Exaltando el rol de ama de casa (1ra parte)

Una ama de casa es aquella mujer casada que se dedica al cuidado de su casa y hogar; administra el presupuesto familiar (junto a su esposo), realiza los quehaceres domésticos, compra los alimentos y los prepara… Cuida de los hijos, vela por el bienestar físico y emocional de su esposo. Entre otras tantas encomiendas propias de la domesticidad.

Éste es el llamado de más alto honor galardonado a la mujer desde su creación. A Dios le plació darnos tal responsabilidad porque hizo a la mujer con un corazón de servicio, sensible y amoroso para dar de sí protección, seguridad y confianza a otros. Es por esto que la abnegación es la virtud más notoria en una ama de casa, quien pone por encima de su propio bienestar el de su familia.

Pero, ¿Por qué en este tiempo hay que elogiar las virtudes de una ama de casa? ¿Acaso no está esto intrínseco en nuestro propósito como mujeres? ¿Qué pasó que ahora tenemos que volver a enseñar al respecto? ¿Por qué las jóvenes de hoy en día NO ven como algo importante y relevante en sus vidas ejercer el rol de amas de casa? ¿Por qué se piensa que eso era para las mujeres de “aquel tiempo”, como  las abuelas o nuestras madres? ¿Acaso es algo denigrante para las chicas de hoy verse solo como amas de casa? ¿Por qué, aun siendo chicas cristianas, hemos creído que este rol no nos compete en este tiempo post-moderno, donde la mujer a “evolucionado”, a tal punto que ser ama de casa se ha convertido en lo último en la lista de prioridades?

En el principio, Dios creó a Eva como propósito complementario, como ayuda idónea de Adán, quien vivía a plenitud con Dios. Puedo imaginar a Adán trabajando duro en la encomienda que el Señor le dejó; poniendo todo en orden con los animales y en el huerto, mientras Eva recolectaba frutas y vegetales para que cuando llegue su compañero pueda tener que comer. La imagino barriendo las hojas y recortando arbustos en las áreas que ellos solían sentarse, ornamentando la hamaca para dormir y ambientando los espacios donde pasaban más tiempo en pareja… ¡Que belleza! Hasta que apareció Satanás como una serpiente y empezó a decirle a Eva que ella no tenía que hacer nada de eso, que ella podía convertirse en un ser superior que ser una simple recolectora de frutas y vegetales y que podía ser la dueña del mundo si ella quisiera.

Esto paso hace miles de años, sin embargo, la historia se repite en todas las épocas existentes, donde Satanás vuelve y engaña a la mujer, haciéndole creer que verse como cuidadora de su hogar y estar al pendiente de su familia es lo más degradante, lo que da la sensación de insatisfacción personal, falta de éxito y sueños rotos.

Durante años la mujer ha luchado por lo que cree “su independencia y liberación”. De ahí surgen los movimientos feministas. A principio la lucha era por el derecho al voto y a la educación; luego para incursionar en el mercado laboral; mas adelante surge el igualitarismo que su ideal fue que la mujer no es el sexo débil y que ella puede hacer trabajos físicos e intelectuales igual al hombre; más tarde exigió igualdad entre el pago de hombre/mujer; luego por el derecho sobre su cuerpo y el aborto, siguiéndole la ola de que la mujer no puede ser la “súper mujer” que ejerce de profesional académica, madre, esposa y también ama de casa. Cada día surgen nuevas exigencias, nuevos derechos, nuevos ideales y filosofías de lo que creen que es, deben y no deben hacer como mujeres.

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Pero, todas estas luchas solo han sido una distorsión de nuestro verdadero propósito. Muchas mujeres se han gastado tratando de defender lo que creen es su derecho: para dar “valor a su voz”, para enaltecerse delante de los hombres y para “brillar con luz propia” y llevarse todo el crédito por ello.

Esto lo que realmente denota es el gran vacío que hay en nosotras, un vacío que se creó con Eva y que por la caída en el pecado ha perseguido a todas las mujeres del mundo. Un vacio que solo Dios puede satisfacer, y que para ello es necesario regresar a nuestro origen, a nuestro diseño original.

Todas nosotras, de una manera u otra (aun siendo cristianas) hemos sido salpicadas de estas filosofías. Quien les escribe puede decirles que para mí nunca fue de importancia verme ejerciendo el rol de ama de casa. Se me enseño que debía prepararme académicamente y ser una “gran profesional” para tener un buen trabajo y ganar dinero suficiente para no tener que “depender” de un hombre.

En mi casa poco aprendí de el amor por la domesticidad, pues también mi mama había sido víctima de creer que si me impulsaba a ser independiente, lograría el éxito que ella no tuvo en su juventud. Lamentablemente, es común escuchar muchas chicas hablar de sus sueños, de sus anhelos y sus metas personales, de los cuales poco se encuentra sobre formar una familia, criar a sus hijos y cuidar de su esposo y hogar.

Leemos en Romanos capitulo 12 en el verso 2 que no podemos adaptarnos a este mundo (tiempo/temporada), más bien que nos transformemos mediante la renovación de nuestra mente para que verifiquemos y nos aseguramos de cuál es la voluntad de Dios, la cual es buena, agradable y perfecta.

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. (Romanos 12:2)

Es por esto, mis amadas hermanas, que nos urge con gran emergencia santa tener una mente sana y desear andar con pensamientos centrados en Dios y su Palabra para entender, anhelar, amar y ejercer este rol en contraposición a la cultura, la cual no nos define.

 

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