Viviendo los sueños de Dios y no los míos

Cuando estaba en la secundaria sabía exactamente lo que iba a hacer al finalizar el 4to grado, tenía la vida planeada por los próximos 10 años, eso incluía entrar a la universidad, luego irme al extranjero a hacer una maestría, tenía una ruta especifica de viajes, un trabajo determinado y en último lugar hacer vida de familia, casarme y tener hijos. Deseaba ir tras esa búsqueda constante de logros a la que nos empuja nuestra sociedad, pero muy específicamente, deseaba hacer las cosas a MI manera, eran MIS planes.

Debo decir que por la gracia y la misericordia de Dios El llego a tiempo e intervino en mi agenda, El tomo el control absoluto de ella. Mientras estaba en la universidad mis planes comenzaron a frustrarse y todos mis esfuerzos por enderezarlos como quería fueron inútiles.

Cuando nuestros deseos son insatisfechos:

Quizás al igual que yo muchas de ustedes han experimentado esa sensación de frustración y fracaso por metas incumplidas, cuando nuestros sueños se rompen podemos llegar a perder incluso la esperanza; nos sentimos incapaces e inútiles, pero es ahí cuando nuestras inquietudes se multiplican dentro de nosotras que debemos correr a nuestro Dios, pues su consuelo deleita nuestra alma. (Sal. 94:19)

Hoy, 10 años después, miro lo que he recorrido, no logre todo lo que me propuse en aquel entonces y actualmente no me encuentro haciendo nada de lo que planifique para mis 20s., no ha sido fácil dejarlos ir, pero definitivamente el Espíritu Santo me ha guiado a tener una perspectiva eterna de lo que es importante y verdadero.

Ahora estoy viviendo bajo los planes de Dios, estoy haciendo exactamente lo que Él quiere que yo haga. Mi corazón deseaba vivir bajo el éxito aparente que ofrece este mundo terrenal, motivado por metas egoístas y ambiciones materiales; pero el Señor lo ha arrancado de esta tierra, llevándolo a anhelar lo eterno. Me asombra la gracia de Dios y la manera providencial en la que Él ha ordenado mis pasos y ha aprobado mi camino. Sal. 37:23 (RVR1960)

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Viviendo los sueños de Dios:

Vivir los sueños de Dios implica dejar atrás todos nuestros anhelos, significa renunciar a todos los deseos de nuestro corazón engañoso y perverso a la voluntad de un Dios Santo, Santo, Santo y Perfecto, pues nuestros caminos y pensamientos son muy distintos a los de Él. (Isa. 55:8-9) Vivir los sueños de Dios es igual a rendir nuestro orgullo, morir a nuestro yo, negarnos a nosotras mismas. (Mat. 16:24)

Es vivir con el anhelo de que se haga lo que Dios quiera, como Él quiera y cuando Él quiera, reconociendo que su voluntad es perfecta; esta es la verdadera dependencia de Dios, entender que a Su manera siempre será mejor. En esto consiste el evangelio.

¿Duele vivir de esta manera? ¡Depende! Una vez escuche al pastor Miguel Nuñez decir que el evangelio se torna difícil (y yo añado “doloroso”) cuando nuestro yo está muy vivo. Y es que para poder tener un corazón en paz con Dios como dice Nancy L. DeMoss en su libro “Rendición” es necesario sacrificar nuestros derechos y rendirnos completa e incondicionalmente al Salvador, para vivir para Su gloria y no para nuestro propio placer independiente y egocéntrico.

La rendición debe ser total:

Cuando yo era una adolescente le dije al Señor que yo quería hacer Su voluntad, que no me permitiera invertir mi tiempo en cosas que no valdrían la pena, esto parecía que me estaba rindiendo ante El, pero ahora me doy cuenta de que era una rendición a medias, yo era cristiana, asistía a la iglesia, amaba al Señor, pero deseaba hacer las cosas a mi manera. No había comprendido que para tener una vida abundante en Cristo Jesús y una plena comunión con Él, debía rendirme por completo, sin reservas a Su voluntad.

El camino a la rendición no siempre es fácil. A veces me he encontrado en aguas bastante turbulentas por haber dicho si a Dios. Ha habido momentos en que mi pequeña barca parecía voltearse. Sin embargo, he aprendido que en realidad no existe un lugar más seguro que su voluntad. Y en medio de las tormentas, he encontrado gozo, un gozo indescriptible, y bendiciones, más de las que puedo contar. Bendiciones para disfrutar en el aquí y ahora, y la espera de bendiciones eternas que no puedo siquiera empezar a concebir. Nancy L. DeMoss “Rendición”

Amada hermana, si deseas vivir una vida consagrada al Señor tu Dios debes saber que es necesario entregarle todo lo que eres, todo lo que deseas ser, todo lo que jamás serás; todo lo que tienes, todo lo que deseas tener y todo lo que jamás tendrás. Rendirte sin reservas a hacer la voluntad del Señor te llevara a lugares y situaciones inimaginable, tal vez dolorosas y de mucha escasez, pero ya seas que lo tengas todo o no tengas nada, que tu vida sea una ofrenda que este a su disposición para cumplir Sus propósitos eternos y que El utilice cada situación para hacerte a ti mas como El y revelarse a otras personas.

 

 

 

 

 

Un comentario sobre “Viviendo los sueños de Dios y no los míos

  1. Gracias , ha sido de real bendicion a mi vida y de animo a pesar de la insertidumbre que podamos pasar y de poner mi confianza en Dios y pues dejar todo para su control y experimentar su plenitud y vida abundante.

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