
«Paguen a cada uno lo que le corresponda… al que deban respeto, muéstrenle respeto; al que deban honor, ríndanle honor.» Romanos 13:7b
La primera mujer presente en nuestras vidas es mamá. De ellas depende, en gran medida, quienes somos hoy en día. Es parte de su diseño original como mujer desempeñar este rol tan importante. Nosotras sabemos que nuestras madres han hecho todo lo que está en sus manos para mostrarnos su amor de muchas maneras y en honor a ellas es que quiero recordar el valor de honrarlas.
Para Dios es SUMAMENTE importante que como hijas demos el correcto valor a nuestros padres, pues dentro de los mandamientos el considero esto de alta prioridad. El honrar a los padres, en este caso hago hincapié en la madre, involucra alta estima, reverencia y ayuda. La palabra griega para honor/honra significa venerar, apreciar, y valorar. Honor es darles respeto, no solo por mérito sino también por rango. Nosotras como hijas de cualquier edad debemos honrar a nuestras madres, sin importar si creemos que lo “merecen” o no.
De pequeñas tenemos sentimientos preciosos hacia ellas; son nuestro universo pues somos completamente dependientes de ellas, pensamos que son maravillosas y súper heroínas. El amor por nuestra madre debe tener la ternura de cuando éramos niñas. Esto nos permitirá siempre darle la honra que merece, la honra de la que nos habla el Señor. Veamos algunas acciones de cómo podemos honrarla:
1- Escuchándola. “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no abandones la enseñanza de tu madre. Prov. 1:8 “Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a tu madre cuando envejezca.” Prov. 23:22
- Sin importar la edad, siempre debemos mantener el oído abierto y el corazón respetuoso para considerar los consejos de nuestra madre. Tiene un largo camino recorrido y un pasado lleno de experiencias con tesoros para enriquecer tu vida. Y si ya has formado tu familia, agradece su consejo aun cuando no lo sigas.
2- Ayudándola. “Porque Dios dijo: “Honra a tu padre y a tu madre,” y: “Quien hable mal de su padre o de su madre, que muera.” Pero vosotros decís: “Cualquiera que diga a su padre o a su madre: ‘Es ofrenda a Dios todo lo mío con que pudieras ser ayudado’, no necesitará más honrar a su padre o a su madre.” Y así invalidasteis la palabra de Dios por causa de vuestra tradición. Mateo 15:4-6 (Énfasis agregado)
- Considera su carga de quehaceres, su salud quebrantada, su largo camino de tareas, su cuerpo cansado, su día rutinario y tedioso, y ayuda un poco. Necesitamos comprender sus deseos y preocupaciones y ayudar a satisfacer sus expectativas. Pero, no pongamos condiciones a la ayuda que ofrecemos, todo lo que aportemos debe ser incondicionalmente, de tal modo que ella se sienta feliz de recibir y aun de compartir lo que le damos. Tampoco esperes que otros hagan lo mismo que tú, has lo que debas porque eso agrada a Dios y eso te permitirá sentirte plena y feliz.
3- Perdonándola. “Sobre todo, sed fervientes en vuestro amor los unos por los otros, pues el amor cubre multitud de pecados”.1 Pedro 4:8
- Nuestras madres, al igual que nosotros y todos los seres humanos, tienen una naturaleza caída y pecaminosa. Son imperfectos y son pecadores. Seguramente han cometido errores al criarnos y al disciplinarnos. Su trato con nosotros en ocasiones no lo hemos percibido justo. Ellas necesitan nuestro perdón aun cuando no lo pidan. Nosotras necesitamos perdonarlas para que la amargura no se infecte en nuestra alma y nos destruya. Cuando las perdonemos seremos libres del resentimiento y disfrutaremos amarlas como Dios lo pide.
4- Comprendiéndola “Pero Rut dijo: No insistas que te deje o que deje de seguirte; porque adonde tú vayas, iré yo, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú mueras, allí moriré, y allí seré sepultada. Así haga el Señor conmigo, y aún peor, si algo, excepto la muerte, nos separa. Rut 1:16-17 «No reprendas con dureza al anciano, sino, más bien, exhórtalo como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos, a las ancianas, como a madres; a las más jóvenes, como a hermanas, con toda pureza.» 1 Ti. 5:1-2
- Aunque Noemí no era madre de Rut, sino su suegra, vemos que comprendió lo que necesitaba y por eso la siguió hasta su muerte. Pablo aconseja a Timoteo que trate a los ancianos y ancianas de manera prudente y comprensiva. Que no les falte al respeto por sus errores y faltas. Cuando nuestros padres están ancianos e indefensos, es fácil tratarlos como niños y olvidarnos de la honra que se merecen, simplemente por ser nuestros padres. Cam le faltó el respeto a Noé y esto le trajo maldición (Gen. 9). Nuestras madres darán cuantas de sus propios errores ante Dios, pero nuestro deber es amarlas y honrarlas incondicionalmente.
5- Sosteniéndola. «Pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, que aprendan éstos primero a mostrar piedad para con su propia familia y a recompensar a sus padres, porque esto es agradable delante de Dios.» 1 Timoteo 5:4
- Si nuestra madre se encuentra desamparada, todos los hijos debemos colaborar con lo que podemos para su sostenimiento. Unos de manera económica, otros con ayuda en especie, otros prestando su servicio personal, pero todos demostrando nuestra preocupación sincera de manera desinteresada y para la gloria de nuestro buen Dios.
6- Alabándola. “Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada, también su marido” Pr. 31:28
- Una última manera de honrar especialmente a nuestra madre es ponderando sus virtudes y cubriendo con amor sus defectos. Señalar de manera insistente sus defectos y errores en detrimento de sus virtudes, es una manera de deshonrar a nuestra madre. El amor consiste en cubrir con el perdón y la discreción los errores y hacer brillar las virtudes para la gloria de Dios. Nuestros padres deben ser reconocidos, elogiados y celebrados por lo que Dios les permitió ser y hacer.
Para reflexionar:
CUIDADO cuando una madre se siente angustiada e insatisfecha a causa nuestra (como hijas), entonces, posiblemente, sus hijos (nosotras) no la hemos honrado. Pese a todas las inquietudes que podamos tener con respecto a nuestra madre, lo bueno de ellas y las actitudes que no nos agradan tanto ellas siempre serán merecedoras de nuestra honra, de nuestro respeto.
No esperemos que ya no estén con nosotras para recordar o lamentar que nunca le mostramos amor y le dimos honra mientras ella vivía. A Dios le complace que nosotras como sus hijas cumplamos con gozo este principio. Es nuestra oración desde el atelier que si hay alguna de ustedes que tiene algún conflicto con su mama puedan tener reconciliación y juntas puedan disfrutar de una sana relación madre/hija pues esto agrada a Dios. ¡Un abrazo!
Algunas notas del Pastor Moisés Brito (E625)
Un comentario sobre “¡Honrando a mi mamá!”