
Algunos años atrás, comencé a tener inquietudes sobre “mi chico ideal”. Tenía 22 años, responsabilidades ministeriales, trabajaba, estaba haciendo un diplomado, cursaba mi último año de carrera… Me sentía preparada para iniciar una relación. Sin embargo, estas inquietudes sobre ese chico, se convirtieron en una lista de requisitos:
- Tiene que ser buen proveedor, pues no voy a mantener a nadie.
- Tiene que ser muy amable, pues no voy a aguantar malos tratos.
- Tiene que amar las artes, pues es lo que más me gusta.
- Tiene que ser mi amigo, no mi jefe para darme órdenes.
- Tiene que ser sumamente inteligente para poder seguir su liderazgo.
- Tendrá que ganarse mi respeto: que le cocine y le planche, eso también se lo tiene que ganar.
Con esas ideas solamente estaba siendo presumida y un tanto arrogante, pues pensaba que este chico debía estar a la “altura”, y mi orgullo de mujer preparada y capaz, hizo que ponga en poco las cosas realmente importantes. Pero estos pensamientos son resultado de la filosofía feminista que impera por todas partes en nuestra sociedad. En el artículo anterior hablamos del porqué de alguna de ellas.
Si tenemos pensamientos como estos, nuestros corazones (nuestras mentes) necesitan ser moldeado por el amor del Señor. Todos estos rudimentos, filosofías e ideales feministas no son el diseño de Dios para nosotras. El anhela que seamos chicas sumisas, que amemos sus preceptos, sus principios, su verdad. Hemos compartido en otros artículos sobre las cualidades de una joven piadosa, sobre la importancia de la oración y hemos visto muchos ejemplos de mujeres en las escrituras que nos inspiran con su carácter y vemos como Dios se complace en ellas.
En la introducción de esta serie, cuando hablo del Chico Ideal me estoy refiriendo a que se ajusta muy estrechamente a un modelo o prototipo de perfección. Esto es lo que se nos ha enseñado en nuestra sociedad. Pero en este escrito utilizare Joven Idóneo que es un adjetivo que se deriva del latín “idoneus” que indica a todo aquello que posee buena disposición o suficiencia para una cosa, es sinónimo de: apto. Revela a un individuo que posee ciertas condiciones que son adecuadas. Y, esto es lo que Dios quiere para nosotras, un joven adecuado, idóneo.
Hay muchas características que podemos identificar para describir a un joven idóneo, veamos algunas de ellas:
- Es un joven que Ama a Dios sobre todas las cosas. No hay perfecto sobre la tierra. Pero este joven revela actitudes que indican que prefiera agradar al Señor por más difícil que sea.
- Es un joven de carácter. Es un joven de convicciones claras, de valores invariables y de temperamento estable. Debemos hacernos estas preguntas: ¿En qué cree (convicciones)? ¿Qué cosas son importantes para el (valores)? ¿Cómo reacciona ante las situaciones difíciles (temperamento)?
- Es un joven que entiende sus roles. Un joven que ama a Dios sabe esperar, respetar y valorar a la mujer como vaso más frágil. Entiende su liderazgo y lo asume con gozo. Efesios 5:25-31
“planes de bienestar (todo lo bueno y lo justo) y no de calamidad (no de angustia ni pesar),
para daros un futuro y una esperanza (para que seas plena y feliz en él).
– ¿Este joven ama a Dios sobre todas las cosas? ¿Cómo es su testimonio frente a sus familiares y amigos? ¿Es un joven que teme al Señor? ¿Me inspira a amar más a Dios?
– ¿Cuáles son sus valores? ¿Le parecen importantes los valores que tengo? ¿Tenemos valores en común? ¿Cómo es su relación con los demás? ¿Es un joven piadoso?
– ¿Qué tal son sus actitudes frente a diversas situaciones? ¿Se enoja con facilidad? ¿Escucha corrección de sus líderes? ¿Tiende a estar a la defensiva?
Recuerda: la perfección no existe. Pero cuando ponemos todo en manos del alfarero Él va corrigiendo lo que necesita ser cambiado porque él se perfecciona en nuestras debilidades.
No te pierdas el siguiente artículo de esta serie.