Dorcas (1ra parte)

Desde el mes pasado hemos estado resaltando cualidades de mujeres de la Biblia que aún en nuestra actualidad son dignas de ser imitadas.

Hoy quiero hablarles sobre Dorcas y resaltar algunas características que tenía esta mujer, sobre todo resaltar la manera en la que ella reflejaba a Cristo a través del servicio. Pero antes de esto, les comparto unos datos interesantes que nos ayudarán a entenderla mejor:

* Dorcas era considerada como una discípula del Señor y podemos encontrar su historia en el libro de los Hechos 9:36 al 42.

* El nombre de esta mujer era Tabita, que traducido es Dorcas. Este es un nombre hebreo, pero en el griego significa gacela. Es un símbolo de belleza, llena de gracia.

* Dorcas era costurera y vivía en una ciudad llamada Jope, que estaba sobre las costas del mediterráneo. Esta era una ciudad con un puerto muy pequeño que estaba más o menos a unos 55 kilómetros de Jerusalén.

No sabemos si Dorcas era de apariencia hermosa, pero lo que sí sabemos es que mostró la belleza de Jesús en su vida a través de su servicio humilde y compasivo por la gente que lo necesitaba.

¿Qué aprendemos de Dorcas?

Debemos ser Constantes en el Estudio de la Palabra.
(Hechos 9:36ª) Había en Jope una discípula llamada Tabita (que traducido es Dorcas). 

Por definición un discípulo es un aprendiz, pupilo o estudiante. Para ser discípulo se requiere constancia pues este es un seguidor de Cristo; es alguien que aprende las doctrinas de la Escritura y la manera de vivir requeridas en ellas; alguien que es enseñado con la instrucción apropiada de la Biblia con el seguimiento necesario apropiado (aplicación de vida práctica)(Jeanine Martínez)…. Y esto no sucede de la noche a la mañana.

El hecho de que a Dorcas se le identifique como discípula, nos sugiere que ella era seguidora de Jesús y que probablemente tenía algo de tiempo expuesta a las enseñanzas y al servicio del Señor. Esto quiere decir que ella se había mantenido fiel a Cristo. Había sido constante y perseverante en su caminar con Dios.

Hoy en día no tenemos a Jesús presente. Él nos dejó al Consolador, el Espíritu Santo, pero también nos dejó las Escrituras que nos guía en nuestro diario vivir. Por esta razón, necesitamos preguntarnos:

  • ¿Estoy estudiando la Palabra y dejándome guiar por ella?
  • Si Jesús tuviera que introducirme en un grupo, ¿me llamaría su discípula?
  • ¿Estoy involucrada en estudios bíblicos que me hagan crecer espiritualmente por ende parecerme más a Cristo?
  • ¿Estoy convencida de lo que creo acerca de Dios?

Es importante que nosotras asistamos a la iglesia los domingos y que sirvamos en algún ministerio, pero igual de importante es que crezcamos en nuestra relación con el Señor a través de la exposición de Su palabra y la intimidad con El de manera personal y constante.

Debemos ser Diligente y Humildes.
(Hechos 9: 36b) Dorcas se esmeraba en hacer buenas obras y en ayudar a los pobres.

Dorcas se esmeraba en hacer buenas obras. Ella era diligente, es decir, dinámica, rápida y siempre dispuesta cuando se trataba de servir. Para ella era fácil poder identificar las necesidades de los demás, pero no solo esto; Dorcas era pronta en satisfacer las necesidades de las personas menesterosas. La humildad de su corazón y su amor al prójimo eran clave para servir con tanto amor, delicadeza y gozo a las mujeres que le rodeaban.

Tomémonos unos minutos para reflexionar en las siguientes preguntas:

  • ¿Estamos tan ocupadas en nosotras mismas que ni nos damos cuenta de las necesidades de los que nos rodean?
  • ¿Estamos amando a nuestro prójimo como a nosotras mismas o sólo nos amamos a nosotras?
  • ¿Estamos dispuestas a servir en todo tiempo?

Cuando conocemos quien es Jesús y lo que significa el sacrificio que hizo por nosotras; cuando nos exponemos a Su Palabra y a través de ella El mismo continúa la buena obra que inicio en nosotras, no solo cambian nuestras prioridades y nuestra cosmovisión; también nuestros corazones son más sensibles ante la necesidad de nuestro prójimo y nuestras acciones se parecen más a las de Jesús.

– Debemos ser Sociables.
(Hechos 9:39b) Todas las viudas se presentaron, llorando y mostrándole las túnicas y otros vestidos que Dorcas había hecho cuando aún estaba con ellas.
Podemos decir que posiblemente Dorcas compartía con otras mujeres y había hecho que otras mujeres amaran a Dios como ella lo hacía. Posiblemente se congregaba o reunía con las más necesitadas para servirles y ser ejemplo para ellas. En el transcurso de su vida diaria, habría testificado de Cristo no solo con palabras, sino con hechos.

Es interesante que en oriente era común contratar a plañideras. Las plañideras eran las personas a las que se les contrataban para que lloraran en los funerales. Es curioso que en este pasaje bíblico se mencione especialmente a mujeres que lloraban por Dorcas. Ellas lloraban porque recordaban las buenas obras que había hecho esta mujer cuando estaba con ellas. Estas eran mujeres que habían disfrutado de la compañía de Dorcas, no eran mujeres pagadas para que lloren en el funeral, sino más bien que eran aquellas con las que Dorcas había socializado, convivido y con las que se había congregado.

La comunión, la koinonía y el servicio con mujeres amantes de Dios y de Su perfecta voluntad es importante para nuestra vida espiritual. Es maravilloso reunirse con mujeres que aman, buscan y quieren agradar a Dios; compartir con ellas la palabra, aprender de las más adultas y ser edificadas unas con otras en nuestro diario andar.

  • ¿Cómo estoy influenciando yo a los que me rodean?
  • ¿Qué tipo de legado estoy dejando: “mi yo” o a Cristo?
  • ¿Busco consejo de mujeres piadosas que me guíen a tomar buenas decisiones?
  • ¿Quiénes son mis amigas? ¿Son chicas que me animan y me ayudan a crecer en Cristo?

Hoy, a través del estudio de esta mujer ejemplar, Dios nos recuerda que debemos ser constantes en el estudio de la Palabra, diligentes, humildes y sociables. Regresa mañana, para que estudiemos juntas el final de esta maravillosa mujer.

Por favor, ora conmigo:

Dios, Rey del Universo y de todo lo que en él hay, te pido perdón si en algún momento te he dado la espalda, si te he fallado y por las veces que he dejado de estudiar la Palabra porque dedico mi tiempo a otras cosas que jamás tendrán la importancia y el valor que tienes Tú. Perdóname Señor por no ser diligente al servir a los más necesitados. Abre mis ojos Padre y muéstrame la necesidad de los que me rodean, y úsame como vaso en Tus manos para bendición de ellos. Ayúdame Padre a mantener una vida de integridad que refleje la gloria de Tu nombre para dejar por legado en este mundo de que Tu eres bueno, eres fiel y eres real. En Jesús oro a ti, amén.

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