
Conocí a una chica que detestaba la idea de casarse, tener una familia, hijos.
Cada vez que se mencionaba el tema la escuchabas decir que no soportaría tener que estar sirviendo a un hombre en una casa, tener que rendir cuentas a alguien, no poder hacer lo que ella quiera cuando lo quisiera y mucho menos tener hijos. Eso quizás pueda sonar a libertad y a independencia, pero lo cierto es que ella solo tenía DECEPCIÓN y TEMOR.
Decepción de malos matrimonio rodeándola y temor de tener una experiencia tan desastrosa en su vida.
Con el Señor como guía, el matrimonio es hermoso, pero sin El interviniendo, podría ser desastroso.
La verdad es que para que un matrimonio funcione se debe rendir el orgullo, dejar de pensar solo en uno mismos y entregarse a alguien más en servicio; y por nuestra naturaleza pecaminosa, el orgullo y el egoísmo puede que nos fluya más fácil que la sumisión y el amor desinteresado.
Al igual que ella, muchas jóvenes no pueden ver la belleza del matrimonio que se expresa aún en los sacrificios y momentos difíciles.
Hay varios motivos por los que una joven puede no querer aceptar el matrimonio como una bendición.
Muchas han sufrido esta decepción desde casa, con padres que no han sabido manejarse correctamente, que han maltratado, que han puesto su bienestar por encima del de su cónyuge y de sus hijos, por padres que han sido orgullosos y que no supieron asumir su rol en el hogar. Para otras no ha sido tan mala la experiencia, quizás con padres que han tenido un buen matrimonio, pero son jóvenes que se hacen llamar de “alma libre” y ni siquiera piensan en casarse, en tener una relación formal en la vida, pero puede que en el fondo solo le huyan a servir y a someterse al liderazgo de alguien más.
La realidad es que nuestra sociedad corrompida y todos sus medios se han encargado de empañar el hermoso diseño de Dios poniéndolo como algo que te hace quedar atrás y sin valor, siendo todo lo contrario. El valor que tiene una mujer asumiendo su rol en un hogar no se compara con ninguna falsificación de “libertad” que quiera vender el mundo.
Asumir esta verdad sí nos hará sentir verdaderamente libres.
No permitas que un mal ejemplo de matrimonio en tu hogar, en el hogar de otra persona o que tu orgullo empañen tu visión del matrimonio. Dios es el creador de este y todo lo que él hace es bueno así como dice 1 Timoteo 4:4 “Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias.” El matrimonio no es la excepción.
Si has estado viendo la idea de tener un hogar como algo no grato para ti te motivo a que hagas lo siguiente:
1- Habla con Dios sinceramente y pídele que quite de tu corazón todo lo que te impida confiar en Su diseño y Su plan para ti.
2- Pide ayuda al Espíritu Santo para que puedas identificar qué te hace rechazar el matrimonio, y con la guía del Señor trabaja en ello.
3- Aprende lo que dice la Biblia acerca del matrimonio.
4- Confía y descansa en Dios sin temor, entiendo que si lo pones en sus manos será para bien.
Si amas a Dios con toda tu alma y te casas con alguien que le ame de la misma manera es imposible que no funcione; no que sea perfecto, pero si funcional y que glorifique a Dios.