se debe gobernar a las esposas o demandar de ellas la sujeción, la Biblia guía a los esposos a vivir de manera que muestren afecto, respeto, comprensión, simpatía, consideración. En estos versículos queda destruido el orgullo y el egoísmo. Aquí se ve claramente que la felicidad del esposo depende cien por ciento de cuan comprometido este el de buscar primero la felicidad de su esposa. Bueno es Dios que les ha dado a los hombres las herramientas para brindar esta clase de amor y para cumplir su rol.
Este blog es dirigido a mujeres, por tanto, si eres casada quiero aclarar que no recibimos esta enseñanza para atacar, ni exigir que el esposo cumpla su rol. Eso no es una actitud piadosa, más bien es para que nosotras ejerzamos nuestro rol de animarlos, apoyarlos y someternos. Nuestros esposos dentro de la relación matrimonial tienen la mayor carga, responsabilidad y sacrificio, por lo tanto, necesitan el aliento de sus esposas. Ellos necesitan mucho de la guía y la ayuda del Espíritu Santo, nosotras ayudamos orando mucho por ellos.
Si eres soltera es bueno que uses lo que dice la Palabra de Dios con respecto al rol del esposo como un medidor al momento de tomar la decisión de unir tu vida en matrimonio. Que este concepto divino sea tu guía y puedas percibir estas características en quien has elegido o vayas a elegir para que tu matrimonio sea saludable y refleje la unión de Cristo con Su iglesia.
Dios te bendiga!
Un comentario sobre “Sumisión: El resultado de estar llenos del Espíritu Santo (3ra Parte)”