Buscando a mi príncipe «Mi chico ideal» (1ra parte)

Lucia, cuéntanos ¿Cómo es tu chico ideal?

“¡Aw! Bueno, mi chico ideal es un cristiano piadoso, mayor que yo, predicador, que le guste danzar pero que sea masculino, es alto y fuerte, tiene los ojos marrones y el cabello ondulado.  Que ame servir, que sea líder de jóvenes y de alabanzas. Que sea profesional, preferiblemente con un doctorado; que tenga un buen trabajo, que tenga vehículo, que tenga una casa amueblada. Que tenga sentido de la moda y que tenga estilo, que se ría mucho pero que no sea un payaso, que sea simpático pero serio, que sea amistoso pero reservado. Que practica futbol, básquet y beisbol pero siempre está oloroso. Que sepa tocar la guitarra, el piano y la batería, también; la güira, la conga y la tambora por si hay que tocar un mambo. Que sepa cocinar, que le guste viajar, que ame la playa y los ríos, que ame la lluvia y la nieve. Que sea tierno pero que no sea cursi. Que no tenga hermanas, que su mama sea una dulzura, que sea social, que lo amen mis amigas. Que sea muy detallista, que le guste la tecnología, que le gusten las misiones. Que ame los animales, que ame las películas románticas, que le encante mirarme”.

Cuando pensamos en los chicos generalmente tenemos un ideal sobre cómo debería ser: cualidades espirituales, intelectuales, físicas, e incluso temperamentales para que nos complementemos. Es bueno tener algunas ideas de lo que nos gustaría, es importante saber lo que se quiere. Sin embargo, el problema está cuando estos ideales superan la realidad y nos convertimos en ilusas. Ilusa es una persona que tiende a hacerse ilusiones sin fundamentos. Significa que ese chico que anhelamos para casarnos o formar una familia solo existe en nuestras mentes porque se tienen expectativas demasiado elevadas o exageradas y, de la única manera que ese joven existiría es si se manda a fabricar. Tal es el caso de Lucia, que es una joven que quiere tantas cosas, pero a la vez está viviendo en las nubes.

En estos tiempos tan demandantes, la sociedad se ha encargado de crear a muchas Lucias. Se les vende la idea de que deben tener siempre lo mejor, de no conformarse con lo mínimo y de no permitir que nadie las “desvalorice”. Es un hecho que hoy en día se le exige a la mujer los más altos estándares en todo, y de manera contundente en la elección de pareja.

Otra cosa que inducen estas altas demandas es nuestra cultura. Muchas de nuestras madres nos inculcan el valor de los estudios para poder ser independientes y de salir adelante sin necesidad de tener un hombre al lado porque muchas de ellas quizás no tuvieron esa oportunidad. Una vez le pregunte a mi abuela, ¿por qué se casó con mi abuelo? Ella me dijo que antes no se tenían muchas ideas sobre los chicos, lo que importaba era que fuera trabajador, serio y que pudiera mantenerla a ella y sus hijos. Ella me decía que yo debía casarme con un hombre profesional, con un joven pastor que me tratara como una reina y que no me dejara vivir precariedades de ningún tipo.

Vemos las universidades llenas de chicas con tantos sueños, impulsadas por sus familias a ser diferentes, a progresar y ser las mejores; más capaces, inteligentes y bellas. Esto no tiene nada de malo, en lo absoluto, pero cuando es por las motivaciones inadecuadas se puede convertir en un conflicto. En todo caso, esta también es parte de mi historia. Mi agenda era que cuando yo este terminando la universidad empezaría a mirar intencionalmente a jóvenes que mostraban interés. El problema vino cuando no encontraba en ninguno las cualidades que quería. Las que se suponía debía tener… Las que mi abuela me decía. No quería por ningún motivo “repetir” la historia de mi abuela, mis tías o mi mama, porque ellas siempre me decían que debía esperar por lo mejor.

Estas ideas se han introducido en nuestras mentes aun siendo creyentes, permitiendo así que tengamos ilusiones de casarnos con un SUPERMAN.

Si te das cuenta, llevo varios párrafos hablando de lo que me gustaría, quiero o merezco, pero ¿Dónde está Dios en todo esto? Es lo que nos pasa, cuando pensamos tanto en nosotras y nos olvidamos de lo más importante. Mira lo que nos dice 1 Pedro 5:7

“…echando toda vuestra ansiedad sobre El, porque Él tiene cuidado de vosotros”
Nuestra naturaleza, aun sin percatarnos, ha sido fundada por todas estas cosas que estuvimos hablando anteriormente. Esta expectativa que sentimos por encontrar al “chico ideal”  se convierte en ansiedad y esto no permite que la soberanía, la voluntad y el propósito de Dios para nuestras vidas sean cumplidos. La inquietud, los nervios, la preocupación por encontrar a ese chico ideal no puede ceder ante la presión social, ante la presión cultural, al idealismo que nos impulsa a encasillar al joven que Dios nos tiene en un robot que debería satisfacer todas nuestras demandas emocionales y de todo índole. Él sabe lo que necesitamos y le complace que sus hijas sean plenas y felices, pero en sus términos…
Confía en el SEÑOR con todo tu corazón,
y no te apoyes en tu propio entendimiento.
Reconócele en todos tus caminos,
y EL ENDEREZARÁ tus sendas.

Proverbios 3:5-6
Estos consejos que encontramos en las escrituras nos enseñan que CONFIEMOS en el Señor y que NO argumentemos en favor de nuestros ideales, lo que “entendemos” que es mejor para nosotras. Más bien que PENSEMOS en EL, en lo que le gustaría a EL para nosotras y en que EL nos ayudará a poner todo en su orden y estaremos en paz, con expectativas celestiales. ¡Es lo mejor que podemos hacer! No está mal que tengamos ideales sobre los chicos, eso es muy importante. También las vivencias de nuestros seres queridos (en mi caso mi abuela) nos enseñan y las oraciones de una madre por sus hijas (como mi madre lo hacía por mi) no tienen precio. Pero lo que más importa es que estos ideales estén ALINEADOS a los ideales del SEÑOR; contra pronósticos, contra cultura, contra estándares.

Cuando entendí esto, sabía que no eran los chicos, que era yo la del problema. Tenía una “lista de cualidades” que no estaban alineadas a la voluntad del Señor y por esto estaba exigente, orgullosa y ansiosa. Después de un tiempo en comunión con El, pude abrir mis ojos e identificar cuáles eran los ideales de Dios para encontrar de manera intencional ese joven que estaba diseñado especialmente para mí.

Esta es la introducción de la Serie “Buscando a mi príncipe”, sigue con nosotras en el Atelier para que conozcas un poco más sobre mi testimonio y como Dios orquesto la unión de quien ahora es mi amado esposo.

4 comentarios sobre “Buscando a mi príncipe «Mi chico ideal» (1ra parte)

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