
-
Nosotras debemos vivir diferentes a los incrédulos. Efesios 4:17-32
Seguimos con el aspecto práctico de la vida del creyente. En la sección anterior vimos que la meta del Padre es conformarnos cada vez más a la imagen de nuestro Señor Jesucristo. Pero ahora en los versículos que vamos a seguir estudiando se nos recuerda cómo debemos vivir en contraste a como éramos antes.
Nosotras estábamos muertas en nuestros delitos y pecados, sin embargo ahora se nos ha dado una nueva identidad trayendo como consecuencia una nueva vida, una transformación radical, las cosas viejas ya pasaron. No estamos hablando de una perfección absoluta sino de un cambio en nuestro ser y por eso ahora hay una disposición a obedecer a Dios. Toma en cuenta hermana que cuando la Biblia nos dice que ya no andemos como los otros gentiles o no andemos como cuando no conocíamos al Señor, no es una sugerencia o consejo, sino un mandato que nos reta a vivir a la altura de lo que somos.
Podemos distinguir el contraste entre dos tipos de personas, los incrédulos y aquellos que han sido lavados y regenerados por nuestro Señor Jesucristo.
El hombre sin Dios:
- Anda en la vanidad de su mente. La palabra vanidad significa aquí, futilidad, vacía, inútil, hueca. Es como dice Eclesiastés, un correr tras el viento. Es creer que hay satisfacción en la vida de pecado pero que al final no resulta en nada provechoso, verdadero o eterno. Todo el esfuerzo por el cual el corre no producirá nada ante lo que tiene valor. (V.17)
- Tiene el entendimiento entenebrecido. Romanos 1:21 dice que los hombres se envanecieron y su corazón fue entenebrecido. Es la necedad, rebeldía y alejamiento de Dios que ha provocado esto. Por eso él no puede entender, ni razonar en su caminar, en ver la vida de una perspectiva eterna. No pueden disfrutar de la vida con Dios. Y no quieren saber de esa vida porque así lo han decidido porque aman más las tinieblas que la luz (v.18).
- La insensibilidad cada día va en aumento. En nuestros días vemos como las personas son más impuras y como no hay una diferencia marcada entre lo bueno y lo malo. No hay límites, no hay dominio propio, no quieren restricciones, no hay control de las emociones sino mucho desenfreno (v.19)
Esta descripción es terrible, lo sé, y el yo describirlo puede verse como fatalista pero creo que esos versículos están colocados en esta sección tan bien intencionado, para que nosotras nos demos cuenta de donde Dios nos rescató, para que meditemos donde estaríamos si no le hubiéramos conocido y que tan grande es ese cambio que se ha producido en nosotras por lo que ya no podemos ser igual.
El hombre que ha conocido a Dios:
- Ha aprendido a Cristo: esta frase me ha causado tanto impacto, porque estamos acostumbradas a aprender cosas, pero jamás hemos escuchado que se aprende a una persona. No es aprender acerca de Cristo, aunque es importante, pero aquí específicamente se trata de aprender, oír y ser enseñados por Él. Cristo, nos enseña a Él mismo. No se trata de aprender solo doctrinas cristianas sino de conocer a Jesús y amarle. Esto se trata de relación (V.20-21).
- Renovados, despojados, vestidos: Algunas traducciones de nuestras biblias no dan la idea de lo que realmente estos versículos quieren decir. Nosotras lo que aprendimos de Cristo fue a despojarnos del viejo hombre. A renovar nuestros pensamientos y las actitudes en la medida que vamos aprendiendo y llenando nuestra mente de Su palabra. A vestirnos del nuevo hombre para llegar a parecernos más y más a nuestro Señor. (v.22-24)
Ahora bien, este cambio o transformación tiene implicaciones prácticas que son descritas en los siguientes versículos. Debemos poner nuestro empeño con la ayuda del Espíritu Santo a cultivarlas y desechar lo que no agrada a Dios. Te invito a leer estos versículos y veas cada detalle y también a memorizarlos, si puedes toma una nota y haz una lista y si hay áreas de estas que debes trabajar, te reto a hacerlo. (v.25-32).
En conclusión, el tener una relación con Jesús produce en nosotras una transformación increíble en nuestro ser. Dios nos hizo libres, por lo tanto debemos vivir como tal. No usemos nuestra libertad como excusa para ofender a Dios, al contrario, gocémonos en agradarle solo a Él, con todo lo que hemos recibido de El para lograrlo, pues haciendo así viviremos una vida llena de plenitud aquí en la tierra y hasta la eternidad.
3 comentarios sobre “Nuestro Andar en Cristo (2da parte)”