La Mente del Cristiano (1ra parte)

El cerebro humano es el órgano principal del sistema nervioso y tiene una gran cantidad de funciones.  Leyendo sobre este órgano aprendí que está dividido en varias partes, las cuales trabajan coordinándose entre sí para mantener y regular las funciones del cuerpo como son el funcionamiento de los órganos y la coordinación motora. Al mismo tiempo, diferentes partes de la corteza cerebral están involucradas en diferentes funciones cognitivas, del comportamiento y del pensamiento.

Según los estudios científicos este tiene millones y millones de neuronas o células nerviosas las cuales a su vez tienen millares de ramificaciones de tal manera que cada neurona puede estar conectada a otras neuronas cambiando constantemente información. Esto es solo un poco de lo complejo de este tema y del cerebro, el cual es comparado con una computadora o con millones de centrales telefónicas funcionando a su máxima velocidad recibiendo y enviando datos, informaciones y mensajes.

Este centro de operaciones, donde se originan nuestros pensamientos, dirige todo lo que somos, dirige nuestras decisiones y nuestras acciones. Es así querida hermana, nuestras acciones inician en la mente. Nuestras acciones están precedidas por un pensamiento. En otras palabras, primero pienso, luego actúo. Veamos como lo dice la Palabra: Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él. Proverbios 23:7.

Esta es una gran verdad a la cual debemos prestar mucha atención para no terminar deshonrando a Dios. Cuantas veces hemos sentido frustraciones o desilusiones por tomar malas decisiones y sufrir las consecuencias de esto. Cuantas veces quisiéramos borrar palabras que hemos dicho y cuantas veces hemos ofendido a Dios con conductas o actitudes que no van conforme a lo que somos.

Para Dios es importante que nuestras acciones le glorifiquen porque para eso fuimos creadas. Todo lo que hacemos es para El (Colosenses 3:23). Sabemos que como mujeres tenemos estas luchas. Por eso debemos tener una mente sana y protegida, debemos cuidarla, educarla, e incluso disciplinarla para que nuestros sentimientos y emociones, los cuales son muy cambiantes y se manifiestan a raíz de nuestro comportamiento que se genera en ella, glorifiquen a Dios.

Por eso debemos saber qué sucedió con nuestra mente para poder entender que las medidas a tomar para cuidarla son de suma importancia. Después de la caída del hombre descrita en Génesis 3, por haberse rebelado contra su creador, la mente fue oscurecida por el pecado. Después de la caída, la palabra describe la mente del hombre natural: envanecida (Romanos 1:21), reprobada (Romanos 1:28), ha sido cegada (2 Cor. 4:4), está en tinieblas (Efesios 5:8), no quiere someterse a la ley de Dios (Romanos 8:7). Esto es un panorama muy desalentador porque en este estado es imposible que el ser humano pueda hacer lo que agrada a Dios, porque actúan o hacen cosas que no convienen.

En Romanos 1:29-31 vemos una lista de todas esas acciones pecaminosas como consecuencias de tener la mente cauterizada volviéndonos de esta manera enemigos de Dios. Como dice John Piper: “El problema con nuestras mentes no es meramente que somos finitos, sino que es una mente caída.» Con la mente así no se puede pensar sabiamente y no se puede evaluar desde la perspectiva de Dios. Pero gracias al sacrificio de Jesús en la cruz, todo nuestro ser ha sido restaurado incluyendo la mente, si es que le hemos aceptado como Señor y Salvador. La Palabra de Dios dice que si somos cristianas tenemos la mente de Cristo (1 de Corintios 2:16). Nos ha sido quitado el velo. ¡Que hermosa verdad!

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Tenemos la mente de Cristo para:

  • Pensar los pensamientos de Dios.
  • Conocer el corazón de Dios.
  • Discernir temas espirituales cuando antes no lo podíamos hacer.
  • Ser enseñadas y guiadas por el Espíritu Santo a toda verdad.
  • Proveernos sabiduría.
  • Amar a Dios.

Ahora bien, sabemos que de este lado de la eternidad seguimos luchando con tentaciones, con nuestra carne que se inclina al mal, y tenemos un enemigo que lanza dardos para que al final no logremos el objetivo de pensar de manera cristiana y las consecuencias como vimos más arriba son catastróficas.

De hecho la Biblia dice que si dejamos que esas cosas controlen nuestra mente, entonces nos llevarán a la muerte (Romanos 8:6). Por eso, es un absurdo creer lograr una mente pura sin disciplina o poner guarda sobre ella. Debemos someternos al poder del Espíritu Santo para que El la controle, para tener vida y paz. (Romanos 8:7)

En la próxima entrega, estaremos reflexionando sobre algunos consejos para poner en práctica y así cuidar nuestra mente. Para librarnos de caer en el engaño o en las mentiras que el mundo o Satanás nos hacen creer.

Oramos dando gracias a Dios por habernos restaurado de esta manera y permitirnos conocerle a través de nuestra mente. ¡Que privilegio, tener la mente de Cristo!

6 comentarios sobre “La Mente del Cristiano (1ra parte)

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