Una Herramienta Para Perfeccionar Nuestra Fe

Todos aquellos que un día nos arrepentimos de nuestros pecados y nos convertimos auténticamente estamos en un proceso de santificación que es producido por la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas y Dios utiliza diferentes medios para producir esta santificación en nosotros y perfeccionar nuestra fe y una de estas herramientas, aunque quizás no la favorita de todas, son las pruebas.

Las pruebas en ocasiones pueden ser aparentemente sencillas y del día a día, pero en otras son muy difíciles y causan mucho dolor, por eso la manera en que las asumimos es muy importante de modo que tengamos paz y confianza en el Señor en medio de la aflicción y podamos traer gloria a Su nombre.

Aquí algunas verdades de la Palabra de Dios a tomar en cuenta:

1. Dios es nuestro Padre y nos ama y podemos estar seguras de Su compañía y cuidado en medio de la prueba. (1 Juan 4:19) (Romanos 8:28)

Es muy común que cuando estamos siendo probadas de alguna manera pueda venir a nuestra mente cuestionar el amor y la bondad de Dios para con nosotras. Si hay algo de lo cual no debemos tener duda alguna es de que somos amadas, Dios nos ama y como Padre tierno tiene cuidado de nosotras. Él conoce nuestro dolor y está ahí ayudándonos, no nos suelta, nadie nos entiende como Él, Él no nos abandona.

Él es nuestro refugio y nuestra fortaleza, así que podemos acudir a Él con toda confianza en medio de nuestra debilidad y aflicción. Él prometió estar con nosotras a través de Su Santo Espíritu todos los días hasta el fin del mundo. Cree esto con todo tu corazón y aférrate a ello.

2. El propósito de Dios es hacernos cada día más como Cristo, Quien también pasó por diversas pruebas, pero sin pecado. (Hebreos 4:15) (Romanos 8:29)

Jesús es Dios y se hizo carne para pagar por nuestros pecados y estando en la condición de carne tuvo que padecer tentaciones y pruebas y en todas siempre hizo la voluntad del Padre, cumpliendo el propósito por el cual fue enviado a esta tierra que era ser la propiciación por nuestros pecados.

Nosotras somos llamadas a ser imitadoras de Cristo, a tener su mente y a andar como Él anduvo y esto incluye los momentos de prueba. No debemos soltar la toalla y rendirnos ante los embates de la vida. Jesús padeció pruebas y tentaciones por nosotras y sufrió hasta la muerte por una culpa que era nuestra, así que cuando tengamos que padecer por causa de Su nombre o por las situaciones comunes que se padecen en este mundo caído, debemos acudir a Él por ayuda y compasión, la cual recibiremos con toda seguridad.

3. Las pruebas hacen ver de qué está hecha nuestra fe y Dios las usa para perfeccionarla. (1 Pedro 1:6-7) (Santiago 1:2-4)

Resulta más fácil “confiar en Dios” cuando no tenemos ninguna situación particular aquejándonos, por eso es que el momento de la prueba revela la autenticidad de nuestra fe. Quienes tienen una fe débil, son inmaduros o sencillamente no son verdaderos cristianos pueden abandonar el Camino y preferir irse tras las cosas de este mundo, en cambio, quienes tienen una fe auténtica, podrán fortalecerla aún más en medio de las pruebas, pues son una oportunidad de poner en práctica los principios de la Palabra de Dios que a veces sólo conocemos en teoría.

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Las pruebas en las manos de Dios son una herramienta para que nuestra fe crezca y se fortalezca, tanto que luego podemos fortalecer y consolar a otros con la misma consolación que hemos recibido del Señor. (2 Corintios 1:4)

4. Nuestra promesa de vivir sin sufrimiento no es en la Tierra (2 Corintios 4:16-18) (Juan 16:33)

Dios no nos prometió una vida “color de rosas” aquí en la tierra y no quiero sonar trágica o pesimista, porque ciertamente Él también nos proporciona momentos de gran gozo, pero lo cierto es que mientras estemos en este mundo y en la condición de carne vamos a ser afligidas de diferentes maneras y vamos a padecer sufrimientos.

Dios sí ha prometido sostenernos en medio de la prueba, ha prometido no dejarnos ni desampararnos, ha prometido completar Su obra en nosotras y también ha prometido que tenemos vida eterna en Cristo Jesús, el cuál fue a preparar morada para nosotros, para que donde Él está, nosotros también estemos (Juan 14:2-3), allí no habrá ya más llanto ni dolor, Él enjugará toda lágrima de nuestros ojos (Apocalipsis 21:4) y nos será entregada la corona de la vida (Santiago 1:2).

Que nuestra vista corta y terrenal no nos haga aferrarnos y amar las cosas de este mundo, sino que podamos poner la mira en las cosas de arriba para que podamos sobrepasar las pruebas con esperanza y fe, trayendo gloria a Dios en medio de ellas.

 

 

 

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