Receta para un desastre: La Queja

Es muy extraño que la vida se desarrolle de la manera que deseamos. Nuestras vidas se desarrollan conforme a la voluntad de Dios para con cada una de nosotras. Pero cuando las cosas no salen como queremos, como nuestro corazón anhela ¿Qué tendemos hacer? La mayor parte del tiempo nos quejamos.

Con frecuencia nos sentimos estafadas o engañadas. Deseamos que la vida o Dios sea más sencillo, más “justo” o más amable y en momentos como esos se nos hace difícil mantener la boca cerrada. Yo me quejaba por que aumentaba de peso, me quejaba porque comía mucho, me quejaba por los comentarios de las personas, me quejaba porque aunque intentara hacer algo para bajar de peso no lo lograba, me quejaba por todo y con eso no lograba nada.

Si no obtenemos lo que creemos merecer, nos quejamos. ¡Que asombrosa trampa nos tiende el enemigo con esta actitud! La única verdad en esto, es que no merecemos nada. Todo, absolutamente todo lo que tenemos es por la gracia y misericordia de Dios.

La queja es una falsa y egoísta realidad, un río profundo que nos ahoga de manera repentina en la amargura. La queja promueve el negativismo, la autocompasión, la infelicidad, la insatisfacción y la discordia. Los problemas no tienen por qué llegar a la queja, pero muchas veces la queja conduce a los problemas.

Cuando nosotras damos riendas sueltas a la frustración porque las cosas no salen como planeamos o esperamos, cuando en la toma de alguna decisión nuestra opinión no es tomada en cuenta, cuando somos acusadas y difamadas, cuando en nuestro trabajo estamos cargadas de tareas a realizar y la fecha de entrega se aproxima y nada está listo, cuando comemos algo que se veía delicioso pero su sabor no era el que esperábamos, cuando nos queremos poner una blusa y resulta que esta manchada o cuando tu pareja no hace las cosas como esperabas, es justo ahí cuando  las dificultades comienzan a verse más abrumadoras de lo que son en realidad.

Seamos realistas chicas, siempre nos vamos a encontrar con algo de lo que nos quejaremos. Sin embargo, la madurez y la firme relación con Dios nos ayuda a guardar silencio cuando haya situaciones que no marchen bien.

Anthony J. D´ Ángelo escribió: Si tienes tiempo para quejarte y lloriquear sobre algo, tienes el tiempo necesario para hacer algo al respecto. Esto suena duro ¿Verdad?, la primera vez que leí estas palabras fueron como una bofetada que me decía ¡reacciona! En vez de pasar la mayor parte del tiempo quejándote porque estas aumentando de peso, ¿Qué haces al respecto?, ¿Compararte con otras chicas? ¿Comer desordenado? ¿Mirarte en el espejo y decirte que estas fea?, ¿Sentarte a escuchar los comentarios de los demás y llorar por ello? Eso no resolverá nada.

En vez de quejarme debía accionar, hacer ejercicios, llevar una alimentación saludable, visitar al médico cada cierto tiempo para monitorear la cirugía. Es lamentable y doloroso pero esto es lo que hace la queja, nos nubla la mente y nos hace enfocarnos en el problema y no en lo que puedo hacer.

La queja evita que avancemos y obtengamos sanidad espiritual y emocional. Pasa por alto lo que tenemos en frente y nos recuerda una y otra vez lo que nos hace falta. Para crecer y dejar de un lado la queja debemos seguir las instrucciones del apóstol Pablo: ¨Háganlo todo sin quejas ni contiendas¨ (Filipenses 2:14)

 

Chicas, la queja es una actitud que está siempre en la palma de nuestras manos, pero si escuchamos las escrituras, la palabra de Dios y creemos en ellas, Él nos ayudara conforme a su voluntad no importando la situación, la queja para nosotras no será una opción.

Oremos a Dios para que nos ayude, que quite toda queja de nuestras vidas por más indefensas que parezcan. Que esta actitud no sea una opción para nosotras y que nos de las fuerzas para hacer todo sin quejas ni contiendas. Que nos ayude a ser agradecidas por todo y en todo y aceptar siempre su voluntad para nuestras vidas.

Recuerden, para la próxima publicación seguiremos con esta serie y hablaremos de la Mina #3: La Crítica.

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