
En estos días en los que asumimos este reto, pienso que es un privilegio dedicar un tiempo intencional para acercarnos al Padre en oración, y bajo este propósito me encanta leer los Salmos. Estos escritos a lo largo de sus 150 capítulos observamos el corazón de David, quien fue un hombre en el que Dios sintió complacencia.
El corazón de David refleja un corazón quebrantado, por consiguiente se muestra agradecido, pleno, gozoso y confiado en el Señor. David alabo a Dios porque tuvo la revelación de su grandeza, su poderío y magnificencia; durante las escrituras muchos de sus relatos hablan de sus vicisitudes, por los problemas que paso y también, muestran sus debilidades. Sin embargo, en medio de cada circunstancia vemos a un David plenamente dependiente del Señor. Nunca dudo en ir delante de su Dios sin argumentos y con total sinceridad; más bien vulnerable, sumiso y con la certidumbre de que el Señor estaba siempre con él.
Estos versos del 7 al 11 del capítulo 16 de los Salmos lo describen:
Bendeciré al Señor que me aconseja;
en verdad, en las noches mi corazón me instruye.
Al Señor he puesto continuamente delante de mí;
porque está a mi diestra, permaneceré firme.
Por tanto, mi corazón se alegra y mi alma se regocija;
también mi carne morará segura,
pues tú no abandonarás mi alma en el Seol,
ni permitirás a tu Santo ver corrupción.
Me darás a conocer la senda de la vida;
en tu presencia hay plenitud de gozo;
en tu diestra, deleites para siempre.
Nada más atractivo ante los ojos de Dios que un corazón que se muestre confiado delante de Él. Estas palabras nótese que comienza “Bendeciré al Señor…. Al Señor he puesto continuamente delante de mi…” y como resultado expresa que su corazón esta alegre y su alma regocijada, dice sentirse seguro y finaliza diciendo que en la presencia del Señor siempre tiene plenitud de gozo y deleites para siempre. ¡Qué precioso leer esto! Solamente al bendecir y poner delante de nosotras todos los días, en todo tiempo y en cualquier circunstancia al Señor es que podemos levantar bandera de plenitud y gozo en nuestras vidas. Solo en El reposa nuestra alma.
Es por esto que en este día elevaremos esta oración juntas delante de nuestro Padre Celestial en favor de cultivar cada día un corazón que le reconoce, le bendice y podamos poner siempre delante de nosotras al Señor para que alcancemos el regocijo, la firmeza, la seguridad, y la plenitud de gozo para siempre. ¡Dios te bendiga!
Te animo también a leer estos versos que son una oración, junto con nosotras: Amen.
Alma mía, espera en silencio solamente en Dios, pues de El viene mi esperanza.
Sólo El es mi roca y mi salvación, mi refugio, nunca seré sacudido.
En Dios descansan mi salvación y mi gloria; la roca de mi fortaleza, mi refugio, está en Dios.
Salmos 62:5-7