
Casi siempre nosotras estamos teniendo largas conversaciones en nuestro interior, ya sea en el autobús, tomándonos un café, en la habitación, aun cuando estamos con otras personas o simplemente mientras caminamos. Esa conversación interior le da forma a nuestra manera de ver las cosas, a nuestras emociones y aun a nuestros más íntimos deseos.
Muchas de esas conversaciones con nosotras mismas tienden a ser negativas, y es necesario que estas sean sustituidas por conversaciones positivas. El apóstol Pablo nos motiva a pensar en lo bueno de la siguiente manera: Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Filipenses 4:8
Estas palabras pueden relacionarse con lo que nos decimos a nosotras mismas, como también con lo que pensamos y decimos de los demás.
Las palabras son poderosas. ¡Nuestras palabras importan mucho! Incluso las palabras que pronunciamos sobre nosotras mismas en el silencio de nuestros más íntimos pensamientos. Tales palabras pueden edificarnos o destruirnos. Es posible que si anidamos pensamientos negativos sobre nuestra persona, lleguemos a actuar conforme a ellos, pensamientos como:
- Dios no me ama.
- Soy una mala persona.
- Merezco todo lo malo que me sucede.
- La vida es injusta.
- No valgo para nada.
- Nada cambia jamás.
- Estoy atrapada.
- No hay esperanza para mí.
Las palabras negativas nos hacen sentir más abatidas, amargadas y decaídas. Refuerzan la mentalidad de ser víctimas y nos hunde cada vez más profundo en las arenas movedizas de los pensamientos negativos, de la actitud derrotista y del abandono. Estas se convierten en profecías que cumplimos nosotras mismas y las situaciones que tendrían que haber mejorado, empeoran.
En cambio las conversaciones positivas que podemos tener con nuestro interior basadas en lo que dice la Biblia acerca de nosotras. Son como un vaso de agua fresca en medio de un desierto, capaz de rehidratarnos en medio de la desesperación. William James un gran filósofo y Psicólogo escribió: ¨Podemos modificar nuestra vida, modificando la actitud mental”.
Es momento de que cambiemos nuestra actitud diciéndonos cosas positivas, verdaderas y sobre todo a la luz de la palabra del Señor. De esta manera, seguiremos el hermoso consejo de nuestro querido Pablo quien nos dice: Sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2b)
Podemos transformar nuestros pensamientos si renovamos y revisamos nuestras conversaciones internas y esto significa las repeticiones de cosas como:
- Dios me ama. Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna (Juan 3:16)
- Jesús murió por mis pecados. Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios. (Romanos 3:23) Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna (Juan 3:16)
- Dios desea lo mejor para mí. Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor —, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza (Jeremías 29:11)
- Dios es justo. (Romanos 2:1-16)
- Con Dios todo es posible. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos (Hebreos 4:16)
- Eres de gran valor para Dios. Has sido escogida por Dios, eres Santa y Amada. (Col. 3:12)
- Este mundo es temporal. Así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno (2 Corintios 4:18).
- Jamás estoy atrapada. ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios! (Salmos 42:5).
- Pon tu esperanza en Dios. (Salmo 40)
Cuando sustituimos nuestras conversaciones o pensamientos negativos por la verdad de Cristo, nuestra perspectiva sobre la vida cambia, todo luce diferente y podemos apreciar y sentir el amor infinito de Dios hacia nosotras.
Puedo estar satisfecha, a pesar de mis circunstancias. No digo esto porque esté necesitado, pues he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez (Filipenses 4:11-12) El corazón satisfecho, muestra contentamiento hasta en las peores circunstancias.
Les invito a que tomemos un momento y oremos a Dios, dándole gracias por su amor incondicional para con nosotras aun cuando no le somos fieles a Él con nuestras conversaciones internas. Pidámosle que nos ayude a tener conversaciones positivas a la luz de su palabra con nosotras mismas y que Su palabra sea la que nos guíe en cada situación que debamos enfrentar o en la que ya estamos.