
¿En alguna ocasión se han encontrado entre la espada y la pared; en momentos donde deben tomar una decisión importante en sus vidas y miles de pensamientos llegan a sus cabeza, todos justificando el por qué sí deberían de tomarla. Pero al mismo tiempo tienen el presentimiento, muy en el fondo, de que algo podría salir mal? ¿Y qué tal si le cuentan a sus amigas y estas les dicen que sigan sus instintos y la voz de su corazón, porque estos nunca fallan? Yo me imagino a los dibujos animados cuando hay un diablito y un angelito tratando de convencer sobre qué hacer al personaje principal.
No les voy a negar que he escuchado frases como esta desde que tengo uso de razón. y no les miento, durante mucho tiempo esta frase fue el fundamento para la toma de decisiones en mi vida. Esto fue hasta que Dios me confronto a la luz de las Escrituras y me mostró cuán errada estaba al escuchar mi corazón y no a Su voz… me di cuenta de que mi corazón no es tan sincero como lo siento en muchas ocasiones.
En toda la Biblia la palabra corazón se menciona alrededor de 300 veces y en varios versículos, que citaremos más adelante, se nos indica que en el corazón habitan nuestras emociones y deseos. Por supuesto, nuestro corazón forma parte de la semejanza que tenemos con nuestro Padre, pues Él mismo tiene emociones y sentimientos. Sin embargo nuestro corazón humano se corrompió totalmente a raíz de la caída del hombre a través de Adán y Eva.
En Jeremías 17:9 podemos leer esto claramente: “Más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio; ¿quién lo comprenderá?» No deberíamos cegarnos ante la realidad de que nuestro corazón es perverso, malvado, traidor y engañoso; nuestra mente, emociones y deseos han sido totalmente manchados por el pecado.
Mira como lo dice Jesús en Marcos 7: 21-23: “Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo e insensatez. Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre.”
Pensemos en un caso práctico. Imaginémonos que hoy descubrimos que nuestra amiga nos traicionó y comentó una de nuestras intimidades con otras personas. Qué es lo primero que llega a nuestra mente? Sera perdón, reconciliación y misericordia? O serán insultos, ley del hielo e ideas de como hacerla pagar por sus hechos? Seamos honestas, lo primero que pensaríamos nunca sería nada bueno.
“¡Camada de víboras! ¿Cómo podéis hablar cosas buenas siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.” Mateo 12:34
Seguir nuestros corazones y sus instintos no es más que engañarnos a nosotras mismas. Ahora bien, admitir la pecaminosidad de nuestro corazón es el primer paso hacia la libertad.
Entonces, ¿qué se supone que debemos hacer cuando escuchamos esa voz que está dentro de nosotras que nos invita a desobedecer a Dios, a no dar testimonio de nuestra fe y está muy lejos de reflejar a Cristo? Cuando esto nos suceda debemos tomarlo como una señal de alerta. Debemos correr a Cristo.
¿A quien debemos escuchar? Recordemos que la única voz que debemos escuchar es la voz de nuestro buen Pastor y seguirlo a Él como nos dice Juan 10:27, “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen.”
Como todo músculo, debemos ejercitar nuestros corazones. Debemos entrenarlo para que este sea un corazón conforme al corazón de Dios. La Palabra nos muestra cómo podemos hacerlo:
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Recordemos “Que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo” (Romanos 10:17). Necesitamos exponernos a las Escrituras de manera constante, debemos meditar en ella y guardarlas en nuestra mente y corazón para que esta sea nuestra guía en todo momento.
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Debemos cultivar un espíritu tierno y sereno. “Y que vuestro adorno no sea externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, sino que sea el yo interno, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios.” 1 Pedro 3:3-4
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Procuremos confiar en nuestro Padre Celestial en toda circunstancia. “Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócele en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas.” Proverbios 3:5-6
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Necesitamos orar a Dios por un corazón agradable a Él. “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.” Salmos 51:10
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Debemos tomar la decisión de alejarnos conscientemente e intencionalmente de todo cuanto endurezca nuestros corazones y así cuidarlo como nuestro gran tesoro. «Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida» (Proverbios 4:23).
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Pensemos siempre en “Todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad.” Filipenses 4:8
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Practiquemos el gran mandamiento “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.” Lucas 10:27
¿Como hemos de creer en un corazón caído y perverso en vez de seguir la voz de nuestro Padre quien es bueno y quiere lo mejor para nosotras?
Nuestro corazón no fue creado para ser escuchado por nosotras, solo puede ser escuchado y escudriñado por nuestro creador. Nuestro corazón fue creado para creer, para confiar, para que sea moldeado a semejanza de Cristo.
Agradezcamos, tengamos contentamiento y confiemos siempre en la guía de nuestro Padre, en Su palabra y consejo que se encuentran en las Escrituras. Un corazón confiado en Dios es un corazón lleno de esperanza y bondad, lleno de palabras de edificación. Esto agrada al Señor.