
Mientras estamos en la etapa de la niñez, vemos al sexo opuesto como algo indiferente, incluso las niñas se sientan separadas de los niños de manera inconsciente. Pero a medida que vamos creciendo y entramos a una de las etapas más vulnerable de la vida, la adolescencia; es que comenzamos a pensar y nos sentimos atraídas hacia el sexo opuesto. Es entonces donde comenzamos a tener curiosidad por conocer, hablar e interesarnos por esos chicos que anteriormente ni queríamos mirar.
Una de las formas más maravillosas en la que Dios nos ha diseñado como seres humanos, es crearnos para mantener relaciones interpersonales sanas, la cual es de mucha importancia para nuestro desarrollo social, emocional y espiritual.
Si eres soltera, si estas comprometida o si estas casada; es muy importante mantener una relación sana con el sexo opuesto, que este fundamentada en la palabra de Dios.
Más adelante estaremos compartiendo una serie de temas que nos van a orientar sobre ¿Cómo debo de comportarme con los chicos? ¿Cuáles son mis intenciones cuando estoy con un chico? ¿De qué manera puedo hablar con él? ¿Cómo diferenciar mi relación de amistad a la de noviazgo, y la de noviazgo a la de casada? Si soy soltera ¿Cómo puedo mantener una relación de amistad con los chicos que conozco? Si estoy casada ¿Cómo debo mantener mi relación con mis amigos, respetando a mi esposo?, etc.
Creo que el principio de mantener una relación sana con el sexo opuesto en cualquier sentido o desde cualquier perspectiva es manteniendo una relación sana y genuina con nuestro creador. He compartido con algunas adolescentes y jóvenes que conozco, que aunque les pueda dar una larga lista de límites, acciones a tomar en cuenta, maneras en cómo manejarse, cualidades, y características, sino mantienen una relación genuina con Dios, de nada van a servir todas esas estrategias. Si desde lo más profundo de nuestro corazón buscamos agradar a Dios por encima de todo, su palabra y su Espíritu Santo nos van a dar la sabiduría y la guianza que necesitamos, para manejarnos de una forma correcta, que lo honre a Él. (Salmo 119:105)
Al final de la jornada nuestra meta debe ser vivir para agradar a Dios, y de ese principio se desprende todo lo que necesitamos. Porque para El vivimos, nos movemos y existimos. (Hechos 17:28)
“Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza.” Marcos 12:30
Marcos 12:30