
Ser hijos de padres cristianos para muchos es una bendición y para otros su peor mal. Muchos hemos podido conocer al Señor a través de la fe de nuestros padres, pero otros han decidido no aceptar esa fe, y otros han creído que la han aceptado, pero simplemente viven una religión vana.
Una joven religiosa:
Va a la iglesia solo por costumbre o porque sus padres la llevan.
Va a la iglesia motivada por algún amigo o amiga no por escuchar la palabra.
Se envuelve en actividades de la iglesia de su agrado, pero sin un compromiso de vida cristiana.
No tiene deseos de predicar a los demás sobre Jesús.
Pocos saben que asiste a la iglesia.
Sus amigos no son cristianos.
Vive de acuerdo con sus deseos; no se afana por cumplir las ordenanzas de la Biblia.
Una joven cristiana:
Disfruta congregarse.
Su motivación principal de ir a la iglesia es obedecer al Señor y crecer en él conocimiento de la palabra.
Tiene una vida totalmente comprometida con las cosas del reino.
Tiene un anhelo ferviente por predicar el evangelio a los que le rodean.
Los que la conocen saben que sigue a Cristo.
Tiene amigos que le acercan al Señor.
Vive dirigida por el Espíritu Santo quien le guía a todo lo justo y verdadero. Se rige por la Palabra de Dios y no por sus propios pensamientos.
Evalúa estos puntos y pregúntate, ¿Cuáles características son las que me definen?
Puede que estés viviendo una vida religiosa sin intimidad con el Padre Celestial, pero eso no te hace salva.
Reconoce tu pecado, entiende que nada de lo que hagas TÚ podrá asegurar la salvación de tu alma más que aceptar el sacrificio de Cristo en la cruz por tus pecados.
Ten CONVICCIÓN
Cuando era niña recuerdo a mis padres hablarnos a mi hermana y a mí sobre seguir a Jesús porque le amemos. Ellos nos hablaban diciendo que, aunque ellos sí eran cristianos y aunque nosotras siempre estábamos en el templo debíamos decidir por nosotras mismas sí seguir al Señor con toda nuestra vida.
Recuerdo cuando fui realmente convencida de mis pecados siendo preadolescente. Vi mi condición pecaminosa delante de un Dios tan GRANDE Y PURO y entendí que no dependía de mí, sino de Él, y que lo necesitaba urgentemente en mí corazón para siempre.
Haber entendido esto me ayudó a enfocar mi mirada en el Señor y a hacer todo para glorificarle. No iba a la iglesia simplemente porque iban mis padres sino porque entendí y me convencí de que seguir a Cristo era lo mejor y la única de vía para salvación.
Tener convicción es estar completamente seguro de lo que se cree, sin importar quién más lo crea o no, quién más lo siga o no; simplemente estás decidido a CREER por encima de todo porque estás seguro en lo que confías.
Si no te sientes segura en saber quién es Dios y no entiendes bien por qué lo necesitas es una señal de que aún no has experimentado tener una relación cercana con Él.
Debes comprender tu condición delante de Dios. No somos nada sin Él. Y lo bueno que puede haber en nosotras es solo Su gracia y la muestra de que Él vive en nuestro corazón.
Aprende a amar la ley de Dios. Esto se logra cuando comprendemos la magnitud de Su amor que rodea Su justicia. Amar Su ley nos asegura obedecerla con una actitud correcta, con gozo y no con pesar.
Eres una verdadera hija de Dios cuando puedes decir desde tu corazón:
“Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20
Si aun eres una adolescente:
¿Que vas a hacer cuando ya seas un adulto independiente?
¿Planeas seguir a Dios por completo o harás lo que tu corazón engañoso desea?
¿Realmente aborreces las cosas del mundo o ansias que llegue el momento en que puedas entrar y obtener esas cosas sin ningún límite?
He visto tantas hijas de padres cristianos que al llegar a la juventud deciden no seguir el camino que han seguido sus padres. Algunas, muchas veces, estando años en la iglesia visitan y están en las actividades del templo pero sin haber tomado una decisión por sí mismas de seguir a Cristo.
Si te has dado cuenta de que has estado viviendo una vida religiosa ve a la Palabra de inmediato, acércate al Padre de misericordia y decide hoy mismo seguirle con toda tu alma, con toda tu mente y con todo tu corazón. Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados si nos confesamos a Él con sinceridad. (1 Juan 1:9)
Dos cosas pudieron haber pasado:
Que tus padres no te hayan instruido correctamente en la verdad de Cristo.
Que sí hayas sido instruidas correctamente en la verdad.
Si alguno de estos es tu caso permíteme compartirte algo.
Ya sea el uno o el otro, la decisión de servir al Señor debes tomarla por ti misma.
Si tu caso es que a pesar de la buena enseñanza decides no seguir a Cristo recuerda que llegará el día en que le daremos cuentas a Dios, cara a cara, de todo lo que hicimos mientras vivimos en esta vida. (1Pedro 4:5)
Si tus padres no te instruyeron bien en la verdad pide ayuda al Espíritu Santo y ve a la Palabra para conocer de manera correcta al único Dios soberano. Solo a través de Su palabra encontraras la verdad. Decide vivir de acuerdo con ella.
“Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre,” Juan 1:12
¿Has creído tú en el nombre de Jesucristo?