
El tema de nuestra identidad en Cristo para mí es muy importante abordarlo en este tiempo, debido a que en esta generación de la Iglesia, estamos viviendo un evangelio tan diluido y tergiversado. El mensaje que se está predicando en muchos pulpitos no está centrado en la persona de Cristo, por eso los cristianos estamos creciendo débiles y al mismo tiempo tenemos crisis de identidad. Estamos corriendo afanados detrás de cosas vanas y pasajeras, y nos confundimos entre la multitud. Por eso la diferencia marcada que debemos tener con los que no han recibido el glorioso mensaje del Evangelio cada día es menos evidente.
Esta es la razón por la que me animé a compartir sobre la carta a los Efesios. Es una carta muy rica en las doctrinas fundamentales de nuestra fe, por lo que quisiera escribirles de lo que he podido aprender en mi estudio de la misma, para que esto nos sirva a estar siempre centradas en el Evangelio, cumpliendo nuestro propósito y llamado, y al mismo tiempo poder alcanzar a través de su estudio la madurez espiritual a la semejanza de nuestro Señor.
Hablando un poco del contexto para tener una mejor comprensión, esta carta fue escrita por el Apóstol Pablo (Efesios 1:1), muy probablemente entre los años 60—63 d.C. durante el arresto domiciliario de Pablo en Roma. Años atrás, Pablo visitó Éfeso en su segundo viaje misionero, enseñando en la sinagoga. Tuvo dos colaboradores, Aquila y Priscila, a quienes dejó en esta ciudad para que continuaran el ministerio y después se añadió Apolos. Luego, Pablo regresó a la ciudad en su tercer viaje misionero, pero esta vez su permanencia allí fue de tres años estableciendo una iglesia que sirvió de base para la predicación del Evangelio en toda Asia. Hubo mucha oposición, pues muchas personas eran hostiles al evangelio debido a la idolatría imperante del momento.
Éfeso era la capital de la provincia Romana de Asia, la actual Turquía, y era una gran sede de cultura y educación por sus filósofos, artistas, etc. Era unos de los centro comerciales más importante del mundo antiguo, teniendo como negocio próspero la fabricación de estatuas y donde se practicaba la magia y el espiritismo. Allí se encontraba una de las siete maravillas del mundo antiguo, el templo de Diana cuya construcción duró más de 200 años. Pero aún en medio de esta pobreza espiritual, Dios manifestó su misericordia, dice la palabra que muchos se convirtieron por la predicación del evangelio. Para seguir aprendiendo sobre el contexto de esta epístola te motivo a leer Hechos 18:19-21 y Hechos 28:16-31.
Esta carta fue escrita con el propósito de que la Iglesia pueda ver el plan redentor de Dios y el lugar que ocupa ella en dicho plan, que entienda cuales son los medios de gracia y los recursos de los cuales hemos sido partícipes por la Gracia de Dios. Pero al mismo tiempo esta carta también nos recuerda nuestra posición en Cristo, y como esto afectará nuestra manera de vivir.
Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso:
2 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,
6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,
7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,
8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia,
9 dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo,
10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.
11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,
12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.
13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.
En esta parte del capítulo 1, si leemos cuidadosamente esta oración, nos daremos cuenta de que Pablo está adorando a Dios por todas las bendiciones que hemos recibido de El (v.3). Claramente se evidencia que de Dios viene toda buena dadiva y todo don perfecto.
Pablo hace una descripción de todos los dones de gracia que el Dios del cielo, de quien no merecemos nada, ha derramado para Su pueblo, por lo tanto esto nos coloca en una posición privilegiada, y si entendemos lo que esto significa, nuestro corazón se llenará de gozo inexplicable por lo que El ha hecho por nosotras.
Ahora bien, debemos entender que estas bendiciones son espirituales, no materiales. Con esto no digo que Dios no nos da de las cosas que necesitamos para vivir y sustentarnos mientras estemos de paso en esta tierra, pero Pablo no se refiere aquí a las cosas temporales y pasajeras sino a aquellas que son eternas y que hemos recibidos en Cristo. En otras palabras, hemos recibido todo lo que es de Cristo.
Aquí algunas de esas bendiciones y sus propósitos:
1. Dios nos escogió: El mismo pasaje dice que esto no fue algo que surgió de la noche a la mañana sino que fue antes de la fundación del mundo, en la eternidad pasada . Nosotros no lo decidimos, El lo hizo bajo su soberania pero tambien por su bondad (2 Tesalonicenses 2:13-14). Charles Spurgeon dijo: «Dios me escogió mucho antes de que yo viniera a este mundo, debido a que si Él hubiera esperado hasta que yo llegara aquí, entonces Él nunca me hubiera escogido». Y el propósito de esta elección es para que seamos santos y sin mancha según Su plan eterno. Esto es un cambio de un estado a otro, eramos pecadores, ahora somos santos.
2. Dios nos predestinó: para convertirnos en Sus hijos, para ser parte de su familia. El deseo de Dios es que nos convirtamos en herederos de todo lo que Jesús posee. Podemos disfrutar del trato del Señor como nuestro padre. Al final esta adopción es para Su exaltación.
3. Dios nos redimió: éramos esclavos del pecado y esto nos separaba de Dios. Necesitábamos un libertador que pagara el precio de nuestra libertad porque nosotros no podíamos. Con su sangre Jesús pagó ese precio, Él nos compró (1 Corintios 6:20). Ahora somos libres y perdonados.
4. Dios nos ha sellado con el Espíritu Santo: Esto sucede en el momento de la conversión. En la época antigua un sello era señal de propiedad y las arras se traduce como una prenda que era dada como un anticipo para garantizar la seguridad de lo que se adquiría. El Espíritu Santo es ese sello de Dios que le da el derecho sobre nosotros como Su propiedad y al mismo tiempo nos asegura que nuestra herencia completa como hijos de Dios nos será entregada.
De este pasaje y del libro completo de Efesios podemos sacar más bendiciones recibidas y las mismas definen lo que somos y lo que tenemos en Cristo. Te motivo a seguir estudiándolo. Realmente es un buen ejercicio siempre meditar en estas verdades porque cuando entendemos cuan ricos somos en El y nuestra posición, viviremos en gozo y agradecidos. Sabremos lo que significa vivir como cristianos y no estaremos fluctuando en dos pensamientos y al final cumpliremos el propósito de ser redimidos para alabanza de Su gloria.
Muy bien gracias está muy lindo todo esto es bueno porque nos ayuda para dar más enseñanza a nuestro grupo familiar Bendiciones 🙌🙌
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